Narra Tehuel
—¿Qué es esto, Pachu? —preguntó mi mamá después de mirar la nota que me habían puesto en el cuaderno de comunicados.
—Yo te cuento, Ara. Vos andá a hacer tu tarea, Tehuel.
Asentí, agarré mi mochila y fui a mi cuarto, ahí estaba mi hermana, ya se había sacado el guardapolvo y había sacado todas sus muñecas para jugar. Me senté en la cama, puse una de las carpetas arriba y la abrí para buscar la última hoja que había usado de ciencias sociales, esa había sido la última materia que tuvimos y que no había querido hacer la tarea en el colegio porque Juanma, Vicente y Milagros no dejaban de tirarle papelitos a Eli. Saqué mi libro y busqué las páginas que habíamos usado hoy. Leí las preguntas que me habían quedado, leí el libro, volví a leer las preguntas, volví a leer el libro; no entendía nada, seguía enojado pensando en lo que le habían hecho. También estaba un poco enojado con León, por culpa suya iban a molestar a Eli. Volví a tratar de concentrarme en mi tarea, mi mamá iba a venir en cualquier momento para retarme por lo que había pasado en el colegio. Saqué la hoja con las preguntas y saqué otra para anotar las respuestas, cerré la carpeta para usarla para apoyar. Empecé a hacer mi tarea, por un rato pude dejar de pensar en lo que pasó, aunque volví a acordarme cuando escuchaba las voces de mi mamá y mi tía. Me pregunté si seguían hablando de Eli y de mí o si hablaban de otra cosa. Decidí esforzarme para terminar de una vez, me quedaban un par de preguntas nada más.
Cuando terminé mi tarea, guardé todo en mi mochila y miré dónde estaba mi hermana, en algún momento se había ido y dejó todo tirado en el piso. Me levanté y salí del cuarto tratando de no pisar las muñecas y muebles de juguete. En el pasillo, escuché música en el cuarto de Ana. Me acerqué y toqué la puerta, ella abrió, pero me miró como si estuviera enojada.
—¿Qué?
—¿Puedo entrar?
—No, está Agus. —Volvió a cerrar la puerta.
—Bueno…
Me fui al comedor, no tenía ni idea de quién era Agus, pero seguro que era un amigo de Ana. Escuché que mi mamá y mi tía seguían hablando, pero ahora parecía que hablaban de un amigo de mi prima. Me senté al lado de mi mamá, ella me miró y me acarició el pelo sin decirme nada.
—¿Terminaste tu tarea, Pachu? ¿Necesitás ayuda? —preguntó mi tía.
—Ya terminé.
—¿Tenés hambre? —preguntó mi mamá, yo asentí—. Bueno, ya te preparo la merienda.
Se levantó, miré a mi tía, ella me miró también sonriendo, después siguió hablando con mi mamá de algo de Ana, no presté mucha atención, esperé jugando con las formas que tenía el mantel hasta que me trajeron la merienda. Mi mamá me puso una taza de leche con chocolate enfrente y unas galletitas de chocolate. Después puso otra taza mientras llamaba a mi hermanita. Nati se sentó con nosotros y empezó a merendar, yo tomé un sorbito de la leche.
—Pachu.
—Sí, ma, ya sé… pero estaban molestando a Eli.
—Te iba a preguntar si querías que te trajera el azúcar, pero ya que tocaste el tema… —Sentí que los cachetes me ardían un poco—. No me gusta que te pelees en el colegio, pero me alegra que hayas querido defender a Elías.
—Si te hacen algo, Pachu, decímelo, no me importa que no sean mis alumnos, yo voy a hacer algo —dijo mi tía.
Las miré primero a mi mamá y después a mi tía, le sonreí a las dos. Iba a decir algo, pero el celular de mi mamá empezó a sonar, ella se fue rápido para contestar. Mientras mi tía empezó a decirme que no tenía que pelear en el colegio para que no me mandaran más notas.
Cuando terminé, miré a Nati, estaba sacándole la crema a una de sus galletitas, siempre se comía la crema antes que las tapitas. Agarré la última galletita que quedaba, la partí a la mitad y me comí una parte, la otra la dejé en el plato de nuevo, sabía que mi hermana se la iba a comer. Me levanté y me fui a mi cuarto, escuché atrás mío los pasos de mi hermana, seguro que venía a seguir jugando con sus muñecas o a tirar más cosas por ahí. Me acosté en la cama agarrando mi celular, lo desbloqueé y miré el grupo con Eli, Tomi y Mati, ellos estaban hablando de la tarea que nos había quedado, de las preguntas de ciencias sociales. Los saludé preguntándoles si ya habían terminado. El único que faltaba era Mati, pero él pedía las respuestas en vez de hacerlas solo.
—“Chicos, ¿por qué no nos dijeron nada?” —preguntó Tomi.
—“Tenía miedo que hicieran lo que hicieron los del grupito de Vicente”.
—“Eli tenía miedo que no quisieran ser sus amigos”.
—“Pero ya te dijimos que somos amigos”.
—“Sí, Eli, nos conocemos desde jardín, no nos importa”. —mandó Mati, pero siguió escribiendo—. “Igual, sabemos que no querías decir nada por lo que pasó con los tarados esos”.
—“¿Piensan que van a seguir molestándonos?” —preguntó Eli, pero antes que pudiera contestar en el grupo, me mandó un mensajes por privado—. “Mi mamá está hablando con la tuya sobre lo que pasó”.
—“Sí, escuché que sonaba su celular. Siguen hablando, ¿no?”
—“Creo que sí, está encerrada en su cuarto. ¿Te retaron?”
—“No, ¿a vos?”
—“No, pero me dijo que no quería que volviera a tener notas en mi cuaderno de comunicados”.
—“Me dijeron lo mismo, pero mi tía dijo que nos iba a ayudar para que no nos molesten más”.
***
Cuando llegué a la escuela, me di cuenta que chicos de sexto y séptimos me miraban, seguro que ya sabían todo. Me acerqué a Eli al lugar de siempre, él estaba pegado a su mamá, tenía cara de miedo. Escuché algunas risas atrás nuestro, seguro que eso era lo que le estaba molestando ahora. Los miré enojado, nos miraban apuntándonos, yo respiré profundo y agarré la mano de Eli con fuerza, sentí que él quería soltarme, pero no lo dejé, no iba a dejar que nos siguieran molestando por eso, los chicas y las chicas se besaban en la escuela, algunos estaban de novios y nadie les decía nada, ¿por qué nosotros no podíamos también? Lo miré y después miré a nuestras mamás, ellas estaban hablando entre ellas, no nos prestaban atención, tampoco prestaban atención a los chicos que se reían de nosotros.