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Capítulo 17: Pura Basura

1

El día finalmente había terminado, la campana acababa de sonar y los estudiantes de la secundaria Franklin transitaban los pasillos dispuestos a irse a casa.

Fue en ese momento que Peyton, agitada, llegó hasta Mackenzie, quien estaba a punto de cruzar la puerta principal.

—No tenemos nada de qué hablar —Pronunció pelinegra evitando hacer contacto con los ojos de Peyton.

—Solo, escuchame —La joven se interpuso en su camino, obligándola a detenerse.

Mackenzie suspiró cansada, en verdad quería irse a casa.

—Tienes treinta segundos.

El reloj comenzó a correr, pero Peyton no decía una sola palabra; ella ya se había disculpado, ¿Qué demonios diría ahora? ¿Perdón por dos?

—¿Peyton?

—Yo... No sé que decir —Bufó apenada. —Lo siento, y creo que eso ya lo sabes —Tomó una bocanada de aire. —Quiero que me perdones, pero no tengo ídea de cómo hacer eso.

Un silencio incómodo hizo presencia en ese instante, ninguna de las dos decía nada, y a su alrededor ya no se encontraban estudiantes que pudieran hacer algo de ruido, no había nada ni nada, solo ellas dos.

—Está bien —Pronunció Mackenzie, los ojos de Peyton se abrieron al instante.

—¿Enserio?

—Entiendo las razones por las que te acobardaste, y yo... Tuve que esperar seis años de mi vida para poder enfrentar a Sophie.

—¿Significa que estamos bien?

—Digamos que estas a prueba.

Peyton lanzó una carcajada y luego tomó a la chica de su brazo, ambas necesitaban unas malteadas y el lugar perfecto para ello estaba frente a sus ojos.

La puerta del cuarto de Liam fue golpeada dos veces con impaciencia. El chico, recién salido de la ducha, con los mechones castaños goteando agua y un aroma a colonia importada, caminó hacia la puerta con tranquilidad. La cual desapareció en cuanto vió quien estaba tras ella.

—Hey —Fue lo único que pudo decir, pues los labios de Jess se posaron sobre los suyos, interrumpiéndolo.

Liam se separó con rapidez completamente confundido, luego, tomó del brazo al joven y lo metió dentro de la habitación.

—Guau —Musitó el pelinegro. —Tu cuarto es genial, ¡Mierda! —Liam dio un salto y cerró la puerta casi como un reflejo. —¡Tienes los VR!

—Jess...

—Por favor dime que tienes el Resident Evil 7 —Dijo acercándose a la consola, ignorando por completo sus palabras.

—Jess...

—¡Si! —Festejó tomando la caja. —¿Jugamos? —Preguntó dándose la vuelta, sonriendo como un niño pequeño que acababa de ver su juguete favorito.

Liam gruñó exhasto y se acercó a Jess, quitándole el juego con cierta violencia y lanzándolo lo más lejos posible de ambos.

—¿Qué haces? —Cuestionó finalmente, inclinando su cabeza hacia a derecha y colocando una expresión confusa en su rostro. 

—¿A qué te refieres? —Respondió Jess igual de confundido.

—Vienes a mi casa sin avisar, entras a mi cuarto, ME BESAS...

La expresión inocente de Jess provocó un largo suspiro del castaño. Él solo dio un paso atrás y cansado, se sentó sobre el borde de su cama, volviendo a suspirar.

—Yo... —Jess se sentó lentamente junto a él e intentó hacer contacto visual. —Lamento haber actuado así, yo... Debí llamarte.

—No —Liam negó, hablando en un tono tan bajo que Jess tuvo que acercarse a su rostro para escuchar. —Ese no es el problema...

—¿Entonces...?

—¿Qué somos, Jess? —La pregunta tomó por sorpresa al pelinegro, este se alejó un poco, enderezando su columna y mirando hacia otra dirección. 

Liam, por su parte, intentó volver a conectar con los ojos azules del menor, pero no pudo hacerlo, Jess estaba evitándolo. 

—Jess...

El pelinegro se puso de pie casi al instante, su corazón se había acelerado exageradamente y sentía las manos entumecidas. Quiso escapar de la situación, caminando a gran velocidad hacia la puerta que llevaba al pasillo principal, pero Liam lo evitó completamente, posando su mano izquierda sobre la madera y encerrándolo con la derecha.

Jess no tuvo otra opción que darse la vuelta, solo para encontrarse con los ojos grises y brillantes de Liam.

—Es una simple pregunta —Susurró Liam, acercando sus labios lentamente.

El pelinegro se escabuyó por debajo como un ratón asustado, corrió hacia el otro lado de la habitación rodeando la cama y luego, clavó la vista hacia afuera, mirando a través de la ventana.

—¿Ahora no quieres besarme? —Preguntó Liam con un tono casi sarcástico. 

Jess giró su cabeza con lentitud y suspiró exageradamente.

—No sé qué responder a eso, ¿Okey?

—¿Disculpa? —Liam frunció el ceño.

—Lo que escuchaste, yo, no sé lo que somos.

—¿Entonces por qué viniste? —Su respuesta fue el silencio absoluto. —¿Qué esperabas al venir aquí? —Más silencio. —¿Qué nos besaríamos, jugaríamos videojuegos y luego te irías como si nada de eso hubiera pasado?

—Liam yo...

—Vete —El castaño lo interrumpió y abrió la puerta completamente.

—Solo...

—¿Eso no es lo que querías? ¿Irte? Pues ahora puedes hacerlo, ¡Vete!

Jess lanzó un gruñido y corrió hacia Liam, tomándolo de las mejillas y besando sus labios con rapidez.

Esta vez ninguno de los dos se separó, el castaño no pudo evitar sonreír aún con toda la confusión que estaba sintiendo.

—No puedo responderte porque... —Tragó saliva. —Porque cada maldita vez que te veo, cada vez que veo tus ojos y esa estúpida sonrisa, mi cerebro tiene un ACV. —Liam lanzó una pequeña carcajada. —¿Eso querías oír Monroe? Simplemente no puedo pensar correctamente cuando estoy contigo.

Un pequeño silencio, esta vez, nada incómodo, se apoderó de la habitación. Liam sonrió completamente y le dio otro beso al pelinegro.

—Buena manera de romantizar una enfermedad cerebrovascular —Comentó con una risita.




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