Luego de las palabras sumamente alentadoras de mi padre tocamos al timbre que había en el gran muro de piedra junto a las grandes rejas. Acto seguido un hombre de edad aproximadamente joven vestido de mayordomo se pudo divisar.
—Bienvenidos sean familia Hochadel a la mansión Cleunthurm... La señorita Gaudie Legatti los está esperando adentro... —dijo mientras sacaba una llave de su bolsillo y abría el candado de la reja.
—Muchas gracias... —dijo cortésmente mi padre.
—Hermana... —susurró Cassian.
—¿Qué ocurre? —le respondí mientras me acercaba a él —No me digas que aún le tienes miedo al primo Magnus...
—¿Y si te digo que sí? Él desde pequeño fue muy cruel...
—No voy a negar que él era muy astuto, que, en vez de hacerte daño físico, causaba que te regañaran y que no tuvieras manera de probar de que fue él el que te inculpó... —suspiré —Era aterrador en ese sentido, ya que no hay dolor emocional como el de un "estoy decepcionado de ti" de parte de tus propios padres.
—¿Tú realmente crees que él haya cambiado? —dijo Cassian.
—Todo puede pasar... Aunque a decir verdad veo muy lejano ese cambio en Magnus...
Luego de caminar un rato por el gran camino de piedra entre extensos jardines pude ver la mansión Cleunthurm y la Funeraria... A las afueras de la mansión se podían distinguir unas dos siluetas, ya al acercarnos más pude delimitar que eran Gaudie y su esposo el Teniente Marcus, quienes nos saludaron con gran entusiasmo.
—¡Bienvenidos! —dijo Gaudie —¡Hermano, que bueno verte de nuevo, deberías visitarnos más seguido!
Gaudie Legatti von Hochadel hija de Callia Dyna von Kherdel y Caín Xavier von Hochadel. Ella a pesar de que vivió muy cerca de la Funeraria y el cementerio siempre tuvo una energía y alegría inexplicable. Su esposo es Marcus Frederick. Ellos dos tuvieron un solo hijo al que llamaron Magnus ya que es un nombre con ligero parecido al de su padre, queriendo así que él fuera un poco igual a Marcus, pero sin perder su esencia, su personalidad...
—Te ves muy joven, no pareces tener 63 años pareces de 17 hermana Gaudie.
—Tengo 53... Dion Cosmo von Hochadel —dijo Gaudie con una expresión muy tenebrosa.
—Buenos días tía Gaudie, Bueno días tío Marcus —dijimos a coro Cassian y yo.
—¿Cómo están mis niños? —recuperó rápidamente su expresión alegre y nos saludó.
—Hola—dijo serio el Teniente Marcus, como si no quisiera siquiera saludarnos.
Marcus Frederick von Cleunthurm, teniente de las fuerzas del orden. En esta ciudad no es común encontrarse con asesinatos, robos o consumo de drogas... Sin embargo, las malversaciones y venta ilegales son muy comunes... Así que las fuerzas del orden se dedican a arrestar a los que incumplen la ley... nadie sabe qué viene después de eso ya que nunca han
visto regresar a nadie de los que se van. El tío Cleunthurm es muy aterrador por fuera, pero es buena persona.
—Entremos... —dijo Marcus y abrió con una mano la gran puerta de la mansión.
Estaba tal cual la recordábamos, dentro los tres sofás color magenta y una alfombra color crema, sobre ella una mesa de madera de diferentes tipos, jugando con las tonalidades de la madera. Una ventana a cada lado de la habitación con cortinas color crema y una estrecha y larga mesa junto al reloj de pared donde descansaban varios de los preciados jarrones de la señora Gaudie. Las paredes tenían muchos cuadros sin embargo no se veía sobrecargado de alguna manera.
Nos sentamos en uno de los sofás Cassian y yo, cada vez la tensión nos ponía más nerviosos, sin embargo, esta vez estábamos decididos a no ser regañados.
—Queridos primos... —dijo una voz detrás de la puerta semiabierta... era Magnus, reconocería su voz donde fuera —Bienvenidos.
Magnus Furcifer von Cleunthurm, sus padres son personas maravillosas sin embargo él desvío su camino hacia el de las personas que le gusta ver a otros sufrir desde hace mucho tiempo. Él es bueno actuando, por lo tanto, es casi imposible saber cuándo miente y cuando no. Es un año mayor que Ellen. No le gusta tener el cabello largo como a la mayoría de los chicos, él lo lleva corto siempre para que no le obstaculice la vista ni le de calor. Tiene cabellos oscuros como los hermanos Hochadel al igual que sus ojos.
—Gracias primo Magnus —dije, Cassian estaba tan sorprendido por verlo de repente que no pudo pronunciar palabra alguna.
—Cassian... Saluda a tu primo —dijo madre Aileen con voz de autoridad.
—M-muchas Grac-cias pri-primo Magnus —sus nervios estaban jugándole una mala pasada.
—El viaje debió ser algo largo... ¿Por qué no toman un té antes de que vayamos al cementerio a llevarle flores a nuestro padre Caín? —dijo Gaudie.
—Es muy buena idea... —dije —Si no es molestia yo puedo prepararlos.
—Claro —se dirigió a Magnus —Hijo, muéstrale dónde están las teteras, tazas y las demás cosas...
—De acuerdo...
Se acercó a mi sofá y me extendió la mano para ayudarme a levantarme.
—Gracias —tomé su mano y me paré.
Caminamos en silencio hasta la cocina. Cuando al fin yo decidí dar la primera palabra.
—¿Realmente has cambiado?
—Eh... Es vergonzoso para mí recordar todo aquello... —se llevó una mano a la nuca y bajó la cabeza mientras sonreía tímidamente —Yo... siento mucho lo que ocurrió en aquellos momentos, ¿crees que puedas perdonarme?
—... —estaba muy sorprendida —Claro que te perdono, pero no olvides disculparte con Cassian también.
—¿En serio? Lo haré, en serio muchas gracias —sonrió, casi podía ver sus ojos brillar.
Tal vez merezca una oportunidad, todos cambiamos, algunos a mejor, otros a peor, pero en algún momento lo hacemos...
Empecé a preparar el té favorito de la señora Gaudie, ya que es el único que tiene. En unos 15 minutos ya estaba listo para tomar, las tasas estaban en un estante algo alto así que me paré de puntillas para alcanzarlo. Sin embargo, eso aún no era suficiente, hasta que una sombra me cubrió, era la de Magnus y estaba tomando las tasas.