Cicatrices de traición

Capítulo 8

La noche era oscura y silenciosa cuando Valeria y Laura se acercaron a la oficina de Javier. Habían pasado días planeando cada detalle, asegurándose de minimizar los riesgos. Laura había conseguido una copia de la llave de la oficina, un privilegio de su antigua cercanía con Javier. Valeria, por su parte, había investigado los sistemas de seguridad del edificio para asegurarse de que podrían desactivarlos sin ser detectadas.

Cuando llegaron a la puerta trasera de la oficina, Laura sacó la llave y la insertó en la cerradura, girándola con cuidado. La puerta se abrió con un leve clic, y ambas mujeres se deslizaron en el interior. Valeria llevaba una linterna pequeña y un par de guantes, lista para buscar los documentos que necesitaban.

—El archivo está en la oficina privada de Javier, al final del pasillo —susurró Laura, señalando hacia adelante.

Valeria asintió y ambas se dirigieron en silencio hacia la oficina. Laura desactivó el sistema de alarma con un código que había memorizado durante sus años trabajando con Javier. El pasillo estaba oscuro y desierto, y cada paso resonaba ligeramente en la quietud de la noche.

Cuando llegaron a la puerta de la oficina de Javier, Laura sacó otra llave y la usó para abrir la puerta. Valeria se movió rápidamente hacia el escritorio de Javier, buscando cualquier señal del archivo secreto. Laura se acercó a una estantería al otro lado de la habitación y comenzó a revisar los libros y carpetas.

—Debe estar aquí en alguna parte —murmuró Laura, deslizando sus dedos por los lomos de los libros.

Finalmente, Valeria encontró un compartimento oculto en el escritorio. Al levantar una sección del tablero, descubrió una caja fuerte pequeña. Laura se acercó y miró la caja fuerte con determinación.

—Conozco la combinación —dijo Laura, y comenzó a girar el dial con precisión.

La caja fuerte se abrió con un chasquido, revelando una serie de carpetas y documentos. Valeria comenzó a revisarlos rápidamente, tomando fotografías de los documentos más incriminatorios con su teléfono.

—Aquí está —dijo Valeria, sosteniendo un documento que detallaba transacciones ilegales y corrupción.

Laura se acercó y miró el documento, asintiendo con seriedad.

—Esto es suficiente para hundir a Javier y Alejandro. Debemos salir de aquí antes de que alguien nos descubra.

Con los documentos en mano, ambas mujeres se apresuraron a salir de la oficina, asegurándose de cerrar y dejar todo como lo encontraron. Cuando finalmente salieron al aire libre, respiraron profundamente, sintiendo una mezcla de alivio y adrenalina.

De vuelta en el hotel, Valeria y Laura revisaron los documentos con más detalle, organizando la información y planeando su próxima movida. Sabían que debían actuar rápidamente antes de que Javier y Alejandro sospecharan algo.

—Debemos contactar a las autoridades y a la prensa. Necesitamos asegurarnos de que esta información llegue a las personas correctas —dijo Valeria, su voz llena de determinación.

Laura asintió, de acuerdo.

—Conozco a un periodista de confianza. Podemos confiar en él para que publique la historia sin manipularla.

Al día siguiente, Valeria y Laura se reunieron con el periodista en un café discreto. Le mostraron los documentos y le explicaron la situación, confiando en que él sabría cómo manejar la información de manera segura y efectiva.

—Esto es enorme. Prometo que haré todo lo posible para que esta historia se publique y se haga justicia —dijo el periodista, tomando los documentos con cuidado.

Con eso, Valeria y Laura se retiraron, sabiendo que habían hecho todo lo posible para exponer la verdad. Solo quedaba esperar y ver cómo se desarrollaban los acontecimientos.

Las siguientes semanas fueron intensas. La historia se publicó y causó un gran revuelo en el pueblo. Javier y Alejandro fueron arrestados, y las autoridades comenzaron una investigación completa sobre sus actividades ilegales. Valeria y Laura se sintieron aliviadas, pero sabían que aún había mucho trabajo por hacer para reparar el daño causado.

A medida que el polvo se asentaba, Valeria se dio cuenta de que su venganza no solo había sido por ella, sino por todas las personas que habían sufrido a manos de Javier y Alejandro. Con el tiempo, comenzó a sentir una sensación de paz y cierre.

—Hemos hecho lo correcto, Laura. Ahora podemos seguir adelante y reconstruir nuestras vidas —dijo Valeria, mirando a su amiga con gratitud.

Laura asintió, con una sonrisa de alivio en su rostro.

—Sí, Valeria. Hemos hecho justicia.




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