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Capítulo 12: La Bomba

1

Durante mucho tiempo, la vida de Peyton, como si de un camino se tratara, se había desviado de tal manera, que la mayoría de las cosas que le sucedían, y las decisiones que tomaba, terminaban con ella en problemas y en algunas ocasiones, alcoholizada en alguna fiesta casual.

Pero ahora, estaba feliz, parecía como si esta vez, hubiera tomado el camino correcto. Tenía problemas, si, pero no se comparaban con los de su vida pasada, y por eso, una sonrisa cubría su rostro al entrar a la escuela.

Ambas chicas, Mackenzie y Peyton, habían aprovechado el período libre para ir a comprar ropa, en especial, para elegir un atuendo que se adapte a la pelinegra que jamás asistió a un baile.

Ahora, y después de dejar las bolsas en sus respectivos casilleros, las dos caminaban hacia la cafetería para almorzar.

Cruzaron el umbral de la puerta doble y se dirigieron hacia la mesa de charolas para poder servirse.

Todo estaba tranquilo, Scott y sus amigos las esperarían en su tradicional mesa y tendrían alguna charla aleatoria para evitar tener que hablar de Aiden y sus matones.

Un día sin preocupaciones no le hace daño a nadie, pensó Peyton mientras la cocinera terminaba de servirle el puré de papas.

Volvió al lado de Mackenzie y juntas, comenzaron a caminar hacia la mesa, Peyton seguía con esa sonrisa, la cual lentamente, empezó a desvanecerse. Al principio no quería aceptarlo, necesitaba que no fuera lo que ella pensara y que nadie la estuviera mirando, que no era el centro del universo y por ende aquellas miradas acompañadas de murmullos no se dirigían a ella.

Pero... No estaba equivocada.

Canción 1: https://youtu.be/wh7tSaPjxTg (Everything Is Lost - Maggie Eckford)

En medio de la cafetería, a pocos metros de la mesa de Scott, Mackenzie detuvo a Peyton, la pelinegra sostenía la charola con una de sus manos y con la restante, su celular.

Sus ojos estaban completamente abiertos, y recorrían, durante varios segundos, las mismas dos direcciones: Peyton y luego el teléfono. Peyton y luego el teléfono.

—¿Mack qué pasa? —Preguntó sin poder disimular lo incómoda que estaba con tantos ojos viéndola.

La joven con mechones rojos no respondió, solo acercó la pantalla del móvil a Peyton y dejó que leyera.

Era una publicación de "Mr.X", por segunda vez, sobre ella.

La charola de Peyton chocó contra el piso al mismo tiempo que sentía que el corazón se le detenía, su pecho daba puntadas y las piernas no le estaban respondiendo.

Continuó leyendo al no tener la suficiente fuerza para salir corriendo; la publicación decía que ella y el Profesor Campbell se habían acostado el día anterior. Era una maldita mentira, pero aquella farsa venía con "pruebas", y estas, eran fotos de ella en la puerta de la casa del Profesor, de ella tocando el timbre, del Profesor besando su mejilla y por último, de Peyton entrando en la casa.

—Peyton... —La voz de Mackenzie la trajo a la realidad.

La chica levantó la cabeza, volviendo a escuchar esos murmullos y todos esos ojos mirándola. Se sentía completamente vulnerable, todo eso era una mentira, necesitaba salir corriendo y llorar hasta más no poder.

Pero no lo hizo. Porque todos esos sentimientos fueron opacados por la furia de todo lo que había vivido desde que llegó a aquella ciudad y a esa maldita escuela.

Peyton levantó la cabeza con valor y devolvió el teléfono a su dueña. Respiró profundo haciendo contacto visual con varios chicos de la cafetería y luego, empezó a hablar.

—¡No sé quién envió esto, pero es una maldita farsa! —Gritó con todas sus fuerzas. —Ayer fui a la casa de Campbell, pero no para tener sexo, sino para entregar un trabajo de Historia. —La joven soltó todo el aire que pudo y volvió a inhalar. —Yo jamás me acostaría con un profesor —Añadió. —No sé por qué enviaron esta mentira, pero tenemos que dejar de creer todo lo que ese imbécil anónimo publica —Sus ojos chocaban con los ojos de muchos estudiantes, incluyendo los de su hermano, sentado a varios metros de ella. —Estoy segura de que muchos de ustedes han sufrido por culpa de este tipo, y la única forma de pararlo, es dejar de darle importancia a lo que dice, no sé ustedes, pero yo estoy harta de las mentiras, y más aún, de un cobarde detrás de una pantalla.

Un silencio que se prolongó durante varios segundos se hizo presente en cuanto Peyton dejó de hablar. Las miradas entre los estudiantes parecían demostrar que lo que acababa de decir, les había abierto los ojos a cada uno de esos chicos.

Y entonces, se escuchó un aplauso, las miradas se dirigieron directamente hacia la persona resposable, Peyton se puso de puntas de pie y entonces, sonrió con los ojos llenándosele de lágrimas; Liam estaba aplaudiendo y eso acababa de provocar una cadena de aplausos de parte de la mayoría de los estudiantes.

Mientras escuchaba los aplausos, esa sonrisa que se veía en su rostro hacía unos minutos, volvió más grande que nunca.

Peyton sintió una mano en su hombro, era su amiga Mackenzie, que mostraba una sonrisa llena de orgullo.




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