Codo a Codo ©

Capítulo 20: El Plan

1

Eran casi las dos de la tarde y Jess se mantenía parado frente a la puerta del vestuario de hombres, su bolso deportivo colgaba de su hombro derecho, no quería ingresar ahí.

Aún seguía sorprendido por haber entrado al equipo, puso literalmente un 1% de su voluntad para hacer las pruebas, y aún así, lo logró. Quizás había sido su genética proveniente de una familia buena en los deportes, o quizás solo fue suerte.

El dilema era que todo parecía una fantasía, claro que lo hacía por sus padres, porque "los equipos deportivos abren puertas", pero era ilógico, su familia tenía dinero y Dean, siendo el mejor jugador durante sus cuatro años de secundaria, estaba siendo obligado a estudiar Derecho.

Parecía más una pérdida de tiempo que una búsqueda de oportunidades.

Pero todavía nada era concreto, si no cruzaba esa puerta, si no compartía nada con sus "compañeros" de equipo, nada sería real. Fue entonces que con el corazón latiéndole a mil por hora, decidió dar media vuelta y caminar en dirección contraria a esa puerta.

Solo que el pelinegro no pudo ni dar tres pasos que alguien se interpuso en su camino: Liam apareció en escena, llevaba una camiseta del equipo y el rostro completamente pintado con los colores de la escuela.

—¿Qué diablos haces así? —Fue lo primero que salió de la boca de Jess.

—¿Qué pasa? —Preguntó con un tono de niño pequeño, observando su vestimenta con detalle.

—¿Por qué te pusiste eso?

—Eh... ¿No es obvio? —Abrió los ojos, esperando a que el chico frente a él respondiera. —Estoy apoyando al equipo...

—No sé como era en Kansas, pero aquí nadie viste así —Lanzó una carcajada.

—¡¿Acaso nadie tiene espíritu competitivo?! —Exclamó llamando la atención de algunas personas en el pasillo.

—Eres increíble... —Rodó los ojos con una sonrisa en el rostro.

—Lo sé.

—No era un cumplido.

Liam se quedó en silencio unos cuantos segundos, simplemente observando a Jess. Fue en ese instante que el timbre sonó, anunciando las tres de la tarde y el comienzo de la práctica para el equipo.

—Mierda Jess, se te hace tarde —Musitó alterado el castaño, lo tomó de los hombros lo dirigió hacia la puerta.

—Espera... —Jess se detuvo en seco, sorprendiéndolo.

—¿Qué ocurre?

—No entraré...

—¿Por qué...?

—No quiero hacerlo Liam, ni siquiera me gusta el fútbol... —Exclicó dejando caer su cabeza hacia el suelo.

—Hey... —Las manos del castaño se posaron en sus hombros. —Entiendo que estés nervioso, pero te comprometiste con el equipo, no puedes decepcionarnos.

—¿"Decepcionarnos"? —El ceño de Jess se frunció.

—Exacto, no puedes decepcionarlos ni a ellos ni a mí, tu mayor fan.

Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro del pelinegro, y al mirar a los ojos al joven no pudo evitar lanzar una carcajada, la pintura seca en su rostro comenzaba a quebrarse con cada expresión que hacía, y en verdad le resultaba gracioso.

—Ahora ve y danos una victoria —Alentó Liam.

Jess respiró profundo y terminó asintiendo, luego, dio media vuelta y cruzó el umbral.

—Acábalos... —Susurró Liam para si mismo.

2

El celular de Scott sonó dentro de su bolsillo, era Mackenzie avisando que la práctica estaba empezando. Era el momento de entrar a la casa.

Tenían todo planeado: La llave de la puerta trasera se encontraba escondida debajo de una piedra hueca, el Sr. King trabajaba hasta las 17 y la ama de llaves se ausentaba inexplicablemente durante dos horas a la tarde mientras sus patrones no se estaban en casa, nada podía salir mal.

—Es hora... —Pronunció Scott con un nudo en la garganta, en verdad estaba nervioso.

—Muy bien, Scott y yo entraremos, tú vigila —Ordenó Peyton completamente decidida. —Tenemos al menos treinta minutos para hacerlo.

—Okey.

—Recuerda, cualquier cosa fuera de lo normal que veas nos envías un mensaje... —Le comentó Scott a su amigo, quien asintió con sus ojos mirando la pantalla de su teléfono.

Peyton observó directo a los ojos a Scott, respiró profundo y al exhalar retiró una de las máscaras de su mochila, luego le asintió al chico frente a ella y se la colocó sobre la cabeza.

Scott imitó a la joven, dándose cuenta al instante lo incómodo que sería efectuar el plan con esas cosas.

La casa de los King era una estructura gigante de dos pisos, construida con brillantes ladrillos de color rojo oscuro y barnizados de color marrón claro, la entrada, por la que se accedía a través de unas escaleras de mármol, era de madera roble y su picaporte simulaba ser de oro debido al brillo que este expulsaba.

Ambos chicos rodearon la casa hasta llegar a la puerta trasera, esta, mucho más pequeña, juntos cruzaron el umbral que daba directamente a una cocina gigante completamente blanca y ordenada, los electrodomesticos eran de última generación, teniendo una televisión táctil en el extractor del horno.

Los ojos de Scott se mantenían completamente abiertos, literalmente ese cuarto valía más que toda su casa, sintió algo en el pecho, una cosa extraña que ignoró en cuanto Peyton tomó su mano.

Ahora se encontraban en el vestíbulo, tenían que asegurarse de que las alarmas estuvieran apagadas, para su suerte, así era, lo único de lo que debían preocuparse era de que sus rostros no salieran en las cámaras por si algo llegaba a salir mal.

—Por aquí... —Susurró la castaña, señalando las escaleras.

Scott asintió levemente y siguió a la joven hasta las segunda planta, un extenso pasillo se abrió frente a sus narices, miraron en ambas direcciones y debieron separarse para abarcar más terreno, los dos sabían que no disponían de mucho tiempo, si la empleada regresaba y los veía, sería el verdadero fin: Allanamiento de morada, correccional, futuro arruinado.




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