Codo a Codo ©

Capítulo 2: Primer Día

1

La pierna de Liam se movía con rapidez hacia arriba y abajo, era demasiado ansioso y a causa de eso, el Tic de la pierna apareció en su vida a los diez años.

En ese momento, se encontraba en la oficina del director, esperando a su hermana que tenía que haber llegado hacía un minuto.

Todo estaba en silencio, ni él ni el director intercambiaban palabras, era una situación incómoda, una que su hermana estaba causando y una que debía agregar a la lista de cosas por las que vengarse.

Fue entonces que la puerta se abrió de repente, Liam y el director, miraron allí, viendo entrar a Peyton algo acelerada.

—Disculpe, no encontraba la oficina —Dijo agitada.

O si, el cronograma de Peyton no tenía en cuenta los posibles imprevistos.

—No hay problema, siéntate —Ordenó el director señalando la silla junto a su hermano. —Muy bien, nueva ciudad, nueva escuela, nuevos amigos, muchos cambios —Comenzó con una sonrisa. —Quiero que sepan que... —Un tosido de su parte lo interrumpió, era uno ronco, como si tuviera algo atravesado en la garganta. —Que... —Volvió a toser, esta vez, más fuerte, provocando que Liam y Peyton se alarmaran un poco.

—¿Quiere que llamemos a alguien? —Preguntó Liam apoyando sus manos sobre el posa-brazos para levantarse.

—No —Tosió otra vez. —Solo —Otro tosido. —Solo dame un vaso de agua. —Logró pronunciar dirigiendo su dedo índice hacia un dispenser en un rincón de la sala.

Liam se puso de pie y casi corriendo, tomó un vaso de plástico y lo llenó hasta la mitad con agua, luego, se acercó y con las manos temblándole, le dio el vaso a su nuevo director.

El hombre moreno de corbata bebió un gran parte del agua y en cuanto se tranquilizó, pronunció una frase que a los hermanos le sorprendió.

—Pueden retirarse, en la recepción les darán sus horarios.

Colgando las mochilas en sus hombros, el par de hermanos salieron del despacho. De toda esa incomoda y confusa situación, algo había quedado claro, el director no estaba del "todo bien".

2

Scott se encontraba caminando por los pasillos de la escuela hacia su casillero, faltaban pocos minutos para que la primera clase comenzara y él era de llegar un poco antes de que la campana sonara.

Era demasiado puntual.

Finalmente y con diez minutos de sobra, el joven llegó hasta su casillero, puso su combinación con rapidez y guardó los libros que no necesitaría hasta después del almuerzo.

—¡Buh! —Gritó una chica de pelo negro con mechones color rosa, provocando que Scott cerrara el casillero con tanta fuerza que la mitad del pasillo se giró para observarlo.

—Gracias por arruinar mi reputación —Dijo con sarcasmo.

—¿Cuál reputación? —Respondió encogiéndose de hombros con una sonrisa.

—Touché... —Musitó golpeando el hombro de su amiga.

Y de un segundo a otro, el ambiente se volvió tenso, sus sonrisas desaparecieron y sus ojos no paraban de buscar algo que mirar.

—Scott...

—No empieces —Pidió bajando la cabeza.

Su amiga, hizo una mueca de disgusto y luego levantó la cabeza de su amigo por la barbilla, mirando directamente el golpe que había recibido.

—Tenemos que hacer algo.

—No es nada... —Murmuró desviando la mirada.

—Claro que es algo, mostrémosle el vídeo a Grant —Sugirió ella.

—Mack, ese vídeo no demuestra nada.

—¡Sí lo hace! Si le dices que fueron ellos quizá...

—Quizá nada —La interrumpió de manera brusca. —Será mi palabra contra la suya —Scott hizo silencio por unos segundos. —Llevaban máscaras Mack, sus voces fueron modificadas, no hay nada.

—Tiene que haber algo...—Insistió su amiga.

Mackenzie tenía un terrible problema, bueno, si así puede llamárselo, ella no podía quedarse de brazos cruzados cuando veía una injusticia, y más aún cuando se trataba de uno de sus mejores amigos.

—No, y ya deja de hablar de eso...—Suplicó chocando su hombro y caminando hacia su clase.

Dicen que el orgullo empeora las cosas.

Scott era muy orgulloso, y eso, lo estaba destruyendo.

3

Liam se encontraba vagando por los concurridos pasillos de la escuela, miraba el camino y luego su cronograma de clase una y otra vez, no quería hacer contacto visual con nadie, no hasta por lo menos encontrar su casillero.

—Casillero 453... —Dijo para sí mismo.

Sus pies seguían avanzando mientras sus ojos se mantenían clavados en la combinación de su casillero, intentaba aprendérsela, pero le era inútil, confundía una y otra vez los dos mismos números.

Y a causa de esto, un cuerpo desconocido chocó contra él, haciendo que todas sus cosas y los libros de aquella persona, cayeran al suelo.

Un poco desesperado, se agachó y comenzó a reunir las hojas dispersas por el pasillo.




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