Cinco inviernos después de ti

Capítulo 02: ¿Qué haces tú aquí?

Con tristeza en el corazón, suspiró. 

Miró con una sonrisa a la pequeña que se encontraba radiando felicidad de lo emocionada que estaba.

—Papá —habló para llamar su atención—, ¿llevas todo? No queremos que se nos olvide algo y tengamos que regresar como la vez pasada.

Yuuri rio bajito, su hija siempre recordándole las cosas para que no cometiera los mismos errores.

—Claro, cariño —le contestó sonriente al mismo tiempo en que le acariciaba sus cabellos—. ¿Estás segura que no se te olvida nada?

—¡Por supuesto que no! Estoy cien por ciento segura de que llevo todo —afirmó con firmeza, ya deseaba ir a la pista

Ambos salieron del departamento y se dirigieron a su destino. Durante el camino, Yuuko —nombre que llevaba la menor— no paraba de hablar sobre lo increíble que era deslizarse sobre la gruesa capa de hielo e intentar dar algunos saltos.

El adulto la escuchaba con atención, mostrándole su interés respecto a lo que platicaba su hija. Adoraba que ésta disfrutara aquel hermoso deporte que, lamentablemente, él había dejado hace mucho tiempo.

Por alguna razón, vino a su mente un recuerdo de cuando todavía tenía los ánimos para adentrarse en la pista.

«—¡Vamos, Yuuri! No te vas a caer —le animaba aquel joven de nacionalidad rusa para que fuera hacia él y patinara

—¡No! —repuso negativo, evitando acercarse—. ¿Y si me caigo?

—No caerás, porque aquí estoy yo para evitarlo —explicó, regalándole una sonrisa tan brillante, que el japonés creyó que sus ojos quedarían ciegos ante tal luz».

Se puso erguido, sobresaltado por la memoria que había recordado. Suspiró cansado, odiaba volver a ver aquellos momentos que tuvo alguna vez al lado de su exesposo.

—¿Papá? —dijo casi susurrando la pequeña, preocupada por la expresión triste que ahora cargaba su progenitor

El joven hombre la miró y restableció su sonriente rostro para no quitarle la tranquilidad a la chiquilla, aunque aparentaba estar bien, por dentro lo único que deseaba era olvidarlo todo.

—¡Mira, papá, ya llegamos! —señaló gritando de emoción la niña

Soltando su mano, corrió hacia la entrada del lugar y agitó las manos repetidas veces saludando a su padre. Éste le dedicó una muy sincera sonrisa y movió la mano para devolverle el gesto.

Sin quedarse atrás, apresuró el paso para no perder de vista a la infante. 

Entró rápidamente al lugar y vio cómo la nena pedía un par de patines a su medida para poder darles uso una vez adentro de la pista.

Pasó por la recepción saludando amablemente a la chica que atendía y se dirigió a donde su hija se encontraba poniéndose los zapatos especiales para luego irse a disfrutar de su estadía. 

Yuuri se sentó en una de las gradas, acomodándose para poner la mochila de compartían ambos para cargar algo de agua y comida cada vez que iban allí.

Vio con ternura a la criatura, le hacía feliz saber que aún quedaba alguien que se preocupara por él y le quisiera de verdad.

Pasaron ahí cerca de una hora, y cuando por fin decidieron volver a su hogar, a la chica se le dio por regresar a la pista para recoger algo que había dejado.

Había comenzado a caminar con rapidez y descuido, dando lugar a que se tropezara con otra persona, y así fue.

—L-lo siento —se disculpó apenada la niña luego de haber caído por el golpe

Alzó la vista, encontrándose con un hombre mayor que sólo había sido desequilibrado por el tropiezo de la menor. Él la vio con sorpresa, y sonrió sin ninguna muestra de molestia.

Le extendió la mano para apoyarla a reincorporarse, Yuuko dudó por un segundo pero terminó por aceptar la amabilidad del extraño.

—No te preocupes —dijo con suavidad aquel señor después de que ella recobrara la postura—, fue un accidente.

El desconocido apoyó sus manos sobre sus muslos para achicar su altura con tal de quedar casi de la misma estatura, la cría adornó sus labios con una tímida sonrisa.

—¡Yuuko! —alguien gritó su nombre, llamándola

La susodicha se giró hacia atrás, viendo a su padre preocupado por no haberla encontrado cerca suyo al terminar de devolver los patines.

Pensó que estaría enfadado por haberse ido sin avisar, pero lo único que notaba en la cara de el adulto fue una expresión que ella no pudo descifrar.

—¿Yuuri?

Volteó en dirección al hombre que a penas había conocido, totalmente sorprendida de que éste supiera el nombre de su padre. 

—Víctor... 

La pequeña se hallaba enormemente desconcertada, ¿de dónde se conocían? ¿Cómo era que nunca había visto a ese señor si era amigo de su papá? Quería preguntar, pero algo había en el ambiente que le decía que no era conveniente hacerlo.

—P-papá —llamó—, ¿quién es este señor?

Aquella persona desconocida alzó una ceja, extrañado de sus palabras.

—Un momento... —exclamó—, acaso... ¿ella... te acaba de llamar «papá»?

Las expresiones de los mayores no tenían forma de describirse: su padre estaba más que sorprendido, aunque temblaban levemente sus manos; en cambio, el de cabellos plateados tenía una mirada atónita, su vista fue de la niña hacia su antiguo marido.

La menor no comprendía nada de lo que estaba sucediendo. Mientras tanto, Víctor iba disminuyendo poco a poco la distancia que los separaba conforme a cada paso que daba.

Se acercó aún estupefacto al más bajo, queriendo una explicación a su pregunta. Y el de lentes soltó un pesado suspiro antes de mirarlo y hablar.

 —¿Qué haces tú aquí? —fue lo único que pudo salir de la boca del japonés 



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En el texto hay: romance, yuri on ice, tristeza drama

Editado: 28.02.2022

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