Cliché.

16.

Transcurrieron dos semanas desde aquel día de la casi pelea de Leonardo.
Dos semanas desde la confesión hacía grettel. Dos semanas en las que Grettel había tenido diariamente un snack nuevo en su asiento junto a una nota deseándole un maravilloso día.
Dos semanas desde el último día en que vió a Nathaniel. Cuatro semanas desde la última vez que hablaron.

Cada mañana, al llegar a su salón, Grettel sentía curiosidad. Se había acostumbrado a encontrar un pequeño regalo en su escritorio: a veces eran sus caramelos favoritos, otras veces una barra de chocolate o una pequeña bolsa de galletas. Siempre acompañados por una nota escrita a mano.

Espero que tengas un día tan lindo como tú. -🦁"

“Sonríe siempre, hace que tu día sea mejor. Además que luces más linda.-🦁"

A pesar de la confusión y la incertidumbre sobre sus propios sentimientos, apreciaba la amabilidad y la constancia de Leonardo.

Mientras guardaba el snack de ese día en su mochila, su mente vagaba hacía Nathaniel.

Dos semanas sin verlo, cuatro semanas sin hablar con él, estaba en un estado de constante preocupación y ansiedad. La última vez que lo había visto, había sido en el parque de diversiones, había ocurrido aquel beso. Desde entonces, solo había silencio.

—¿No has sabido nada de nada sobre él?— Preguntó Tamara, con Milo y Jade a su lado

Grettel negó.
—No responde ninguno de mis mensajes...— Dijo en voz baja, su mirada fija en el suelo.

Tamara suspiró, cruzando los brazos.
—Es tan frustrante. ¿Por qué simplemente desapareció?, aquel día estaba muy emocionado.

Milo, con una expresión pensativa, se rascó la barbilla.
—Tal vez necesita espacio para pensar. A veces los chicos somos así, ¿sabes?

—Amor, ¿pensar qué?, aquel día la besó y un mes atrás se le confesó.

—Además que ya es mucho el tiempo el que lleva desaparecido.— Añadió Jade cruzando los brazos y frunciendo el ceño.

—¿Qué piensas hacer?— Preguntó Tamara.

Grettel suspiró.
—Nada, ya no pensaré en él. Fingiré que nunca lo conocí...— Dijo, su voz firme aunque sus ojos reflejaban tristeza. Miró a sus amigos, buscando apoyo.— Es grosero, lo sé, pero no creo que pueda perdonarle.

—¿Y si regresa?— Preguntó Jade.

—Creo que... no sé, lo ignoraría. Tendría que darme una buena explicación...

Tamara asintió lentamente, entendiendo el dolor de Grettel.
—Lo entiendo. A veces, es mejor seguir adelante y enfocarte en ti misma. No puedes quedarte esperando eternamente.

Milo puso una mano en el hombro de Grettel.
—Es tu decisión, y te apoyamos en lo que decidas. Solo asegúrate de hacer lo que te haga sentir mejor.

—Además... le gustas a aquel chico ¿no?— Dijo suavemente Tamara.

—¿Qué chico?— Preguntó Grettel apesar de que ya conocía la respuesta.

Tamara sonrió levemente.
—¿Leonardo? ¿Así se llama?

Grettel asintió lentamente, bajando la mirada.
—Sí, se llama Leonardo. Ha sido muy amable conmigo estas últimas semanas, pero-

Jeannette intervino en la conversación, cruzando los brazos. Iba entrando al salón con Ophelia a su lado.
—Considero que Leonardo ha demostrado ser alguien muy dedicado. Quizás deberías darle una oportunidad.

Ophelia asintió, apoyando la idea.
—No tienes que apresurarte a nada, pero si te hace sentir bien y te apoya, tal vez deberías considerar darle una oportunidad.

Grettel reflexionó sobre las palabras de sus amigos. Leonardo había sido constante en su amabilidad y apoyo, algo que no podía ignorar. Pero aún sentía un conflicto interno sobre sus sentimientos.

En ese momento entró Emilio al salón. Saludó al grupo de amigos y se dirigió hacía Ophelia.
—Hola Ophi.

—Hola.— Respondió Ophelia con una sonrisa, aunque su mirada reflejaba sorpresa ante la inesperada visita de Emilio.

Emilio comenzó a saludar a todo el grupo y posteriormente se sentó junto a ella.

—Para ti.— Dijo extendiendole una bolsa marrón. —Espero te guste.

La mirada de Ophelia se llenó de asombro mientras aceptaba la bolsa con cautela. La tensión en el aire comenzó a aumentar, todos en el salón esperaban con anticipación para ver qué contenía el misterioso regalo.

Un gran Uuuuuuh se escuchó en todo el salón, atrayendo la atención de las personas del exterior.

Grettel observó la interacción entre Emilio y Ophelia con curiosidad, notando el gesto amable de Emilio al entregarle un regalo a Ophelia. Una sonrisa asomó en su rostro al ver la expresión sorprendida de Ophelia y el alboroto que causó en el salón.

El ambiente se llenó de murmullos y risas mientras todos observaban la escena con interés. Grettel se preguntó qué podría contener la bolsa marrón y qué significaba este gesto de Emilio para Ophelia.

Mientras tanto, Ophelia abrió la bolsa con curiosidad, revelando su contenido. La expresión de sorpresa en su rostro se convirtió en una sonrisa radiante cuando descubrió lo que había dentro.

—Dios, ¡es increíble!. “La hipótesis del amor", “Orgullo y prejuicio", “Ciudades de humo", ¿cómo supiste que los quería?

El rio suavemente. —Cuando los viste en la librería, tus ojos parecían dos estrellas.

Tamara, observaba la escena con una sonrisa, no pudo contener su entusiasmo.
—Que romántico.— Susurró con entusiasmo.

Ophelia siguió explorando la bolsa, sacando una libreta con tapa de "La Noche Estrellada". Su sonrisa se amplió aún más al ver el regalo adicional.

—¡Es perfecta! ¡Muchas gracias, Emilio!— Agradeció Ophelia, emocionada por el gesto tan considerado.

El salón estalló en aplausos y exclamaciones de alegría mientras todos celebraban el dulce gesto de Emilio hacia Ophelia. Grettel observaba la escena con una sonrisa.

—Ya anden.— Dijo Camilo.

Ella sonrió tímidamente.

Las horas pasaron, Grettel no dejaba de pensar en Leonardo. La plática de hace unas horas con sus amigos la dejaron cuestionando sus sentimientos.




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