—¿Cómo podría olvidar algo tan importante?
—Aún... —estaba claramente asombrado por mis palabras —Aún no estás preparada para saberlo...
—¡¿Qué?! —no podía creer que él realmente haya dicho eso... —Si estoy preparada.
—Si eso que tanto anhelas saber destruyera todo lazo con tu seres más queridos, quebrantara la confianza que tienes en toda vida humana que te rodea y sembrara en tu ser la más terrible llama del temor... —su expresión no tenía ni una pizca de tristeza o temor, era solo un rostro de sentimientos vacíos—¿Aún sabiendo esto estás segura de que quieres escuchar lo que tanto esconde esta ciudad?
No voy a negar que dudé por un segundo si debería o no saberlo... Pero aún así ignorancia es algo que no puedo permitirme...
—Estoy segura de que lo que tienes para decirme no me afectará, mi familia es la más amable y considerada del mundo, ellos no podrían hacer tales cosas...
—Lo sabía... —sonrió, pero no era una sonrisa de felicidad o burlona, era de angustia —¿Cómo podría alguien como yo derrumbar... como una simple brisa manda a volar un castillo de naipes... ese amor, esa confianza, esa felicidad que yo nunca tuve la suerte de vivir?
—¿Eres huérfano? —pregunté por impulso y asombro... Sin darme cuenta de la falta de consideración que mis palabras arrastraban.
—Eso no importa... —suspiró y se levantó del muro del ventanal —No estas lista, de mi boca no oirás ni una palabra más de este tema.
—Entonces vendré acá todos los días que tenga escuela... Hasta que logres darte cuenta de que sí puedo soportar todo lo que me digas...
—No se si lo dices por determinación o porque no te gusta andar con tus compañeras de salón —soltó una pequeña risa.
—Claro que no —reí también.
Aphrodite quien nos observaba a menos de dos metros de nosotros con la mirada más seria que de costumbre se acercó a él con un libro en brazos.
—Bastián... ¿Recuerdas el libro que me recomendaste la semana pasada?
—Claro...
Cada vez me sentía más fuera de lugar... Tal vez era su conversación sobre un libro que no había leído nunca, o que ellos claramente eran cercanos y yo solo era una extraña que se interponía en sus vidas. Sentí la necesidad de dejarlos en su conversación y regresar a mi vida de colegiala...
Salí de la Biblioteca, dejando cada vez más atrás las voces de Aphrodite y Bastián...
Los árboles y arbustos del jardín de la escuela estaban llenos de flores... Estábamos en Primavera, cuando las plantas sacan sus pinceles y le dan colores al paisaje, como si vistieran elegantes trajes o vestidos, todo un hermoso desfile para deleitar toda pupila que se posara en él. Y ahí estaba yo, con un vestido en blanco y negro, como si trazara un camino de hielo entre una enérgica oleada de colores. Inconscientemente me mostré a mi misma lo poco que encajo en este mundo... con un simple vestido, un vestido en blanco y negro.
—Ellen... —una persona estaba de pie frente a mí, sin embargo estaba tan sumida en mis pensamientos que no noté su presencia hasta que habló —¿En que piensas?
—¿Eh? —miré a Charlotte quién tenía rostro de preocupación —¡Oh! En nada...
—¿En nada y recién te das cuenta de que estaba acá? —suspiró y esbozó una sonrisa —Me dijeron por ahí que a causa de un informe Arian fue a la mansión Hochadel ayer, y hoy se sentía mal y no vino al colegio... ¿Qué ocurrió realmente?
—Bastiá... —me rectifiqué —El fantasma cree que pudo haber sido una alergia a un caramelo de fresa...
—¿A un caramelo de fresa? ¿Es que acaso no se dió cuenta de que el caramelo que se iba a comer era de algo a lo que era alérgico? —se sentó frente a un árbol de flores azules y me hizo una señal para sentarme a su lado.
—Se había tomado un café antes... el caramelo no le sabía a nada entonces, por eso no se dió cuenta...
—Un momento... ¿Acaso dijiste hace un momento "el fantasma"? —dijo asombrada —¿Cuántas veces lo has visto ya? ¿Hablaste con él?
—Qué rápido te olvidaste de Arian —reí —Mmm... creo que lo he visto dos veces, y sí, he hablado con él...
—¡Wow! No deberías ir más... —dijo de repente —Al paso que vas te va a hipnotizar para que acabes como él...
—¿Qué? —me levanté del asiento.
—Shhh... —me tomó del brazo y me sentó otra vez —¿No has oído aún la leyenda del fantasma?
—¿Leyenda?
—Bien, te lo contaré... —bajó el tono de su voz y se me acercó al oído —Hace ya muchos años... Cuando esta escuela apenas tenía el primer piso, se dió la historia que voy a contarte. Un niño cuya sangre pertenecía a los dos más célebres profesores de este colegio sufría de un extremo aislamiento social, con eso me refiero a que ningún noble quería tener nada que ver con él, la envidia que los de su clase le tenían por ser el más inteligente aumentó la negación que todos le hacían. Pasó casi toda su vida en la Biblioteca, en un rincón entre dos de las más tupidas estanterías, allí donde nadie podía verlo a excepción de una pequeña lámpara de pared que casi rozaba el techo... Y llegó el día, nadie sabe cómo ocurrió, si fue asesinato o suicidio... solo se sabe que aquel niño fue encontrado sin vida colgado de la pequeña lámpara que lo vió crecer... Desde entonces dicha lámpara ha parpadeado como si tristeza o dolor sintiese...
Estaba tan sorprendida que no podía decir nada, ¿a esto se refería Bastián? ¿Faltará algo en esta historia que sólo él sabe?
—¿Te comieron la lengua los ratones?—rió —Esa es la razón por la que nadie se acerca a la Biblioteca... Y menos a la lámpara maldita. Aunque a decir verdad algunos por curiosidad van y... Los que entran nunca salen...
—¿Lo dices en serio?
—Claro que no, ¿te lo creíste? —rió a carcajadas —Algunos entran, pero salen horrorizados... Te aconsejo no ir más por allá...
—Gracias... Lo tomaré en cuenta —¿a quién engaño? Ahora tengo más ganas todavía de saber qué es lo que ocurre, mi aventura está comenzando...