Codo a Codo ©

Capítulo 5: Familia Californiana

Canción 1: https://youtu.be/DGzy8FE1Rhk (Shawn Mendes - Nervous)

1

Peyton se encontraba sentada en el Café Maureen's, no había podido hablar con Scott sobre el trabajo ni ninguna otra cosa pues, el chico salió tan rápido del Laboratorio que parecía que perdía la lucha contra la naturaleza y necesitaba un baño urgente.

La joven no quería verle la cara a Sophie ni a ninguno de sus amigos, por una vez podría comer tranquila, pensar en sus cosas sin que nadie la molestara.

Parece absurdo, pero era algo que nunca podía hacer.

Aunque tenía poco más de cuarenta minutos para almorzar, la chica se sentía impaciente al no ser atendida por nadie del personal, nuevamente, había hecho un "horario mental", y el retraso del servicio no estaba en los planes.

—Hola —Una voz gruesa se hizo presente, era algo extraña, pero Peyton sentía que la había escuchado antes.

Controlada por la curiosidad, miró en la dirección de la voz, encontrándose con aquel apuesto universitario que le había coqueteado días atrás. Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, ella se sentó derecha en la silla, cruzando sus piernas y clavando sus ojos en la sonrisa del pelinegro que tanto le atraía.

—Hola —Saludó ella.

—Que coincidencia encontrarnos de nuevo, ¿Verdad? —Preguntó dándole un sorbo a su taza de café.

—Mmm, no lo sé... —Peyton llevó su dedo índice a la comisura de sus labios. —Parece que pasas mucho tiempo aquí, ¿Seguro que no eres un vagabundo bien vestido? —Preguntó.

—Quizás lo sea, aunque no creo que un vagabundo tenga una mochila llena de libros de abogacía. —Respondió tomando una mochila marrón del suelo y colocándola sobre la mesa. —Además, soy adicto al café —Añadió de una manera extraña, como si lo estuviera presumiendo.

—Guau —Fingió asombro. —¿Seguro que no eres un descendiente de Lorelai Gilmore? —Bromeó.

El chico lanzó una carcajada, y Peyton, solo pudo suspirar internamente, parecía exagerado, pero la risa de ese muchacho le resultaba demasiado bella.

—Así que... ¿Universitario? —Ella sabía la respuesta con solo verlo, pero necesitaba que la conversación siguiera fluyendo.

—Si —Se limitó a responder mientras terminaba su café.

Eso no le daba muchas opciones para seguir hablando.

—Era una pregunta retórica... —Rió victoriosa, él no tendría la última palabra.

El chico bajó la mirada y dejó su mochila en el suelo.

—¿Puedo almorzar contigo? —Preguntó arqueando una ceja.

—No suelo comer con chicos de los que no sé ni su nombre...

—Dean... —Dijo pasando su mano sobre la mesa.

Peyton tomó la mano del joven e inmediatamente, sintió aquella conexión que tanto extrañaba, esa que le decía que Dean, era el indicado para pasar el rato.

Peyton tomó la mano del joven e inmediatamente, sintió aquella conexión que tanto extrañaba, esa que le decía que Dean, era el indicado para pasar el rato

        Finalmente, después de casi quince minutos de retraso, alguien tomó sus pedidos. No fue aquella joven que le sirvió el café el lunes, ni nadie parecido, sino más bien, un viejo gruñón al que no le importaba que la gente supiera cuanto odiaba el trabajo de mesero.

Pero eso no era lo más molesto, lo que más les jodió el almuerzo fueron los veinte minutos para que la comida apareciera en su mesa. No había mucha gente en el lugar aquel día, por lo que parecía que esa demora era a propósito.

—Y dime Alice... —Peyton miró al joven algo nerviosa, había olvidado esa pequeña mentira del falso nombre. —El lunes me hiciste una propuesta, ¿Acaso sigue en pie? —Preguntó con una voz seductora, una que a Peyton, la estremeció por completo.

La chica dejó sus cubiertos y empujó el plato hacia el frente, ya había terminado, y si quería llegar a tiempo a la siguiente clase, debía apurarse.

—¿Propuesta? —Se hizo la desentendida, tenía perfectamente claro a lo que se refería con eso.

—Me dijiste que si quería ser la razón para llegar tarde a la escuela... —Comenzó dejando sus cubiertos a un lado del plato. —Y la verdad, esa propuesta me parece sumamente interesante... —Añadió guiñando su ojo.

Peyton lanzó un suspiro.

—Es una lástima, la propuesta expiró —Dijo finalmente con una sonrisa mientras buscaba algo en su bolsillo izquierdo.

—¿Y no hay ninguna posibilidad de renovación? —Cuestionó mostrando una sonrisa al mismo tiempo que se inclinaba hacia adelante, quedando muy cerca de Peyton.

—No por ahora, pero te avisaré... —Comentó guiñando el ojo de la misma manera que él.

Y de esa forma, Peyton colocó diez dólares sobre la mesa, se puso de pie y dejó por segunda vez al joven ardiente solo.

La chica cruzó la puerta prometiéndose que la próxima vez, habría más que palabras.

2

No había pasado una semana que Liam, ya era el perro faldero de alguien. Porque sí, entre los veinte estudiantes que había en la sala de Música, tenían que elegirlo a él para ser el "Semanero".

Por este motivo, se encontraba vagando por los pasillos en busca de una tiza. Debía ir a la sala común que se encontraba junto a la oficina del director a pedir el pequeño y blanco objeto.

El problema: Estaba más perdido que indio en centro comercial, y solo sabía una cosa; debía girar a la derecha en algún momento, hacerlo, lo hizo, pero en ningún momento vió aquella sala común, solo pasillos y salones que no tenían nada que ver con lo que estaba haciendo.

Cinco minutos transcurrieron hasta que por segunda vez en la semana, el conserje le dijo adonde dirigirse. Ahora estaba en camino y no tardó más de un minuto en llegar a aquella habitación.




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