Cliché.

17.

Nathaniel: El viernes no tenemos clases, ¿Te apetece una vuelta al centro de la ciudad? :)

Grettel sonrió ante el mensaje, repicoteo los dedos en su celular y pensó un momento su respuesta.

Grettel: Me parece un excelente plan :D)

Cuando llegó el viernes, Grettel se levantó temprano para prepararse. Decidió elegir un atuendo especial para la ocasión: una falda de mezclilla clara combinada con un top blanco ajustado que resaltaba su figura. Sobre el top, se puso un suéter amarillo brillante que añadía un toque de color y calidez.

Se arregló el cabello en una media coleta, dejando caer algunas ondas sueltas alrededor de su rostro. Luego, se colocó sus pendientes en forma de corazón que brillaban sutilmente con la luz y su collar en forma de tulipán.

Al terminar de prepararse, se miró en el espejo con una sonrisa satisfecha y se acercó a su peluche favorito, Zezé, que yacía sobre su cama. Lo abrazó suavemente, acariciándolo mientras hablaba con una mezcla de emoción y ternura.

—Hoy saldremos otra vez.— Dijo, sentándose en su cama y abrazando a Zezé. —¿No es emocionante?

El peluche parecía compartir su entusiasmo en silencio mientras Grettel sonreía.

La emoción dentro de Grettel era palpable. Cada pequeño detalle del día, desde la elección de su atuendo hasta la anticipación de la cita, la llenaba de una vibrante energía. Mientras abrazaba a Zezé, sus pensamientos se desbordaban en un torbellino de expectativas. Imaginaba cómo sería la salida, qué podrían hacer juntos, y cómo Nathaniel podría reaccionar.

Sus manos jugueteaban nerviosamente con los bordes de su falda, y su mente corría a mil por hora, repasando posibles conversaciones y escenarios

Finalmente, el timbre sonó anunciando la llegada de Nathaniel. El sonido del timbre pareció hacer que su corazón se acelerara aún más, y una oleada de emoción recorrió su cuerpo. Se levantó de la cama con rapidez, dejando a Zezé sobre las sábanas y se dirigió hacia la puerta con una mezcla de entusiasmo y nerviosismo.

Al abrir la puerta, se encontró con Nathaniel, que llevaba un ramo de tulipanes rosas. Las flores, con sus suaves tonos rosados, contrastaban de manera encantadora con su atuendo casual. Pero lo que realmente captó la atención de Grettel fue la apariencia de Nathaniel. Su presencia tenía un efecto casi magnético: su cabello desordenado pero perfectamente estilizado, sus ojos verdes que parecían reflejar un brillo natural, y su sonrisa radiante que iluminaba el ambiente.

Grettel sintió un nudo en el estómago al verlo. La combinación de su apariencia despreocupada y su sonrisa brillante le hizo sentir una mezcla de admiración y nerviosismo. Los ojos verdes de Nathaniel, con un destello de calidez y humor, parecían entender sus sentimientos sin necesidad de palabras.

—Hola.— Dijo Grettel, intentando que su voz sonara tranquila a pesar de la emoción que sentía. Su sonrisa se ensanchó, reflejando la profunda felicidad que experimentaba al verlo.

Nathaniel le ofreció el ramo de tulipanes rosas con una sonrisa genuina. —Traje esto para ti. Pensé que podrían hacerte sonreír.

Grettel tomó el ramo con una sonrisa de agradecimiento y admiración. —Son preciosos, Nathaniel. Muchas gracias. Realmente no esperaba este gesto.

Nathaniel sonrió aún más al ver la reacción de Grettel. Su sonrisa se amplió, revelando una genuina satisfacción al ver cómo sus tulipanes rosas habían hecho brillar el rostro de Grettel. La luz suave de la mañana resaltaba sus rasgos y el brillo en sus ojos verdes. —Me alegra que te gusten.— Dijo, su tono suave y cariñoso mientras la miraba con dulzura.

Grettel, con el ramo de tulipanes rosas aún en sus manos, estaba claramente emocionada. —¡Sí! Solo necesito dejar esto en un jarrón rápido.— Respondió, su voz llena de entusiasmo y gratitud. Sus dedos se movían delicadamente sobre los tallos de las flores, admirando su belleza y frescura.

—Perfecto, yo te esperaré aquí.— Dijo Nathaniel, con una sonrisa que expresaba tanto paciencia como alegría.

Grettel se dirigió hacia el interior de la casa con una ligera prisa. —Vale, entra en lo que voy a buscarlo, ahorita salgo.— Dijo, con una expresión animada mientras se movía hacia la cocina.

Nathaniel asintió con una sonrisa y dio un paso hacia el interior de la casa. Mientras cruzaba el umbral, su mirada se desplazó por el entorno, observando con interés los detalles del hogar de Grettel. La decoración, las fotos en las paredes que mostraban a una pequeña Grettel, y el ambiente acogedor de la entrada le dieron una idea de la vida cotidiana de Grettel. La casa parecía cálida y rústica, con un toque personal que Nathaniel encontró encantador.

Su atención se centró especialmente en un cuadro en la pared. Era una pintura que mostraba un pequeño gato con una mariposa reposando en su nariz, con un fondo de paisaje hermoso que evocaba una sensación de paz y naturaleza. Nathaniel se detuvo un momento frente al cuadro, intrigado por la delicadeza de la imagen y el contraste entre la ternura del gato y la suavidad de la mariposa.

—¡Listo!— Dijo Grettel, colocando el jarrón en una mesa cercana. Miró a Nathaniel con entusiasmo—. Ahora sí podemos salir.

Nathaniel se enderezó, su mirada aún algo fija en el cuadro. —Es un cuadro muy bonito, podría estar en un museo.

Grettel observó el cuadro, sonrojándose ligeramente. —No es para tanto, tiene muchos errores de iluminación y los colores ni siquiera los combiné bien.

Nathaniel la miró sorprendido, sus ojos se agrandaron al procesar la información. —¿Lo pintaste tú?

Grettel agachó la cabeza, sintiéndose un poco incómoda. —Le dije a mamá que no lo pusiera, pero ella insistió en que lo colgara.

Nathaniel se acercó a ella con una sonrisa genuina. —No, en serio, tiene un talento increíble. Es impresionante cómo logras capturar tanto detalle, mira el pelaje, parece tan real.




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