1
Peyton había llegado a la escuela diez minutos antes por dos razones: La primera, había ido en autobús, y la segunda, Sophie, por alguna razón divina que no comprendía, había accedido a hablar con ella sobre lo que ocurrió en la fiesta.
Por dentro, la castaña rogaba que todo fuera bien, necesitaba aclarar las cosas, y el primer paso para desenmascarar al patán de Noah era abrirle los ojos a su pelirroja novia.
Su celular estaba muerto, pues, la noche anterior se desveló escuchando música, y en cuanto se dió cuenta, eran las siete de la mañana, y su teléfono tenía 2%.
Peyton, con su cara de dormida y su cuerpo completamente cansado, bajó las escaleras del vehículo amarillo y caminó directo a la entrada, cruzó el umbral de la puerta y giró a la derecha en el primer pasillo, sabía adonde debía ir, por lo que aceleró su paso hasta llegar al armario del conserje.
Sophie había sido clara, no quería que por nada del mundo, alguien las viera juntas, y aunque le parecía algo en verdad patético, accedió a esa estúpida regla y sugirió encontrarse donde ella solía besarse con chicos en su antigua escuela: El armario del conserje.
La pelirroja envió varios audios diciendo lo asquerosa y ridícula que sonaba esa idea, pero Peyton remató diciendo que toda aquella situación era por sus caprichos.
Y sin mas remedios tuvo que aceptar.
Peyton llegó al armario a los pocos minutos, y haciendo un pequeño vistazo a su entorno, entró en el, cerrando la puerta tan rápido que hasta ella se sorprendió.
Pero Sophie no estaba allí, solo ella y miles de productos de limpieza, incluídos trapeadores y baldes de diferentes tamaños. Ella lanzó un suspiro y apoyó su piernas en la pared, para luego tirarse hacia atrás.
Los minutos siguieron pasando, y Sophie no se dignaba a aparecer, quiso enviarle un mensaje, pero el teléfono seguía en casa. Volvió a suspirar, no iba a quedarse a esperar toda la eternidad allí dentro, por lo que, luego de lanzar un bufido, se reincorporó y se acercó a la puerta.
Sus ojos se abrieron eufóricos al darse cuenta que la puerta estaba cerrada. Hizo un poco de fuerza, tirando del picaporte con algo de desesperación, pero era inútil, estaba cerrada del otro lado.
La campana comenzó a sonar, y a esta la acompañaron los gritos de Peyton pidiendo ayuda.
Al parecer, no saldría en un tiempo.
2
Con sus manos cerradas, Scott golpeaba la mesa de la cafetería, estaba eufórico, enojado y algo preocupado, Peyton no había aparecido, y el profesor Campbell acababa de darle un sermón sobre la irresponsabilidad y cómo lo afectaría en la vida, sin siquiera escuchar que no era su culpa, sino la de su compañera.
—¿Aún no aparece? —Preguntó Ian sentándose frente a él.
Scott negó sin dejar de golpear la mesa.
—¿Puedes parar de hacer eso? —Exclamó irritada Mackenzie.
—Perdón —Dijo deteniéndose. —Solo, no puedo creerlo, primero provoca que mi padre se quede sin empleo y ahora, que obtenga una F a principios de curso —Bufó.
—Sabes que no es su culpa... —Comentó Mackenzie con una mueca de disgusto.
—No intentes defenderla —La interrumpió lanzándole una mirada acusadora. —Sino fuera porque abrió su jodida boca esto no estaría pasando.
—Solo intentaba ayudarte Scott, y yo estaba de acuerdo, así que si vas a odiar a alguien, ódiame a mi. —Pronunció al ponerse de pie, todos la observaron algo sorprendidos, pero no le dio importancia, y con sus delgadas piernas, la joven salió de la cafetería.
—Scuttie...
—No digas nada, por favor —Pidió en voz baja.
Ian cerró su boca y se limitó a seguir comiendo su almuerzo. Fue en ese instante que una Peyton agitada y con una expresión de enojo entró en la cafetería, no tardó mucho en encontrar al castaño, por lo que se acercó a ellos lo más rápido que pudo.
—Hey, no sabes lo que ocurrió...
—Tampoco me interesa —La interrumpió él.
Y esa expresión de enojo, cambió a una de tristeza.
—Sé que estas enojado, pero déjame...
—No, solo vete, Peyton —Pidió de manera cortante, mirándola con resentimiento.
Peyton desvió la mirada hacia otra parte, Julian y Ian estaban incómodos, se podía ver en en sus rostros. La joven volvió a mirar a Scott y luego, se marchó, exactamente como él se lo había pedido.
3
Liam mantenía su cara sobre su mano derecha, mirando con desgano todo a su alrededor, estaba solo, sentado en una de las tantas mesas de la cafetería con un sándwich de huevo y un agua a temperatura ambiente.
—¿Qué pasa pequeño Jedi? —Preguntó Taylor sentándose frente a él.
—¿Aveces no te sientes inútil? —Respondió mirando a la nada.