Chicle sabor frutilla

Capítulo 30

Ahora me sentía un poco mejor, Eli no estaba enojado conmigo y su mamá no lo había castigado, podíamos seguir viéndonos después de la escuela. Salimos con cuidado al patio por si alguien nos veía, después fuimos con los chicos. Mati y Tomi nos preguntaron dónde estábamos, pero, después de mirarnos y sonreírnos, negamos con la cabeza, Eli les empezó a preguntar de qué hablaban mientras no estábamos, pero ellos tampoco nos querían decir, molestándonos con que desaparecíamos en los recreos, aunque pararon un ratito después para preguntarnos si el fin de semana nos veíamos para jugar a algo, al hermano de Mati le habían comprado un videojuego nuevo y él iba a pedírselo. Eli dijo que sí enseguida, yo le tenía que preguntar a mi mamá, no conocía a la mamá de Mati y no estaba seguro si me iba a dejar ir o no. Cuando el timbre sonó, esperamos a que todos se juntaran para levantarnos y caminar atrás de todo, aunque Eli y yo nos quedamos más atrás, como siempre. Ahora me sentía más tranquilo, podía hablar con él sin sentirme culpable, lo único que pensaba ahora era que teníamos que cuidarnos para que nadie más nos descubriera. Lo miré, él también parecía un poco más contento, hablaba con los chicos y se reía bastante ahora, sonreí cuando me miró; me gustaba verlo así, sus cachetes volvían a verse rosados. Metí las manos en los bolsillos, saqué dos chicles y, después de darle unos golpecitos a Eli en el brazo, le di uno. Le saqué el papel al mío y me lo metí en la boca, lo mastiqué para que saliera el jugo, seguí masticándolo antes de hacer un globito. Eli trató de reventarlo, pero me giré reventándolo yo mismo metiéndomelo en la boca. Volví a mirarlo con una sonrisa, él hizo lo mismo antes de inflar un globito. Yo también traté de reventárselo, pero no me dejó, me agarró de las muñecas y me daba empujoncitos para separarme un poco. Paramos cuando llegamos a las escaleras, Eli no quería caerse y yo tampoco quería que nos lastimemos, seguro que la seño nos terminaba retando a los dos por jugar así y terminar lastimándonos. Eli me soltó una de las muñecas, pero la otra la tuvo agarrada, recién arriba me soltó. Entramos al aula y fuimos a sentarnos en nuestro lugar, nos seguíamos molestándonos en el banco, dándonos empujoncitos o codazos, intentábamos no reírnos para que no nos retaran. Me gustaba que volviéramos a portarnos como antes, que nos lleváramos bien, que siguiéramos como siempre. Después de un rato paramos para ponernos con la tarea. Le pedí a Eli ayuda, aunque no hubiéramos prestado atención, él siempre sabía qué hacer, era muy inteligente. Me acerqué un poco más, mientras me explicaba, lo miré sin decir nada, pero él se dio cuenta que, en realidad, no le estaba prestando atención, le sonreí.

—Dale, Pachu, así terminamos.

Sentí la cara entera arderme, no sabía si era por vergüenza de escucharlo decirme así acá, porque lo había dicho Eli o porque no era alguien de mi familia. Miré para otro lado sintiendo que los demás nos miraban.

—¿No querés que te diga así? —preguntó en voz bajita.

—No me molesta… pero sos el primero que me dice así sin ser de mi familia.

—¿Tu mejor amiga no te dice así? —Negué con la cabeza—. Puedo dejar de decirte así.

—Me gusta…

Se me quedó mirando, después sonrió y volvió a mirar su carpeta, me hizo una seña para que yo también lo hiciera, teníamos que terminar la tarea antes de cambiar de aula con los del otro quinto, si no nos iba a quedar para casa. Traté de no distraerme con nada mientras me explicaba y hacíamos la tarea, aunque me costaba un poco, cada tanto tocaba mi pierna con la suya, él solamente sonreía dándome un empujoncito con su pierna. Apenas llegamos a terminar justo cuando sonó el timbre de cambio de hora, guardamos nuestras cosas y cambiamos de aula. Nos sentamos en los lugares de siempre, pero la seño empezó a armar grupos y a cambiarnos a todos de lugar, Eli y yo quedamos en dos grupos distintos, Mati quedó conmigo en el grupo, así que nos sentamos juntos. Con nosotros estaba Mili y unos compañeros más.

—Que mal que los chicos quedaran en otros grupos… —dijo Mati bajito.

Asentí mirando el grupo de Eli, estaba con Juanma. Seguro que lo iba a molestar cuando pudiera, siempre lo hacía aunque lo terminaran retando por eso. Me di cuenta que estaba sentado con Romina, los dos me miraron, ella se puso colorada y miró para otro lado, Eli se me quedó mirando con una sonrisita, sonreí también olvidándome que estaba tan lejos, ya me había acostumbrado a estar sentado todo el día con él, a hablarle todo el tiempo o de pasarle papelitos. No me caía mal Mati, pero no era lo mismo que estar con Eli. Bueno, Eli me gustaba, me gustaba mucho, no quería estar separado de él. Me di cuenta que Romina empezó a hablarle, él asintió sonriendo un poco, vi que agarraba algo de la mesa, pero no vi qué era. Me giré al pizarrón, la seño ya había escrito un montón de cosas, así que abrí mi carpeta y me puse a copiar antes que borrara.

***

A la hora de la salida, los cuatro salimos juntos, nuestras mamás estaban hablando juntas, seguro que hablaban para que me dejaran ir a la casa de Mati. Los cuatro nos separamos un poco para hablar y que ellas no nos escucharan, aunque León nos siguió porque se aburría. Eli nos hizo señas para que no dijéramos nada, seguro no quería que le fuera a decir nada su mamá y que lo terminaran retando. Después de un rato, los chicos se fueron, pero mi mamá y la de Eli seguían hablando.

—Tehuel, hijo —me llamó mi mamá—. ¿Querés ir a hacer la tarea con Eli?

—¡Sí! —dije sin pensar.

Miré a Eli sonriendo, después miré a mi hermana para saludarla, pero no me prestó atención, ella estaba llorando porque quería seguir jugando con Sofi. Fuimos a la casa de Eli hablando y riéndonos como siempre. De repente, cuando estábamos entrando al edificio, pensé en lo que había pasado ayer. ¿A la mamá de Eli no le molestaba que estuviera acá después de cómo nos vio ayer? Nos vio besándonos y ahora me invitaba a su casa de nuevo. Empecé a ponerme nervioso. ¿Me quería retar? Eli había dicho que no estaba enojada, pero por ahí no estaba enojada con él y estaba enojada conmigo. Entramos al departamento, Eli me dijo que fuéramos a su cuarto, pero su mamá dijo que no fuéramos, que tenía que hablar con nosotros, así que fuimos al comedor. Dejamos las mochilas al lado de nuestras sillas y nos sentamos, León no se sentó con nosotros, estaba en el sillón mirando la tele con Sofi. Miré a Eli, él tenía cara de no entender de qué quería hablar con nosotros. Primero le sirvió la merienda a León y a Sofi, después nos sirvió a nosotros antes de sentarse. Tomé un sorbo de la chocolatada, tenía hambre, pero sentía que si comía algo iba a vomitar de los nervios.




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