Cliché.

04.

Habían pasado dos semanas desde que sabía su nombre, no quería admitirlo pero tenía miedo de buscarlo en alguna red social, cada que hacía eso terminaba mal, además, no podía enamorarse de el sin conocerlo.

Hace 2 semanas que ambas miradas chocaban varias veces al día pero no había querido contarle a nadie, según ella "quedaría como tonta".

Grettel se encontró pensándolo más de lo que quería admitir. Mientras estaba en clase, caminando por los pasillos, e incluso durante sus ratos libres, su mente vagaba hacia ese chico que parecía no poder quitarle los ojos de encima. Se preguntaba qué pensaría él de ella, si sus miradas tenían algún significado más profundo o si solo estaba imaginando cosas.

Ah, y en esas dos semanas Melissa se habia hecho muy popular, cada vez que iban a la cafetería los demás se acercan a tomarse fotos con ella o simplemente la saludaban. Y Grett simplemente se quedaba como estatua mientras ella lo hacía.

Así que ahora tenía dos amigos populares y ella sólo los seguía como pato.

Después de Dasha y Krystal las ganas de tener un equipo se habían esfumado completamente, pues tenía el temor de que ocurriera lo mismo que con ellas, el constantemente miedo aparecía cada vez que alguien le hablaba.

—¿Te parece si vamos saliendo de la escuela?
Levantó la mirada y se encontró con Melissa.
—¿A dónde?

Ella hizo un puchero —Sabía que no lo recordabas... A comprar las cosas del vídeo.

Era cierto, lo había olvidado.
—Me parece bien, sólo deja aviso a mamá.

—Muy bien— Sonrió.

Tenían que hacer un video en parejas para la clase de gastronomía, la receta era un postre, ellas eligieron el pay de limón.

Durante todo el camino Melissa iba hablando, pero no era algo que le incomodara a Grettel, al contrario, le gustaba.

Mel no era una chica reservada, era alguien feliz, no tenía ni un poquito de miedo del que dirán y eso era algo que Grett admiraba; si quería hablar, hablaba. Si quería reír, reía. Si quería bailar, bailaba, no le importaba que hubiese gente que alrededor. No le importaban las miradas de los demás.

Su felicidad llegaba a ser contagiosa, pero ser feliz a Grettel le dolía.
En cierto punto llegaba a sentirse culpable de las cosas que ocurrieron en el pasado, de aquellas cosas de las que fue responsable.

Al llegar al centro comercial, quedaron asombradas de la cantidad de personas que habían ahí. Era como un gallinero.

Malditas rebajas.

Por un momento sintió que se le había ido el aire.

—La batalla ha empezado— Dijo Mel.

A pesar de toda esa gente, en 30 minutos ya estaban en la laaaarga fila de espera para pagar los productos, llevában en el carrito el limón, la leche, el queso crema, la leche condensada y...

—Melissa.

—¿Uh?

—¿Y las galletas?

—Ahí— Mel abrió los ojos como platos.—Estoy segura de que las había puesto ahí.

Ambas se miraron. Atrás de ellas habían como 50 personas esperando su turno, si salían de la fila ahora, llegarían al autobús la siguiente semana.

—Grett... ¿Podrías ir?, Mi tobillo comienza a doler y en un rato tendré que ir al ballet.

Mierda.

—No pasa nada... ya voy, espera un momento.

Aceptó porque era tonta y no podía negarse.
Comenzó a jugar con su pulsera mientras caminaba hacia el pasillo de las galletas y cereales.

Sentía las miradas encima de ella, y su corazón comenzaba a latir fuertemente. No supo cómo lo hizo, pero logró llegar. Empezó a buscar con la mirada la caja de galletas que buscaba, ahí estaban, la ultima caja aparecio como un auténtico tesoro.

Increíble suerte que tengo.

Pero como era Grettel, pues era obvio, no tenía ni un poquito de suerte pues vió aquella escena como si ocurriera en cámara lenta, una mano agarrando aquella caja mientras ella apenas se estaba estirando para hacerlo.

Giró su cabeza, dispuesta a pelear con quien fuese con tal de obtenerlas, y sí, tenía tan mala suerte que era Nathaniel.
El la miró de regreso.

Su cara comenzó a arder.

Mierda x2.

—Hola.— Dijo sonriendo.

Su corazón se encontraba en la garganta.
—Hola.— Respondió Grettel tratando de buscar su compostura.

—Te encuentro en todos lados, si creyera en esas cosas diría que es el destino.— Bromeó con un destello travieso en sus ojos.

No podía dejar de ver sus ojos sin embargo eran distintos a los de el otro día, seguían siendo color miel pero había más verde en ellos. Comenzaba a quedarse sin aliento.
—Yo solo vengo por esas galletas— Dijo señalando la caja que el sostenía con una sola mano.

—Oh vaya... y yo pensando otra cosa— Soltó una pequeña risa haciendo que el corazón de Grettel diera un vuelco —Bueno, espero tengas buena suerte en tu búsqueda, estas son las últimas.— Dijo mirándolas.

Frunció las cejas. —¿Me las puedes dar?

—¿A cambio de...?

Dios por favor no hagas caso sobre lo que pienso.

—Eso no quiero, boba.

—¿Uh?

—¿Qué me vas a dar si te doy las galletas?— Cuestionó el agachándose para quedar frente a frente.

—Un trozo del pay que haré.— Respondió Grettel un poco aturdida por la cercanía de Nathaniel.

Él lo pensó un momento, al principio parecía un poco burlón pero sonrió más y respondió —Trato.

Le dió las galletas y ella le sonrió como despedida.

Empezó a caminar de regreso a la caja, pensó que con aquel trato lograba verlo por más tiempo... y de cerca, aunque también puede ser que lo haya dicho bromeando y Grett imaginó como sería su boda.

Tonta.

—Y tu número.— Dijo de repente, apareciendo frente a ella.

Iba tan metida en sus pensamientos que ni siquiera se había dado cuenta cuando se paró enfrente suyo.

–¿Ah?

—También quiero tu número.

Su cara comenzó a enrojecerse, y su estómago a revolverse.

—¿Porqué?— Preguntó, intentando disimular su nerviosismo.




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