Chicle sabor frutilla

Capítulo 41 (Final)

Narra Elías

—Te voy a cambiar de colegio, Eli —dijo mamá dejando mi mochila en el sillón.

—No quiero…

—No podés seguir así, Eli. Te pegaron de nuevo.

—Pero no me quiero ir, mamá. ¿Y Tehuel?

—Pueden seguir viéndose, mi amor. Además, pensá que a él también lo van a dejar de molestar si vos no estás.

—Pero mis amigos…

—Mi amor… —Suspiró, se sentó en el sillón, bajó mi mochila y le dio unos golpecitos al lugar de al lado para que me sentara también—. Vení. —Me senté al lado suyo—. Escuchame, Eli, un día, tus amigos y vos se van a separar, por el secundario o porque van a cambiar de amigos. Por ahí no, pero normalmente pasa, hijo.

—Pero no me quiero ir, mamá.

—Pensá en Tehuel, también. Viste lo que pasó con su mamá y la mamá de Vicente. —Bajé la cabeza—. Yo sé, mi amor, pero es parte de la vida.

Me acarició el cachete, pero no me sentía mejor, no quería cambiarme de colegio, no me gustaba que molestaran también a Tehuel y menos que estuviera todo el tiempo en dirección o con golpes por culpa de Vicente o Juanma. Mili hacía que los demás nos dijeran cosas. Ya no quería que tuviéramos que aguantarlos, pero tampoco quería separarme de mis amigos o de Tehuel. No dije nada, solamente me levanté, agarré mi mochila y fui directamente a mi cuarto. Dejé mi mochila en el piso sin fijarme donde la dejaba en realidad, caminé hasta mi cama para tirarme sin sacarme las zapatillas. Puse la cara contra la almohada y empecé a llorar. Me sentía mal, me dolía la cara del pelotazo que me había dado Juanma, aunque me molestaba más que hubieran hecho que retaran a Tehuel. Ya no quería que pasaran estas cosas, odiaba que nos pegaran y que termináramos siempre en la dirección. Su mamá seguro que me odiaba por hacer que lo retaran siempre por defenderme. Cerré los ojos girando la cara, mi almohada estaba mojada, pero no me importaba mucho.

Pegué un salto despertándome, miré para todos lados en mi cuarto, tenía una pesadilla con Vicente y Juanma. Suspiré tranquilizándome un poco, ellos no estaban ahí. Me levanté y fui al baño para lavarme la cara, después me miré al espejo, tenía el ojo morado e hinchado, igual que el cachete y una parte de la frente. Me había dolido bastante el pelotazo que me dio Juanma, ahora tenía un moretón en la cara. Me volví a lavar la cara y salí del baño para ir al living, tenía tarea, pero la iba a hacer mañana, ahora no tenía ganas de hacer nada. Me tiré en el sillón mientras mi hermano hacía su tarea.

—Hola, Eli. —Papá ya había llegado—. ¿Cómo estás? —Se acercó y me miró la cara, me agarró los cachetes para mirarme mejor—. Cómo te dejaron, Eli. ¿Te duele?

—Sí, un poco.

—Ya te traigo hielo…

No me dejó contestar, se fue a la cocina para buscar el hielo. Mamá, de la nada, se acercó con mi carpeta del colegio. Apenas la abrió, se cayeron algunas de las notas que nos escribimos Tehuel y yo cuando estamos en clase, algunas tenían dibujadas corazones. Sentí que me ardía toda la cara, la miré pensando que se iba a enojar por hacer eso, pero vi que sonreía un poco. Juntó todas las hojas que se habían caído y las metió adentro de uno de los folios de la carátula. Buscó lo que habíamos hecho hoy, aunque no me había quedado hasta la hora de salida.

—Tenés suerte, Eli, llamé a la mamá de uno de tus compañeros, no dejaron más tarea. —Asentí, ella me miró, parecía un poco triste—. Vení, sentate conmigo y hacemos la tarea juntos.

Me levanté y me senté al lado suyo, agarré una lapicera para seguir lo que había dejado sin hacer en la escuela. Papá se sentó al lado mío y me puso la bolsa con hielo en la cara. Me dio frío, pero no dije nada, al menos así no me iba a doler tanto. Hicimos la tarea juntos, aunque, en realidad, el único que necesitaba que lo ayudaran era León. Cuando terminamos, mandaron a León a jugar a su cuarto. Cerré la carpeta y guardé mis lapiceras en la cartuchera, pero no me levanté, sabía que me iban a decir algo de lo que pasó en la escuela hoy. Papá me tocó un poco la cara, pero me separé sintiendo dolor, él me pidió perdón y se levantó para ir a la cocina con la bolsa de hielo. Mamá me pasó la mano por el pelo, la miré, ella sonrió, después me dio un beso en el cachete.

—Bueno, ¿le dijiste Xime? —dijo papá volviendo de la cocina.

—No… —Me miró—. También llamamos a la mamá de Tehuel y le contamos que te vamos a cambiar de colegio cuando terminen el año.

—Que no le digan a Tehuel.

—Le pedimos que no lo haga para que se lo digas vos. —Asentí—. También le dijimos que lo traiga mañana para que se quede a dormir con vos.

De repente, dejé de estar triste, acá podíamos estar juntos sin que nadie nos dijera nada. El único que seguro molestaba era León, pero el molestaba siempre que podía a todo el mundo y Tehuel ya estaba acostumbrado a aguantarlo.

—Gracias.

—De nada, hijo —dijo mamá.

Me dio un beso en la frente antes de levantarse. Terminé de guardar mis útiles, agarré todo, fui a mi cuarto, dejé todo en mi escritorio, busqué mi celular y lo saqué para mandarle un mensaje a Tehuel. Cuando desbloqueé la pantalla, tenía varios mensajes suyos y de los chicos en el grupo preguntando si estábamos bien, parecía que había varios mensajes en el grupo, seguro que Tehuel les había contado todo. Decidí mandarle un mensaje a él nada más, que me había preguntado antes cómo estaba.

—“Estoy bien. ¿Tu mamá te dijo?” —Le escribí.

—“¿Lo de ir mañana a tu casa? Me dijo que iba a ir desde el mediodía para que pasáramos más tiempo juntos”.

—“Mi mamá no me dijo eso. Menos mal, siempre tengo ganas de estar con vos, pero en la escuela no podemos”.

—“No deberías tener miedo”.

—“Me da miedo que te hagan algo…”

—“Ya viste cómo le dejé la cara a Vicente”.

—“Sos fuerte”.

—“Es que me hacen enojar. ¿Te duele el pelotazo?

Le mandé una foto de mi cara escribiéndole que me dolía un poco todavía. Seguimos hablando un poco más, pero no quise contarle todavía que me iban a cambiar de colegio cuando termináramos este año. Prefería decírselo mañana cuando estuviera acá conmigo.




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