Cinco flores coreanas

Capítulo 11: Fan Service

Pasado el mediodía, Domi entró al dormitorio, trayendo consigo algo de comida. Encontró a Ana en pijama sentada ante el escritorio rodeada de libros y cuadernos de notas.

—¿Todavía en casa?— saludó.

—Síp. No tuve que asistir a las tutorías hoy. Qué suerte ¿no? Con tanto trabajo pendiente que tengo...— saludó Ana sin voltear a verla.

"Un día normal en su vida— pensó Domi—, quizás un poco más intenso…"

Se acercaban los exámenes, y cuando esa fecha llegaba Ana olvidaba todo: comer, bañarse, sus acostumbrados encuentros y la vida. Y Domi la entendía, no era nada fácil mantener una beca.

Al sentir un aumento repentino de calor cerca del rostro, Ana se volvió. Domi estaba junto a ella tendiéndole una bolsa.

—¡Gracias!— Aceptó Ana gustosa.

—Esperé y esperé sentada en el comedor— Domi, agotada, dejó caer bolso y libros sobre la cama—, al ver que no llegabas, ni respondías mis mensajes, deduje que estabas muy ocupada— finalizó dejándose caer también, sobre el colchón.

—Gracias— repitió la latina haciendo un lugar en el escritorio para la comida—. ¿No vas a ducharte primero? Hace tanto calor...

Domi gimió y se revolvió como una niña entre las sábanas.

—¡No quiero! ¡La semana terminó y quiero dormir hasta morir! ¡Ana!— gritó de pronto irguiéndose sobre la cama.

—¡¡¡Qué!!!— reaccionó espantada la aludida.

Domi, feliz, atrajo hacia ella el bolso y extrajo de él su diario.—¡Sabía que tenía algo importante que mostrarte!— dijo hojeando el ornamentado cuadernillo.—¡Obtuve otro autógrafo!

—¡Ah, mujer! ¡Me vas a matar del corazón uno de estos días!— la reprendió Ana lanzándole uno de sus cojines. Luego, echó un vistazo a la página del diario.

—¿Y este de quién es?

—Ah, ¿no te he dicho?

—Nop— respondió devolviéndole el cuadernillo y retomando sus tareas.

—¡Un miembro de F.zone va a estudiar en nuestra universidad!

—¿Sí?— se enfrascó Ana en sus notas, restando interés a las palabras de la joven.

—¿Recuerdas la semana pasada? Cuando estábamos en la cafetería y de pronto todo el campus entró en caos...— era tarde, Domi notó como Ana se había perdido ya por los senderos del estudio—.  Hablaremos luego de ello— dijo desvistiéndose—.Pensé invitarte a tomar algo con unas compañeras esta noche pero...tu sigue estudiando— hablaba Domi a sabiendas de que nadie la escuchaba ya.

~¤~

Jungji y Sooje esperaban sentados en un extremo del estudio fotográfico. Pese a estar uno junto al otro, ambos estaban ocupados con sus propios asuntos. Jungji examinaba una revista de moda, entre tanto, Sooje observaba embelesado la sesión de fotos de Mingun.

—¿Cómo le hace para lucir siempre perfecto?— comentó Sooje— Parece que no hay forma en la que pueda lucir mal.

—Dímelo a mí— expresó Jungji decepcionado—. El otro día, en casa de su madre, le tomé unas fotos mientras dormía abrazado a sus ositos de peluche.

—¡Lo hiciste!— rio Sooje divertido.

—¡Por supuesto!— asintió Jungji con naturalidad—. El muy desgraciado, hace poco publicó una foto mía "durmiendo la resaca", ¡así la tituló!— enfatizó el idol con desprecio.

—¡Ah! Ustedes son insufribles. ¡Nunca paran!

La sesión de fotos de Mingun terminó, el fotógrafo anunció unos breves minutos de receso antes de iniciar con las tomas en grupo, y el vocalista se dirigió hacia la mesa de snacks.

—Quería venganza pero el condenado lucía tan bien que... ¡sentí que en lugar de un mal le estaba haciendo un favor!

—Ya.

—En fin, igual esta mañana las publiqué— volvió a la revista.

—¿Lo hiciste? ¿Se habrá dado cuenta?

—No creo— comentó Jungji restándole importancia al asunto y centrándose más en las imágenes de la sección de ropa para hombres.

—¡¡Jungji!!— tronó Mingun del otro lado de la habitación.

—Creo que ya lo notó— advirtió Sooje.

Jungji se volvió con expresión inocente.

—¿Sí?

Mingun, hecho una fiera, se dirigía hacia el imprudente idol, sosteniendo su smartphone.

—¡¿Por qué colgaste esto?!— exclamó Mingun desesperado, mostrándole la foto en la pantalla del aparato.

—¿Qué tiene? Te veías tan adorable que no me pude resistir... y lo compartí.

—¡Te voy a matar Jungji!— gritó lanzándose sobre su compañero, pero Sooje lo contuvo colocando su cuerpo en medio.

—Cálmate, Mingun, este no es el lugar...

—Sí, Mingun, cálmate. No sé por qué te enojas— expresó Jungji cerrando la revista—. Creí que disfrutabas colgando fotos indiscretas de tus compañeros en la red.

—¡Eres un maldito!— bramó Mingun intentando alcanzar al artista por encima de Sooje.

—¡Mingun, por favor, ya! ¡Déjalo!— intentó hacerlo entrar en razón Sooje.

—Vaya… pero, ¿por qué sobreactúas? Si colgaras fotos mías tan lindas como esas, yo te lo agradecería— continuó Jungji.

—¡Jungji, déjalo ya!— regañó Sooje al irritante artista, mientras sujetaba a Mingun con todas sus fuerzas.

El asistente del fotógrafo asomó el rostro y todos se congelaron por un momento.

—¿Dónde están los demás?— preguntó observando el curioso cuadro formado por los artistas: Jungji sentado, relajado; Mingun enojado a punto de arrancarle la cabeza mientras Sooje lo contenía a duras penas.

—Están...? ¿... todo bien?— preguntó el asistente confundido.

—Sí, claro— respondió Sooje por los tres, mientras Mingun recobrara la compostura.

—Los demás deben estar afuera— respondió Jungji a la primera pregunta del muchacho.

—Ah, gracias. Iniciaremos con las fotos en grupo en 15 minutos— anunció el asistente—. Iré a avisar a los demás— .Y una vez más, reparó en el rostro incómodo y enrojecido de Mingun—. ¿Seguro que todo está bien?

—Sí, por supuesto. Ve tranquilo— sonrió Sooje.

En cuanto el chico salió, Mingun arrancó la revista de las manos de Jungji y la rompió en mil pedazos.




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