Cien cartas perdidas

Carta 4

 

En las noches tengo pesadillas, no sé de qué, ellas son un lienzo en blanco y, por lo tanto, no sé qué es lo que tortura. No me gusta pelear contra algo en blanco, tampoco no saber quién es el enemigo. Es feo despertar pensando que ya no existís, que todo lo que fuiste quedo en algún lugar del mundo o en la nada misma.


 

Odio la sensación de olvido, a pesar de que ella sea mi mejor amiga y compañera hasta la eternidad. Siempre que voy a un lugar, cercioro que sea el día y la hora correcta por miedo a equivocarme, mi cabeza suele olvidar las cosas para luego engañarme, poniendo recuerdos falsos u olvidándolos.


 

La palabra olvidar me da escalofríos.


 

Desde que tengo uso de la razón escribo si algo me pasa en el día, por si acaso lo olvido. Nunca hubo un día en el que me haya olvidado escribir o tal vez no lo recuerdo, pero creo que mi cabeza lo único que no me permite olvidar es el escribir.  Puedo estar en un lugar y olvidar que carajos vine hacer, porque si, de repente levanto la vista o cruzo una puerta y es "Y ahora qué", entonces me toca leer mi cuaderno, y allí con letra chueca y fea están escritas mis memoras. Otras veces puedo despertarme de una siesta o dormir toda la noche y olvidar quien soy, por eso también me da miedo dormir. Puedo olvidar y releer mi cuaderno un millón de vece para recordar, pero esa pregunta nunca se responde.

Siempre me olvido de escribir quien soy.


 

Se mi nombre, edad y año en el que nací, pero eso no responde al ¿Quién soy? Una pregunta que me atormenta día y noche, y ya la escribí un centenar de veces, espero un día responderla, porque los nadie quedan en el olvido. Cuando me vaya no creo que la gente me recuerde si tan solo fui nada, porque es así: a los nadie no los recuerdan, con la muerte nuestro recuerdo se va yendo hasta quedar en la inexistencia.


 

Quiero saber quién soy, descubrir que quiero que sea de mí y no olvidarlo para así poder, aunque sea, que la gente me recuerde hasta el fin de la historia. Si no me recuerdo a mí mismo, por lo menos la gente me recordara a mí. Entonces me voy a poder ir en paz sabiendo que deje una marca en lo que alguna vez fue un mundo, a pesar de que ese mundo va a llegar a quedar en la nada misma, porque un día la destrucción llegara a él y la marca que deje quedara en el olvido, junto a muchos olvidos más.


 

¿Cuántos nadie habrá desperdigados por el mundo? ¿Cuántas veces el olvido me atemorizo? Ya perdí la cuenta.


 

La carta número cinco la encontraras en el lugar que siempre olvidas, aquel que tu mente se encargó de esconder ¿Por protección tal vez? Sera difícil, recuérdalo y apúrate en hallarla.


 

-E. R




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