INICIÓ

De niña le temía a la soledad, sobre todo a estar sola y a oscuras, siempre sentía que, en medio de la noche, algo podría llevarme lejos de mi familia, o devorarme frente a ellos, ese miedo me dio un desarrollo temprano de *Nictofobia es un miedo irracional a la noche y a los espacios oscuros.

Eso hacía que en medio de la noche me aferrara a la única luz que se encontraba en mi habitación; en medio de las cobijas como si esta fuera una túnica repelente de monstruos, todas las noches era lo mismo, siempre estaba en la misma posición de ser acechada por cosas que no podía ver.

Esa noche tenía un grave insomnio. El reloj marcaba las 2:47 a.m, y yo estaba dando vueltas en mi cama, buscado la posición perfecta para dormir, trataba de vaciar mi mente, pero era inútil, siempre venían e iban palabras, ideas, miedos y sueños, mi mente se encontraba más activa de lo normal, movía levemente mi cuerpo imitando un arroyo de cuna mientras recitaba un tarareo leve.

-Tal vez así pueda dormir. -Musite débilmente y tomé de la mesa de noche mi celular y los audífonos, busque mi playlist habitual y le di reproducir.

Escuchaba la música suavemente mientras la brisa pegaba en mi ventana, queriendo entrar, mis ojos iban perdiendo la batalla, mientras mi mente como una gladiadora vencía todos mis esfuerzos por callar mis pensamientos.

Cedi ante el cansancio y estuve vagando en mis sueños, cumpliendo todos mis anhelos que mi subconsciente podía crear, hasta que un leve olor, se empezó a filtrar en mis fosas nasales.

Abro los ojos con dificultad y mis sentidos se agudizan. Respiré hondo y pude oler algo que me dejo perpleja. -Quemado- Fue lo único que salió de mis labios secos por falta de agua en mi cuerpo.

Rápidamente baje los pies de la cama, dejando caer el celular; tome una bata y salí descalza corriendo por el pasillo, una ola de calor impacto mi cuerpo de manera brutal al llegar a las escaleras vi el fuego consumiendo la habitación de mis padres, el espeso humo negro que salía me dio a pensar lo peor, hice bola la bata y me la puse sobre la nariz, me acerque a la puerta de mis padres desesperada - ¡Mamá! ¡Papá! –grite alarmada con lágrimas saliendo de mis ojos, gire un poco mi cabeza y al ver el cuerpo de mi madre calcinado emitiendo alaridos me aleje impactada di unos cuantos pasos hacia atrás mientras todo se hacía más caliente, me sentía débil, solo me quería dejar ir, en ese momento una voz gritando mi nombre resonó en mi cabeza estremeciéndome, antes de caer al suelo.

¨La casa estaba siendo abrazada por las llamas mientras que los gritos desesperados de la madre de Colette por ser consumida llenaban el lugar, Colette se encontraba desmayada por inhalación de humo; fuera de la casa algunos vecinos se percataron del infierno que se producía en la morada Moore, muchos salieron a ver y algunos valientes entraron en busca de vida, allí fue donde encontraron el cuerpo de Colette, llena de ceniza, pero con pulso.¨

De nuevo un aroma me despertó, esa vez no olía a muerte y desesperación, más bien era a vida, un olor suave, como a flores y bálsamo.

Abro con algo de dificultad mis ojos, al hacerlo lo primero que veo es una pared blanca muy bien iluminada con un estampado de espirales, recostado a esta, un mueble de madera con unas flores amarillas. Son claveles. Pensé.

Sigo moviendo lentamente mi cabeza para analizar el área, pero un dolor agudo me invadió.

Un pequeño tubo salía de mi nariz, conectado unas máquinas a mí, al ver esto entre en pánico y me empecé a mover, un ruido empezó a salir de la máquina y seguido unas jóvenes entraron en la habitación, llenándome de temor.

- ¿Presión? -Dijo la joven con bata blanca cuestionando.

-Normal, signos estables. –Formulo la otra joven.

-Vamos a quitarle el tubo. -Demando la joven y me dirigió una mirada.

-Buen día, soy la Doctora Grisman, está internada por causa de un problema cardiorrespiratorio.

Al momento de llegar al hospital no se percibía su respiración ni siquiera después de la liberación de las vías aéreas, no se veía el pecho o el vientre levantarse ni bajarse; tuvimos la necesidad del uso de la desfibrilación. -comento y seguido empezó a anotar en una tabla de madera que llevaba en la mano. -Fuiste afortunada. No todos aguantan algo como eso - La oí decir.

-A continuación, te vamos a desentubar, es decir quitarte la sonda nasogástrica es un procedimiento normal tu solo relájate. -indico y me dio una mirada que me reconforto. Me quede quieta y la enfermera empezó a desconectar la máquina que yacía pegada a mí o yo a ella; en todo caso solo podía observar la joven apresurada en su trabajo.

-Te costara respirar un poco por ti sola de ahora en adelante, te sugiero que lo hagas con calma. -Inquirió la Doctora Grisman y seguido sentí un alivio inmenso, respiré hondo y por un breve Instante me sentí desorbitada. -Con calma, la primera vez es difícil, no tengas miedo; Micaela busca al familiar de la joven y dígale que ya despertó. –decreto la doctora, la joven asintió y salió apresurada.

-Pensé que no despertarías. -Sonrió. -Te encontraron con pulso, pero al venir en camino al hospital, perdiste el conocimiento, luego al llegar me encargue yo de ti -atino a decir.

Mi garganta se sentía seca, con un leve ardor al fondo, algo no se encontraba bien, mi respiración era lenta y pesada, en un pequeño intento por hablar un dolor pulsante se apodero de mí.

- ¡Eh! ¡Con cuidado! -La doctora se acercó y se puso a un costado de mí. -No podrás hablar fuerte en un par de días, estarás bien pero tendrás que venir a chequeos. -Resumió antes que la puerta se abriera de golpe, produciendo un ruido fuerte.

-Buenas doctora, ¿Cómo está mi hija? - Sonreí con dificultad al oír esa voz familiar, sin duda era papá.

-Señor Moore ella está bien, solo necesita descanso, haré unas rondas y pasare a verla luego. –Comento la doctora con algo de alegría en su voz. -Los dejare solo un momento; Permiso.