Cinco Elementos. El Viaje de Antorique.

29. Le Mat, Le Diable...

—¿¡Pero qué carajo estás haciendo aquí, enana acosadora!?

—¡Ja! ¡Incapaz de detectarme, magucho de pacotilla! “Fúndete con las plantas, sus tallos…” me enseñó La Señora —Jasmine hablaba con la madurez forzada que al parecer era en ella una constante—. “…observa dentro tuyo, siente el aroma de las flores, se una con…”

—¡Oh! ¡No me cuentes tu vida y vete ya! ¡Psicópata infantil! ¡Acabas de joder mi plan de pasar desapercibido!

—¡Vagabundo malagradecido! ¡Arrepiéntete, y agradece a mí y a Babi que te quitamos a los raritos esos de encima! Por poco y te confundo con uno de lo no muertos ¡Suerte que ellos se ven más vitales que tú! ¡Mie-do-si-to!

—¡Ah! Baja el volumen del silbato que tienes por voz. Toma a Babi y vuelve a Cumbre de Lirio. ¡Este lugar es peligroso, enana!

—¡Peligroso para ti! Que te paralizas de terror por un par de criaturas feas y demacradas, como si no estuvieses así tú, vagabundo… —El discurso de la chica se apagó cuando vio a Babi salir del espacio tomado por Castellanos, con aspecto de no haber dormido ni comido en tres días.

—¡Que es peligroso, niña!

—Babi… —dijo la niña cambiando bruscamente el tono de voz, acercándose con ojos humedecidos al decaído toro—. ¡Lo siento, toro bonito…! —se disculpó preocupada, sacando un montón de pasto de su pequeño bolso y ofreciéndoselo a la noble bestia en la boca.

—Lo siento, Jasmine… Pero, debes irte ya —dijo Tori serio.

—Pero…

—¡Me estorbas!

—… —Lágrimas empezaron a brotar de los ojos de la chica, quién se esforzó por contener el llanto.

—¡Oh! ¡Está bien! Cuando regrese a Cumbre de Lirio te enseñaré… la Bola de Fuego… —Tori habló sintiendo que su cara se caía al escuchar las palabras que salían de su boca.

La chica se limpió las lágrimas que mojaban su rostro, movió la nariz de un lado a otro y haciendo un esfuerzo retomó su habitual postura inquisidora.

—¡Muy bien! ¡Entonces deja de andar de miedoso, ve, elimina al monstruo ese y vuelve al pueblo rápido, Vagabundo idiota! —declaró finalmente Jasmine, apuntando a Tori con dedo acusador.

El vagabundo se limitó a sonreír y asentir levemente con la cabeza. Entonces la niña tomó el camino de vuelta junto al cansado Babi. Tori la observó alejarse, asegurándose que la “pequeña psicópata” no intentase algún movimiento extraño. Al perderla de vista, volvió a encarar su destino.

—“No andes de miedoso”, ¡Ja!... la mocosa tiene razón. Si no voy a disfrutarlo no tiene sentido —murmuró el vagabundo golpeándose la cara con las palmas de las manos. Quizá, sin quererlo, Jasmine había aportado más de lo que había arruinado… Quizá—. ¡Lo siento, fantasmas! Los atenderé luego, tengo un demonio con el que jugar —continuó bajando al mínimo la intensidad de la flama de “Ver en la oscuridad” y activando “Visión verdadera”.

De seguro Castellanos ya había notado la intromisión en “su” territorio. Sin embargo, eso no significaba que el ataque sorpresa hubiese necesariamente fracasado.

 

Carlino Castellanos se acercó pausadamente a Caterina Bellini, la última de los siete Espadas de la Fe, que se mantenía en pie. El demonio sabía que a la mujer no le quedaba mucho, así que decidió disfrutar de su último asesinato. Grande fue su decepción cuando vio a la chica caer de bruces al suelo, su cuerpo incapaz incluso de sufrir.

—Hm… Lamentable —dijo Castellanos, aburrido—. De cualquier forma, supongo que, luego de Marco de Luca, sigues tú, como premio por haber sido la última en pie. —El demonio tenía planes para sus recientes víctimas—. Agradezco todo el alimento y energía renovada que me han traído ¡Oh! Espadas de la Fe… Pero aún pueden hacer algo importante por mí —dijo con una sonrisa perversa, dirigiéndose a sus inertes interlocutores.

Cuando, a paso lento alcanzó el rango del cuerpo de Caterina Bellini, se dispuso a preparar su pequeño ritual. Sin embargo, una leve disrupción energética le hizo cambiar su foco de atención.

De sus no muertos apostados al norte, cuatro o cinco habían caído rápidamente, lo que significaba sin duda que alguien había atravesado la barrera. Lo curioso era que tomando en cuenta los tiempos esto había sucedido una vez el mismo la hubiese cerrado, para atrapar a los miembros de la Espada.

Castellanos, con sus espíritu recuperado del leve daño que alcanzó a sufrir antes de esquivar a último momento el “Castigo Divino” de Sofía Romano, se tomó además, un par de segundos para fortalecerse aún más tomando energía demoníaca de su barrera, y digiriendo un poco más la de sus últimas víctimas. La energía de los miembros de la espada, aumentaba sus conocimientos, fortaleza y regeneración, además de proveerle una sensación deliciosa, como aquel que prueba por primera vez un exquisito caviar.

Sorprendió al demonio que ni sus no muertos, ni la barrera que había levantado detectaran el lugar preciso donde se encontraba el invasor.

“¿Escapó?”, pensó por unos segundos. Pero su instinto le hizo desechar la idea.

Por un lado —a pesar de  sentirse más confiado y fuerte que nunca— no quería dejar espacio para un ataque sorpresa, y por otro, más importante: Si había otro incauto entrometido en “su” territorio no perdería oportunidad de aprovechar los “nutrientes” de aquel pobre sujeto, y —en caso de que valiera la pena— convertirlo en su esclavo.

Así, caminó cuidadosamente por la zona boscosa del terreno. No se acercó en demasía a la ruta, pues hacerlo significaba exposición innecesaria, y dudaba que su presa no tuviese eso en consideración. Se esforzó entonces por ser cauteloso al andar. El cuerpo de Carlino Castellanos era robusto, lo que hacía sus pisadas sonoras sobre el pasto en el silencioso bosque.

“Los magos hacen algo similar a…”, pensó mientras proyectaba a su alrededor una burbuja de qi e intentaba expandirla para aumentar la precisión de su búsqueda.

Las barreras humanas, a excepción de la Metálica, aún no le eran sencillas de utilizar, menos aún de expandir a gran escala. Esto le llevó a concentrar finalmente su atención en sus sentidos humanos —que ya de por sí había agudizado mucho luego de alimentarse de tantas víctimas—, antes de desgastarse en una barrera incómoda y probablemente poco  efectiva aun.



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En el texto hay: fantasia, viajes, magia

Editado: 25.04.2024

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