Bárbara abrazó a Lucía y se dirigió a la mesa de Mike y Jessica, dijo algo —probablemente— muy inteligente y todos se botaron de la risa, Luz se acercó y se sentó frente a mí, con una manzana y un libro de tapa azul.
—¿Y eso?
—Nos deseó suerte, es una chica increíble.
—Sí, lo sé.
—Amor…
—¿Sí?
—¿Por qué yo?
—¿Cómo?
—Sí ¿por qué yo? Bárbara es una chica increíble y te ama más que al mundo entero, es valiente, es divertida, es sexy y tiene la cara de un ángel, yo soy común ¿por qué me escogiste a mí?
—Ven, vamos afuera.
Salimos de la escuela y nos metimos en el Buick para tener un poco de privacidad.
—¿Y bien?
—¿Por qué tú? Simple, tú tienes algo que me interesa, tienes algo que me beneficia y por eso te elegí.
—¿Ah sí? ¿Y qué es ese algo?
—Tienes un par de ojos…
—Un par de ojos…
—Que me vuelven loco, y tienes esa boca…
—Sí, una boca…
—Que hace que me ponga nervioso con cada palabra que sale de ella, pero sobre todo, tienes algo que, aunque está dentro de mí, te pertenece y sin ti, dejará de ser.
—¿Tu corazón? —Sonrió.
—No, mi vida entera, mi razón, mis decisiones, mi todo, todo es tuyo y sin ti no va a seguir.
La sonrisa se le borró del rostro y supe que había dicho algo mal.
—Alex, tienes que prometerme algo.
—¿Qué pasa?
—Cuando me vaya… prométeme que vas a seguir adelante.
—No puedo prometerte eso, Luz.
—¡Hazlo!
—No. No podría, y no te vas a ir, no voy a dejar que te vayas.
—Alex…
—No, Lucía, no hay vida después de ti, porque mi vida entera voy a estar contigo.
—Me voy a morir, Alex.
—Y yo también, Lucía. Deja de ser tan, maldita sea, negativa, por favor. ¿Tú crees que no me da miedo perderte? ¿Crees que no sería más fácil huir como lo haría cualquier persona al escuchar las letras «VIH»? Claro que sí. Pero te amo y estoy dispuesto a enfrentar lo que viene o lo que pueda venir, ya no estás sola, somos los dos. Pero tienes que ser positiva, yo trato de serlo.
Lucía empezó a llorar y por consecuencia, yo también. Hay días que son más brillantes que otros. La abracé entre mis brazos.
—Te amo, Alex.
—No te irás de este mundo sin antes haber vivido la vida entera a mi lado.
—Eso sonó algo egoísta.
—Soy egoísta, TE AMO y no voy a dejar que nadie, nada ni nunca me separe de ti.
—Eso no tiene sentido.
—Lo sé, pero tampoco tiene sentido perder el tiempo llorando por algo que no va a pasar.
—Los doctores me diagnosticaron 8 años hace dos años.
—A mí me dijeron que no iba a vivir más de una semana cuando nací y mis pulmones no funcionaron bien y aquí estoy, amando a la persona más maravillosa del mundo.
—Es diferente, yo tengo una enfermedad terminal.
—Todos tenemos una enfermedad terminal, se llama vida, Luz y en lo que me muero quiero hacer de mi vida algo increíble, algo digno de ser recordado, no seas egoísta.
—¿En lo que te mueres?
—Sí, me voy a morir un día de estos, el día en que nací firmé mi sentencia de muerte cuando respiré ese primer sorbo de oxígeno, tal vez si no lo hubiera hecho, no me habría contagiado de esta enfermedad tan letal. Hay gente que vive después de contraer el VIH, todos los que han contraído vida, mueren eventualmente.
—Eso es estúpido.
—Sí, pero también es cierto. ¿Recuerdas cuando te juré que te esperaría?
—Sí.
—Pues aquí estoy.
—Yo te prometí amarte por siempre.
—Sí…
—Y te amo todavía.
—Probablemente «siempre» sería la palabra más utilizada si nuestra historia fuese un libro.
—O «Luz» —sonrió—. ¿Y todo esto a qué viene?
—Nada nos preocupaba cuando nos hicimos esa promesa. La hicimos y ya, sin importar la distancia o lo imposible que fuera.
—Éramos ignorantes de todo lo que nos rodeaba.
—Si la ignorancia es felicidad, con gusto lo seré, y con más gusto aún derrocharé ignorancia y te haré un millón de promesas acerca de nuestro amor.
—Alex, si me fuera hoy…
—Escucha lo que te digo, ya vas a empezar…
—No, escucha, sabelotodo; si me fuera hoy, me iría sabiendo que fui la persona más afortunada en el mundo.
—¿Ah sí? —respondí curioso.
—Sí, algunas personas buscan fama, otras hacer historia, otras ganarse la lotería y otras hacer una familia —inhaló aire como si le costara hablar—. Yo lo único que quería en mi vida era encontrar a alguien que me amara de verdad, como en los cuentos, como en las películas con final feliz y contigo siento que soy la protagonista de una película hermosa o de la más bonita canción. He cometido errores, algunos más fatales que otros y sí, hay un par de cosas que, si pudiera, cambiaría de inmediato, pero hay una cosa que hace de mi vida algo importante, hay algo que me hace especial y ese algo eres tú, Alejandro. Gracias por aceptarme con todos mis defectos.
—Todavía me cuesta acostumbrarme a tus chistes malos —la tomé de la mano y con la otra mano, dirigí su mirada a la mía—. Pero fuera de eso, eres perfecta y no me molestaría en lo absoluto verte todos los días de mi vida.
—Discúlpame si me pongo muy llorona últimamente, es un efecto secundario de la enfermedad.
—Disculpa si me pongo muy llorón, es un efecto secundario de haberme enamorado.
—Te amo.
—Te amo.
Me acerqué a su boca y besé sus labios, entre lágrimas y a través de todo contratiempo, como nunca la había besado antes. Entendí lo que Mike había dicho, hay de primeros besos a primeros besos, y aunque había besado antes a Lucía de pequeños o a Bárbara varias veces o a Alex alcoholizado, nada se comparaba a ese beso, mi primer beso de verdad, que demostraba que la teoría del hilo era correcta, que el destino no estaba equivocado y que no importaba que tan lejos o si en otra vida, si Luz estaba lejos, yo la volvería a encontrar; hay tres tipos de amores en la vida y Lucía es el amor de mi vida.