Sentada en un sofá en un rincón de la fiesta, con Zoa a mi lado derecho, Venka al lateral de ella junto a unos cuantos chicos más e Ivanov a mi lado izquierdo tomando mi mano: formábamos un grupito. Estaba bastante cómoda y en ambiente. La música retumbaba las paredes, parejas bailaban donde les agarrara las ganas de mover el cuerpo, luces led decoraban el sitio, drogas pasaban de un lado para otro, el alcohol no faltaba, parejas metiéndose en lo más profundo la lengua y algunos suben a las habitaciones para matar las ganas.
Así son las fiestas de Venka: destructoras; para nada decentes ante los ojos de muchas personas.
Ivanov apretaba mi mano, no con fuerza, pero sí con la presión para sentir que me tiene agarrada.
No estoy enamorada. Le tengo muchísimo aprecio y cariño, pero más allá de eso no iba. Y no es porque no quiero intentarlo, ya que, los sentimientos podrían cambiar estando en una relación junto a él; pero prefiero estar en una conexión que no nos atara, que no nos etiquetaran; ya que no estaba en la capacidad de mantener una relación de ese estilo con nadie.
Quizá estaba haciendo mal en mantener ese tipo de vínculo con él, porque como decía Zoa: se notaba que tiene sentimientos más allá de amigos. No obstante, Ivanov tiene claro que conmigo, por ahora, no puede intentar nada más. De verdad, no me compraba el lío de estar metida en una relación seria; él estaba consciente de eso y me dejó claro que no le importaba, permaneciendo a mi lado.
— ¿Estás bien?
Su voz hace que me gire. Lo tomo de los cachetes, presionándolos, haciendo que su boca quede como la de un pescadito y le planto un beso.
El cabello oscuro lo tiene desordenado; la camisa está ceñida en sus músculos trabajados, con dos botones abiertos dejando ver algunos de los tatuajes en su pecho y sus ojos están fijos en mi mirada. Él sonríe y suelta mi mano para pasar su brazo sobre mis hombros.
—Vámonos para arriba —Me pide.
Amplío mis ojos mientras una sonrisa pequeña adorna mi boca.
— ¿De nuevo?
Asiente como un niño.
—Ajá.
Miro hasta Zoa. Ella está concentrada hablando con los chicos a su alrededor, sin estar pendiente ni un poco de mí; así que, no habría problema en dejarla por un momento.
Me levanto del asiento indicándole a Ivanov que tomaba su oferta. Él baja la cabeza formando una sonrisa pervertida en sus labios y se eleva del sofá, quedando más alto por una cabeza entera.
Observo como lleva su mirada a Venka y le hace señas a los asientos que habíamos ocupado para que nadie se sentara en ellos. Su amigo hace un círculo con su dedo índice y pulgar derecho, mostrando que entendió.
Nos abrimos camino entre las personas repartidas en la sala inmensa y nos acercamos a las escaleras que daban a las habitaciones. Subimos los escalones y me adelanto, jalando de la mano a Ivanov para ir a la habitación donde tuve relaciones con él antes que comenzara la fiesta.
Abro la puerta y para nuestra suerte está vacía. Invado el espacio. La puerta se escucha cerrarse y el seguro pasarse.
Me volteo pero no logro hacer más nada cuando los labios de él ya están sobre los míos.
Ladeo la cabeza para tener más acceso a su boca mientras él camina hacia alguna parte de la habitación. Toma mi rostro con ambas manos para hacer más profundo el beso a la vez que mete su lengua en mi cavidad, encontrándose enseguida con la mía.
Suelto un corto quejido cuando mi espalda choca con ánimo contra una pared. Mi cuerpo se estampa con el de Ivanov, logrando que ni un centímetro de distancia nos separara.
Muerde mi labio inferior con energía. Subo mis brazos rodeando su cuello, atrayéndolo más. Sus manos viajan a mi cintura donde aprieta con tensión pura, dejándome saber que está a mil, ocasionando que un jadeo se escape de mis labios. Baja más las manos para tomar mis muslos con fuerza y me alza. De inmediato mis piernas rodean su cadera y siento el bulto de su pantalón contra mi zona íntima. Sus manos viajan a mis nalgas dónde aprieta y suelto un gemido contra su boca. Se despega de mis labios y sin separarse de la piel, baja a mi mentón dejando rastros de besos y saliva en el camino a mi cuello. Echo mi cabeza para atrás bridándole más acceso a la piel delicada de esa zona.
Me despega de la pared, subiendo de nuevo sus labios a mi boca. Él se detiene cuando choca contra algo y sin aviso mi cuerpo se va hacia atrás junto con Ivanov encima de mí. Mi espalda da contra el colchón de la cama. Abro los ojos cuando se separa de mí. Lo miro fijo y él hace lo mismo. Se pone de pie, alejándose de mí. Toma mis pantorrillas y me jala con autoridad hacia el borde de la cama. El vestido que cargo inevitablemente se me sube, dejando ver la tanga que porto.
Elevo un poco mi cuerpo apoyándome de los codos para observar cómo Ivanov se dobla a fin de tomar el borde de mi prenda interior y comenzar a bajarla por mis muslos: con lentitud, rozando con sus dedos mi piel, haciendo leves caricias por el camino y tirándola al piso cuando sale por completo de mis piernas. Su cuerpo se endereza y conecta la mirada con mis ojos. Ladeo la cabeza, muerdo mi labio inferior con morbosidad y mis ojos se entornan cuando él saca un paquete de preservativo del bolsillo trasero de su pantalón. Sin perder tiempo desabrocha el botón de la prenda y baja el cierre. No carga cinturón, no es necesario, sus caderas abarcan lo justo en el espacio del borde.
Su verga queda ante mis ojos: blanquita, con el glande rosado, brilloso por el líquido preseminal, con las venas brotadas y con todo el grosor que mi vagina desea succionar.
La boca se me seca obligándome a tragar saliva y mis labios se sienten resecos, causando que mi lengua los moje.
Rompe el envoltorio del condón, lo saca del protector y se lo coloca con habilidad.
Tiene experiencia, Ivanov tiene mucha experiencia. ¿Cómo alguien con el físico como el suyo no iba a tenerla? Trabaja su cuerpo, sus tatuajes lo hacen ver rudo, su piel no tiene imperfecciones y sus facciones tentaban en volver agua la vagina de cualquier mujer.
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Editado: 09.03.2025