Narra Elías
Tenía los auriculares puestos y lo único que podía escuchar ahora era a Tehuel diciéndome que me quería. Sonreí mirando el techo, sentía el corazón latirme con mucha fuerza. Ojalá yo fuera valiente como Tehuel, yo también quería poder decirle algo así. Me saqué los auriculares y los desenchufé del celular para dejarlo arriba de la mesita, mamá me había mandado a dormir hacía rato, pero yo ni siquiera me había puesto el pijama, así que, me cambié y me metí en la cama de nuevo. Cerré los ojos, pero no me pude quedar dormido, aunque no tuviera los auriculares en las orejas, seguía escuchándolo decirme “te quiero”, como si me lo hubiera dicho en la cara. Pensé en cómo se puso mientras lo decía, a veces sus cachetes se ponían colorados cuando me decía algo así. No siempre se le notaba, pero con eso seguro que sí se le había notado. Me hubiera gustado verlo en ese momento, aunque seguro no se animaría a decírmelo de frente. Traté de dormir, pero estaba demasiado contento. Me di cuenta que tenía ganas de abrazarlo ahora, quería estar con él. Abrí los ojos de nuevo y agarré mi celular para mandarle un mensaje a Tehuel, esperaba que siguiera despierto. Esperé un rato, pero no contestó, seguro ya estaba durmiendo, yo también tendría que estar durmiendo ahora, si mamá me viera despierto, me retaría.
***
Apenas dormí anoche, no podía dejar de pensar en Tehuel ni de escuchar su audio. Ahora tenía mucho sueño, me dolía la cabeza y ni siquiera podía aguantar a León, nunca lo aguantaba en realidad, pero ahora menos, sus gritos eran insoportables para mí. Cuando salimos de mi casa, me quedé un poco atrás para no escuchar a mi hermano gritar pidiéndole a mamá que no lo llevara a la escuela. Tenía la mirada en el piso tratando de no prestarle atención a mi hermano y a los ruidos para que no me doliera más la cabeza, aunque, después de que se me acercara Tehuel, todo se me pasó. Mamá se acercó a la mamá de Tehuel, mi hermana no esperó para ponerse a jugar con Nati. Nosotros nos paramos contra la rejita mirando a los autos. Acerqué la mano a la suya tocando sus dedos, él me miró sonriendo como siempre, me ponía contento verlo así, más después del audio. Nos quedamos ahí, hablando de videojuegos mientras acercábamos nuestras manos y jugábamos con nuestros dedos. Me sentía un poco mejor ahora, seguía con sueño, pero no me dolía tanto la cabeza, era como si él me hubiera curado un poco. Cuando las puertas se abrieron, nos despedimos de nuestras mamás y entramos hablando, aunque León no paraba de llorar que no quería entra molestándonos a los dos, a Tehuel tampoco le estaba cayendo bien como se comportaba mi hermanito. Cuando nos pudimos despegar de él, nos fuimos corriendo a dejar nuestras mochilas en el lugar de siempre y a sentarnos en el banco que estaba al lado, Tomi llegó enseguida y Mati un ratito después. Los cuatro no entrábamos en el banco, Mati estaba en un borde y yo en el otro, me agarraba a Tehuel para no caerme hasta que él me puso el brazo en los hombros para agarrarme. Me gustaba que aprovechara estas cosas para que no nos miraran raro si estábamos muy pegados. Hablamos hasta que los chicos de séptimo tocaron la campana para avisarnos que teníamos que formar para subir la bandera. Nos formamos como siempre, aunque Tehuel y yo quedamos al final de todo, de un lado teníamos a los chicos de cuarto, pero del otro lado no teníamos a nadie, los chicos de sexto y séptimo formaban del otro lado del patio, al frente nuestro. Además, por suerte, las nenas formaban del lado derecho, nadie podía ver que agarraba la mano de Tehuel como lo hice, tampoco nadie podía ver que él la apretaba y no me soltaba. Nos quedamos así hasta que terminaron de subir la bandera, después de saludar al director, nos soltamos antes que alguien nos viera ahora que teníamos que ir al comedor. Nos sentamos juntos, tenía mi pierna pegada a la suya y, aunque me moviera mientras me peleaba con Mati, no la separé. Era como si lo agarrara de la mano como antes. Él tampoco se separó de mí.
Después de desayunar, la seño vino a buscarnos, nos levantamos y fuimos al aula, vi a mi hermano mientras salíamos, nosotros siempre salíamos antes que los nenes más chiquitos, estaba en su mesa y la seño lo estaba retando como siempre. Me daba gracia que siempre lo retaran por algo, a mamá no le gustaba mucho que las seños le dijeran cosas en las reuniones. Mi hermano no hacía cosas malas, pero sí era pesado, a veces ni siquiera sus compañeros lo aguantaban. Fuimos a buscar nuestras mochilas antes de subir al aula, fuimos jugando y molestándonos con mis amigos, aunque siempre me distraía con Tehuel, que se pegaba a mí para “molestarme”, yo sabía que aprovechaba eso para que estuviéramos juntos. Cuando entramos, nos sentamos en nuestros lugares como siempre. Apenas saqué mi carpeta, saqué una hoja para dibujar y la dejé entre Tehuel y yo antes de ponerme a dibujar mientras la seño empezaba a explicar lo que íbamos a hacer hoy. Empecé a dibujar sin prestar mucha atención, no sabía en realidad qué quería dibujar. En realidad nunca sabía qué quería dibujar siempre empezaba haciendo garabatos sin prestar atención y después terminaba, o tiraba la hoja, o uno de mis amigos decía que les gustaba y se los terminaba regalando, igual que había hecho con Tehuel. De repente, me cayó una pelotita de papel en la cabeza, miré a Juanma y a Vicente, sabía que eran ellos, les gustaba molestarme. Los tres, ellos dos y Mili, se empezaron a reír de mí como si fuera lo más gracioso del mundo tirarme una pelotita de papel. Dejé la pelotita a un costado y seguí con lo que hacía, pero pasó de nuevo, me tiraron otra pelotita de papel, pero esta vez me pegó en el hombro y cayó en el piso. Suspiré y miré a Tehuel, él ya los estaba mirando con cara de enojado. Después se giró para adelante.
—¡Seño! —Ella se giró para mirar a Tehuel—. Juan Manuel y Vicente están molestando a Elías. Le tiraron pelotas de papel.
Agarró una para mostrársela, la seño se giró a los dos y los retó diciéndoles que si seguían iba a mandarles una nota a sus papás. Miré a Tehuel con un poco de miedo, ahora lo iban a molestar como me molestaban a mí. No quería que la pasara mal, él se llevaba bien con todos y ahora por mi culpa iba a tener problemas con ellos. Me sonrió antes de mirar su carpeta. Decidí escribirle en un papelito.