Chicle sabor frutilla

Capítulo 25

Narra Elías

—¿Qué pasa, Eli? —dijo papá mientras me miraba desde la puerta.

—Quería preguntarte algo, pero no quiero que mamá se entere.

Papá entró a mi cuarto, cerró la puerta y se sentó en la cama al lado mío.

—¿Te pasó algo?

Miré el piso, me daba vergüenza decirle algo así, pero no sabía con quién podía hablar, él me había ayudado con Tamara, podía ayudarme con Tehuel también. Respiré profundo sintiendo mi corazón latir muy fuerte.

—¿T-te acordás de Tehuel?

—¿El nene nuevo de tu grado? Sí, hablás mucho de él. ¿Por qué?

—Y-yo... Bueno, nosotros... —Me quedé callado sin saber cómo seguir hasta que sentí que me pasaba la mano por el pelo, me calmó un poco, aunque seguía con miedo—. N-nosotros nos besamos...

Nos quedamos callados, no sabía qué más decir, tampoco sabía si estaba enojado o si le molestaba que fuera así. Cuando le hablé de Tamara, no había hecho lo mismo, no se había quedado así de callado. Sentí que me empezaban a caer lágrimas, no sabía si por miedo o por la vergüenza que tenía. Papá me pasó la mano por el cachete para secarla.

—Pensé que íbamos a tener esta conversación cuando fueras adolescente, la verdad, pero creo que los chicos de ahora vienen más rápidos.

Se acercó más a mí, me puso la mano en la nuca y me besó en la cabeza.

—¿N-no estás enojado?

—¿Por qué me iba a enojar, hijo? Al contrario, me alegra mucho que me hables de lo que te pasa. A mí no me importa quién te gusta o a quien besás, solamente me importa que estés bien. ¿Querés preguntar algo sobre eso?

—¿P-pensás que él me gusta?

—Eso lo sabés vos, no yo, Eli.

—Él me preguntó y no sé qué decirle.

—No lo pienses mucho, ¿sí? Dejá que la respuesta salga sola, sin miedo a lo que él te diga o vaya a pensar.

Asentí. Papá me agarró de los hombros, me acercó de nuevo y me abrazó. Yo no me moví, no sabía por qué no podía, así que dejé que me abrazara hasta que se separó. Le pedí que me prometiera que no le iba a decir nada a nadie, ni siquiera a mamá, le insistí hasta que aceptó. Después se levantó de la cama y fue hasta la puerta, pero no abrió, se giró y me miró.

—Me gustaría conocer a Tehuel, traelo un día a casa.

Asentí, él sonrió y se fue. Agarré de nuevo mi celular, lo desbloqueé y miré su último mensaje, mañana iba a tener que hablar con él, pero estaba seguro que me iba a poner nervioso si se lo tenía que decir a la cara. Decidí no contestarle nada, dejé el celular y me acosté, todavía era temprano, pero no quería pensar mucho, me ponía nervioso de imaginar que iba a decirle que me gustaba a la cara. Me dio más vergüenza pensar que de verdad me gustaba. Cerré los ojos tratando de distraerme con cualquier cosa, de dejar de pensar tanto en él, quería estar tranquilo, ya iba a estar bastante nervioso mañana en la escuela, no quería estarlo ahora también y que me costara dormir a la noche.

***

Me temblaba todo el cuerpo, apenas podía caminar, seguía pensando en Tehuel. Me quedé con la mirada pegada en el piso hasta que, sin darme cuenta que mamá había parado, me choqué con ella. La miré, me miró también como si quisiera que me despertara de una vez, se paró en el lugar de siempre a esperar. Le dio su vaso a mi hermana, que parecía más una mamadera que un vaso, y sacó su celular. León empezó a molestar como siempre, hoy hacía berrinche porque no quería entrar a la escuela. Si mamá no me fuera a retar, también haría lo mismo que León, no quería tener que ver a Tehuel a la cara. Esperé apoyado en la reja mirando a los autos que pasaban, por un momento hasta habían hecho que mis nervios se calmaran un poco, al menos hasta que sentí una mano pasarme por la espalda, cuando me giré, Tehuel me miró sonriendo como siempre. Sentí que la cara me ardía desde ahora y ni siquiera le había dicho nada. Se apoyó contra la reja igual que yo y acercó su mano a la mía. Mi cuerpo se movió solo para agarrar su mano, traté que nadie nos viera así, no quería que se burlaran de nosotros. Él me empezó a hablar de un juego nuevo que había descargado como si fuera normal que estemos agarrados de la mano ahí. Lo miré, él no me miraba, dejó de hablar un ratito para hacer un globito con el chicle que tenía en la boca. Me quedé mirándolo hasta que se giró a mí y me sonrió, haciendo que todo el cuerpo me temblara de nuevo. Me daba vergüenza ponerme así cada vez que estaba cerca de él, no sabía cómo tenía que comportarme cuando estábamos juntos. Cuando abrieron la puerta, nos soltamos para entrar, busqué a Tomi, pero no lo veía, no sabía si iba a venir o no, Mati siempre llegaba tarde, así que estaba acostumbrado a no verlo en la entrada, por ahí llegaba un poco más tarde. Nos despedimos de nuestras mamás y entramos, León se separó de mí apenas llegamos al patio. Tehuel y yo nos fuimos al banco de siempre, nos sentamos para esperar a los chicos.

—No me contestaste ayer. ¿Estás bien con lo que te pregunté? No quería que las cosas se pusieran raras.

—Quiero hablar de eso después.

—¿De qué? —Escuché a Mati mientras se sentaba al lado mío.

—De nada, Mati —respondió Tehuel—. ¿Tomi no viene?

—Viene más tarde, tiene dentista.

—Ya me parecía raro que no estuviera acá —dije tratando de hacer lo mismo que Tehuel, que Mati no preguntara nada.

Hablamos hasta que los de séptimo hicieron sonar la campana, nos levantamos y nos formamos, Tehuel se quedó atrás mío. Sentí que ponía sus manos en mis hombros, después subió una para jugar con uno de mis rulitos. Bajé la cabeza sonriendo un poco, me hacía algunas cosquillas, pero no me parecía molesto, me gustaba que hiciera eso. Cuando terminaron de subir la bandera, fuimos al comedor, Apenas me senté en el lugar de siempre, Tehuel se me pegó, parecía que aprovechaba que Tomi no estaba.

***

El cuerpo entero me empezó a temblar cuando sonó el timbre del primer recreo. Con papeles le había vuelto a decir a quería hablar con él, íbamos a esperar que todos bajaran para escondernos en el cuarto. Eso hicimos cuando todos se fueron. Miré a Tehuel, él estaba distraído haciendo globitos con su chicle y mirando el cuarto como si no lo conociera.




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