Luego de cometer su primer crimen tras tanto tiempo, Vitale condujo hasta el edificio de Mark. Se estacionó y salió del coche, respirando hondo antes de entrar.
Al cruzar la puerta del edificio, subió rápidamente las escaleras hasta el cuarto de Mark. Sin siquiera tocar la puerta, empujó con fuerza y entro. Mark estaba hablando por teléfono; al ver a Vitale, colgó inmediatamente, su expresión cambiando de sorpresa a cautela.
—Si, hablamos luego —dijo Mark, dejando caer el teléfono sobre la mesa.
Vitale se acercó. Sin despegar su mirada de el.
—Esta echo... —le dijo con voz grave— Carter está echo polvo.
A Mark se le formó una sonrisa siniestra al escuchar las palabras de Vitale. Apoyó sus manos en el escritorio y se levantó lentamente. Tomó los billetes que había dejado sobre la mesa, sus dedos acariciando el dinero con avidez.
—Aqui tienes —dijo, extendiendo los billetes hacia Vitale—. Has echo un buen trabajo. Quizá ahora podamos reforzar nuestra alianza...
Vitale miró los billetes, sintiendo una mezcla de satisfacción y cautela; su paga había sido lo prometido.
—Escúcheme... Si necesita algún trabajo, solo tiene que avisarme —Respondio, mantenimiento una mirada seria.
Vitale guardó los billetes en el interior de su chaqueta con un gesto rápido. Antes de retirarse, se detuvo un momento para dar más información de cómo contactarlo.
—Me hospedare en el Hotel Hazel, si me necesita, llamé al hotel y pregunte por mi — asegurándose que Mark lo escuchará bien.
—Por supuesto, cuando te necesite, yo te avisaré —respondio Mark con una sonrisa calculadora—. Por cierto... si gustas, quédate con el auto.
Vitale asintió, sintiendo alivio y determinación, se retiró del lugar con la paga en su poder, listo para comenzar su propia vida de nuevo, pudiendo vivir solo y no depender de alguien mas. Pero antes de hospedarse en el hotel, debía hacer una parada.
Volvía al barrio, a ver a su amigo de confianza Domenico. Freno poco a poco su Renault frente a la casa, escuchando el crujido de las piedras bajo las ruedas mientras el auto avanzaba lentamente.
Cuando se detuvo por completo, notó a Domenico afuera de su casa, iluminado por la suave luz de la luna que caía sobre el. Vitale se bajó del auto y camino hacia su amigo, sintiendo la brisa fresca de la noche. El clima era admirable, un alivio después de días tensos.
—¡Domenico! —Saludo Vitale.
La luz de la luna reflejaba cada sombra, y Domenico se sorprendió al ver a Vitale llegar en un auto. Su expresión cambio de incredulidad a una sonrisa.
—¡Wow, hasta que llegaste! —Exclamo mientras se fumaba un cigarro, dejando escapar una bocanada de humo que se mezclaba con la brisa nocturna—. Pensé que ya no regresarías.
Vitale se acercó a el con un aire relajado y ambos se saludaron con un firme apretón de manos.
—Oye... ¿qué crees que estás haciendo? —dijo, mirando con curiosidad el cigarro entre los dedos de Domenico—. Ya deja eso maldición.
Domenico dejó caer el cigarro al suelo, aplastandolo con la punta de su bota, y soltó una risa ligera.
—Veo que te fue muy bien con Mark Blaze —dijo, observando el auto—. Si no me equivoco.
—Si... por ahora todo marcha bien —Respondio, señalando el auto— esto es solo el inicio. Creo que ahora ya tenemos más confianza para ser mejores socios.
Domenico arqueó una ceja, esbozando una sonrisa.
—Te felicito, amigo... Habrás conseguido más dinero que yo en meses —dejo escapar una risa.
La brisa suave traía consigo el murmullo lejano de la ciudad.
—Solo quería agradecerte por haberme hospedado en tu casa... Ahora ya tengo para alquilar en un hotel, estaré en el Hotel Hazel. —Dijo Vitale.
—Ese hotel es maravilloso, tiene una gran vista a la playa... Y por lo del hospedaje, no es nada, eres mi amigo y fue lo menos que pude hacer.
Vitale observó a su amigo con preocupación; noto la frustración y el cansancio en su rostro. No dudó en ofrecerle una salida.
—Te veo cansado y frustrado —dijo, inclinándose un poco hacia el—. ¿Porque no trabajas conmigo en esto? Cómo antes, o al menos ayúdame cuando tengo que hacer un trabajo sucio.
Domenico frunció el ceño, dudando.
—No lo sé... ¿Y si me asesinan en un futuro crimen? —Respondio con sarcasmo.
Vitale sonrió con desafío.
—El Domenico de antes no tenía miedo —replico—. Trabajaba para la mafia más poderosa de la ciudad, y ¿Vienes a decirme ahora que tienes miedo?
Domenico soltó una risa seca.
—Es difícil, pero tranquilo —dijo, encogiendose de hombros—. Si necesitas ayuda, con gusto lo haré. Aunque trabajar para un jefe... eso aún no lo sé
Vitale lo miro con curiosidad.
—Vamos, Domenico. Sabes que siempre has sido bueno en esto.
Domenico suspiró, mirando hacia el horizonte donde las luces de la ciudad titilaban como estrellas lejanas.
—la última vez que me involucre en éso, termine en un gran lío —Su voz grave, reflejando la seriedad del momento.
Vitale caminó hacia su auto, deteniéndose un momento antes de subirse. Miro a Domenico con seriedad.
—No sé muy bien que pasó con tu vida luego de que yo cayera preso —prosiguió—. Solo sé que en ese tiempo todavía trabajabas para Bellini. Si el te intimo de algúna manera. No te dejes, piensa en lo que te eh dicho.
Con esas palabras resonando en el aire, se subió al auto y se marcho del lugar. Dejando a Domenico solo con sus pensamientos.
Domenico permaneció allí, reflexionando sobre las advertencias de Vitale. Las palabras retumbaban en su mente mientras contemplaba la vida que había llevado. El crimen podría ofrecerle dinero rápido, una forma de salir adelante, pero también traía consigo riesgos. Sabía que te tenía que tomar pronto una decisión.
Vitale hizo lo suyo; alquiló un cuarto en el Hotel Hazel y compró algo de ropa nueva en el camino, aunque sabía que la que llevaba puesta era su verdadero estilo, algo que no cambiaría fácilmente.
Editado: 06.01.2025