—Es bueno saberlo —Respondio Vitale, sintiendose un poco más relajado—. Escúcheme, me gustaría que trabajemos juntos.
Mark cruzó los brazos y sonrió, una expresión que mezclaba diversión con desafío.
—¿Quieres que seamos socios? ¿Sabes que soy uno de los narcotraficantes más poderosos de la ciudad? —pregunto con un tono imponente—. ¿Tu en qué me podrías aportar?
Vitale lo miro fijamente, su mirada fría. Sabía que estaba en una zona peligrosa, pero no iba a retroceder.
—Eh trabajado con gente así de poderosa —su voz era firme—. Trabaje para los Bellini, Estuve en bandas criminales....tengo experiencia.
Mark arqueó una ceja, evaluando a Vitale como si fuera una pieza en un tablero de ajedrez, la sonrisa se desvanecio un poco. Reemplazada por una expresión mas seria.
—¿Trabajaste para el capo Bellini? —Dijo,su voz cargada de curiosidad—. Eso suena interesante. ¿Dime qué es lo que te hizo querer ser mi aliado?
Vitale suspiro y decidió ser más directo.
—Estoy necesitando dinero —Confeso, su voz firme—. se cómo funciona este mundo. Desde muy joven me involucre en lo criminal.
Mark lo miro fijamente, evaluando no solo sus palabras, sino también la intensidad en sus ojos.
—¿Cuales son tus cualidades? —Pregunto mantenimiento un tono inquisitivo—. Si trabajaste para Bellini deberías tener algo de dinero.
—Soy capaz de manejar un problema por mi cuenta —La voz de Vitale no dejaba de estar firme—. me las arreglo solo. Caí en prisión porque Bellini me traicionó, hace muy poco tiempo salí. Y tengo que recuperar lo que perdí.
Mark frunció el ceño, la traición resonaba con el. Había estado en situaciones similares.
—Esta bien —Se levanto de su asiento con determinación— Te echaré una mano, trabajemos juntos. Yo hago los negocios y tú el trabajo sucio. Ganaremos dinero.
Vitale sonrió, aunque su expresión seguía siendo seria. Consciente de lo que hacía.
—Me parece bien que seamos socios. —Respondio, estrechando la mano de Mark con firmeza—.
Mark asintió lentamente, le dijo que lo vería mañana por la mañana. Mark sentía el peso del acuerdo entre ellos. Sabía que cada desicion tenía sus consecuencias, pero había algo en la determinación de Vitale que le decía que podría ser útil.
—Cuidado —Advirtio Mark—. En este negocio, las cosas pueden volverse complicadas rápido.
Vitale escucho lo que dijo Mark y solo lo miro, salió de la sala y salió del edificio. Sintiéndose más relajado al saber que podrá retomar su camino y lo que más anhelaba: Recuperar su vida y demostrar que no estaba acabado.
Ya era mediodía, el sol empezaba a pegar más fuerte. Vitale decidio regresar al lugar en el que por ahora debía quedarse. Sintiendo como el calor le daba un nuevo impulso.
Regreso al barrio, un gran silencio......solo escucho el crujir de sus pasos. Esté llegó y abrió la puerta, se encontro a Domenico de vuelta.
—Vitale regresaste! ¿Dime cómo te fue con Mark? —Exclamo Domenico, su curiosidad evidente en cada palabra.
Vitale se sentó en una silla desgastada, sintiendo como la madera crujía bajo su peso. Espero unos momentos, buscando las palabras adecuadas antes de responder.
—Lo consegui. Ahora somos socios. Mañana quiere verme: parece que tiene algún trabajo.
El rostro de Domenico se torno serio . —No sé si eso es bueno o malo, el mundo criminal es complicado. Un mal paso puede hacerte perder todo... tal como te paso.
—No necesito que me lo recuerdes —Dijo Vitale. Su voz cargada de frustración.
Se levantó abruptamente, dejando la silla atrás. Sin almorzar nada, se dirigió a su habitación, sintiendo como la frialdad comenzaba a apoderarse de el. Solo quería que llegara el día siguiente para ganar el dinero que tanto anhelaba.
Se sentó en su cama un poco estresado, el no quería verse malo ante Domenico: al final, era su amigo de confianza. Tal vez reacciono así porque estaba un poco estresado.
Vitale tomo un libro polvoriento que descansaba en una mesita. Un viejo thriller que siempre le había gustado. Al abrirlo, las páginas crujieron suavemente. Intento sumergirse en la trama dejando atrás sus pensamientos.
Mientras leía. Sintió como la tensión en sus hombros comenzaban a aflojarse, aunque su mente seguía divagando entre las palabras impresas. Las horas pasaron sin que el se diera cuenta: el sol se deslizó por la ventana, tiñendo la habitación con un cálido resplandor amarillento y luego desvaneciéndose lentamente.
Al cerrar el libro después de lo que pareció un instante y una eternidad a la vez, Vitale se dió cuenta de cuánto tiempo había pasado. Su mente aún estaba llena de pensamientos y el futuro incierto que le esperaba, pero al menos había logrado sentirse mejor con ese libro.
Mientras tanto, en otro punto de la ciudad, donde lo ilegal prevalecía, el capo Geovanny Bellini, conocido como uno de los hombres más respetados en sus tiempos dorados, se encontraba recluido en su lujosa mansión. Sus paredes estaban adornadas con obras de arte valiosas y muebles opulentos: en el garaje, relucian autos clásicos que hablaban del poder y la riqueza que había acumulado a lo largo de los años.
Hombres leales a Bellini se agrupaban en los jardines bien cuidados, conversando en voz baja mientras intercambiaban miradas cautelosas. La atmósfera estaba cargada con un aire de tensión: sabían que cualquier error podía costarles caro. En una habitación apartada de la casa, Bellini atendía problemas mafiosos con una calma fría y calculada. A pesar de su avanzada edad, su voz seguía siendo autoritaria.
—Necesitamos resolver esto rápido —Dijo uno de sus hombres, nervioso mientras ajustaba su corbata—. No podemos permitir que se nos escape esté trato.
Bellini lo miro fijamente, sus ojos oscuros llenos de sabiduría y peligro. —La paciencia es clave en nuestro negocio —Respondio—. Un movimiento en falso podría arruinarlo todo.
El hombre de Bellini quedó pensando un momento, sopesando sus palabras, hasta que finalmente decidió darle una noticia importante.
Editado: 06.01.2025