Combinación Perfecta |+21|

Capítulo 1.

El sol es la estrella más estresante que hay en el universo cuando se estaba sudando como pollo en brasa. Las gotas de sudor bajaban por mi espalda y sienes. No tengo la menor duda que mi preferencia en cuánto a clima es el frío.

La mejor amiga que tenía (y la única amiga en general) está a mi lado sin dejar de hablar ni un puto segundo, estresándome más.

Quería irme a un lugar con sombra, pero como tenemos un sentido de decisión patético, elegimos comprar barquillas en los carritos andantes y seleccionamos uno que contaba como con veinte personas por delante de nosotras esperando a ser atendidos.

Maldita sea.

—¿Me estás escuchando, cara de culo?

La voz de Zoa hace que me voltee.

—¿Qué?

Ella resopla y rueda los ojos fastidiada.

—Hay una fiesta hoy —Suelta.

No es algo nuevo.

Mi mirada se enfoca en la fila, rogando que se moviera más rápido.

—Todos los viernes hacen fiestas —Respondo echándome aire con mi mano en el rostro.

—Será en la casa de Venka.

Un pequeño interés crece en mí y es inevitable no voltear a verla de nuevo.

—Venka hace fiesta cada dos semanas, no le toca hoy.

Las fiestas en la casa de ese tipo eran partidoras de rostros, en el buen sentido.

Zoa se encoge de hombros.

— ¿Qué importa si le toca o no? —La cola rueda y caminamos acercándonos otro poco a las barquillas— ¿Irás o qué?

Una nueva gota de sudor corre por el medio de mi espalda. Las aletas de mi nariz se expanden por la respiración profunda que le brindo a mis pulmones.

—Si sucede algo fuera de lo común, nos largamos —Advierto.

Ella rueda los ojos otra vez y asiente.

—Está bien, mujer. ¿Iremos o qué mierda haremos?

Subo y bajo mi cabeza, confirmando.

Zoa da un aplauso de alegría y enlaza su brazo con el mío, pero me alejo de ella. Tenía un calor de los mil demonios y lo menos que quiero es estar pegada como una garrapata a alguien.

—Tengo calor —Le explico cuando me da una mirada reprochadora.

—Me dijeron que también irá Ivanov —Informa ella.

—Qué bueno.

Camino junto a la fila que se ha movido.

Volteo mi vista cuando siento su mirada insistente y su ceño fruncido se hace notar.

— ¿No te lo andas tirando? —Me pregunta de golpe.

Asiento sin darle mucha importancia.

—No hay sentimientos amorosos.

Levanta una esquina de su labio superior y mantiene su ceño en el sitio.

—No entiendo cómo las personas tiran sin ligar sentimientos —Refunfuña.

Me encojo de hombros.

—Me gusta cómo tira —Admito—, pero no va más allá de eso.

La fila se mueve otro poco.

¡Bien! Cada vez más cerca del objetivo. Sólo unas diez personas más y tendríamos los malditos helados.

—Habla por ti. Cuando te ve sus ojitos brillan, es tierno.

La volteo a mirar y es difícil contener una risita.

—En la cama no es tierno.

Ella fija sus ojos en mí por unos segundos, parpadeando un par de veces; para luego mirar al frente.

—Gracias, Anabelle. Mataste todo rastro de lindura en Ivanov.

Me echo a reír rodando de nuevo en la fila, pero mi alegría se esfuma cuando una notoria gota de sudor baja por mi sien derecha.

—Maldición —Exclamo, quejándome—, ¿no pudimos elegir otro lugar?

—Los helados de aquí son buenos —Replica—. Sólo está haciendo un poco de calor, nos refrescaremos dentro de poco.

Tengo la sensación que esperando allí los minutos se convirtieron en horas. Un bronceado tenue ya se me notaba y de seguro las tiras de la blusa que portaba quedarían impresas en mi piel.

La fila se mueve poco a poco y quedamos más cerca del carrito de helados.

—Escucha —Comienza hablar de nuevo Zoa— ¿Sabes quién, según, irá también?

— ¿Quién? —Pregunto.

Ella sonríe misteriosamente.

—Zhora.

Frunzo el ceño.

— ¿Eh?

No sé quién es ese.

Zoa rueda los ojos por tercera vez.

—Olexei.

— ¡Ah! —Mi confusión se despeja, reconociendo el nombre enseguida.

Por ese nombre sí lo conozco. Por favor, quién no conoce a ese gran hijo de puta.

—Nómbramelo así. ¿Qué es ese nombre Zhora? —Me burlo.

Cruza sus brazos como una niña pequeña.

—Te cuento que ese es su segundo nombre.

— ¿Y cómo sabes eso? —Ataco.

¿Qué mierda hacía Zoa cuando estaba sola en su habitación? ¿Buscaba información de los estudiantes de la universidad o los buscaba en la universidad en modo espía?

—Tengo mis métodos —Simplifica, echando su cabello hacia atrás.

Asiento lentamente entornando los ojos. Está bien, bueno, si es lo que ella dice...

Miro hacia enfrente y sólo queda una persona adelante; y justo en ese momento está moviendo su culo fuera de nuestra vista.

— ¿Qué van a querer, señoritas? —Pregunta el señor que despachaba las barquillas.

—Barquilla de chocolate y chantilly —Pido—. Con chispas de chocolate y sirope de fresa.

—Yo voy a querer de fresa y dulce de leche —Hace su pedido Zoa—. Gotas de chocolate, por favor.

—Saliendo pedido.

Saco los billetes de la cartera para entregarlos a la persona encargada de cobrar y lo mismo hace mi amiga.

—Chocolate —El señor me entrega la barquilla que de seguro me la devoraré en un minuto—, y fresa —Entrega la otra barquilla a Zoa—. ¡Disfruten, gracias por su compra!

—Gracias a usted —Agradezco caminando fuera de la fila.

¡Por fin, Dios!

Doy una lamida a la crema encima de la galleta y casi caigo para atrás.

—Divino —Gimo extasiada—. Todo el sudor y estrés ha valido la maldita pena.

— ¿Viste? Valió la pena —Afirma Zoa—. Como decía: irá Olexei.

—Ya entendí, mi amor. ¿Qué quieres que haga sobre eso? —Cuestiono.

Ella se encoje de hombros.

—Bueno, no sé; quizás podrías hacer amistad con él —Murmura.

Mi ceño se baja a la vez que todo mi rostro se arruga.

— ¿Por qué querría hacer amistad con él? —La miro raro— Además, su amistad me la paso por el culo —Corto la conversación.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.