No sé qué hacer. No creo poder dormir porque en la mansión hay de todo, menos silencio. Tampoco quiero irme porque sé que Zoa está disfrutando el bullicio; además, cuando se llega a una fiesta con una persona, se retira de la fiesta con esa persona.
Me quedo mirando el marrón oscuro que cubre el biscocho. La habitación que elegí para comerme la torta e intentar dormir es la que compartí con Ivanov.
¿Qué carajo había pasado hace unos minutos atrás? ¿Por qué Olexei me tropezó? ¿Por qué no me pidió disculpas? ¿Por qué se enfrentaron cuando son amigos? ¿Por qué el que tiene una reputación de mierda se había negado a soltarme? ¿Por qué, en primer lugar, se burló de mí? ¿Acaso tengo cara de payasa?
Cierro los ojos sintiendo frustración. No quiero que él se acerque a mí, no quiero que ni siquiera me mire. Muchas cosas se dicen de él y la mayoría él mismo las confirmó: falta de respeto, buscador de problema, impulsivo, burlón. No quiero cerca a una persona así porque soy todo lo contrario a él: mientras menos me haga notar, mejor para mí; odiaba ser el centro de atención. ¿Para él no es suficiente con hacerse notar llevando el físico que tiene?
El apetito se me va. ¿Cómo es posible que los directivos de la universidad no hicieran nada respecto a la actitud de ese tipo?
Él ya montó su atención en mí y eso me inquieta, porque de seguro se tomará el atrevimiento de molestarme hasta llevarme al punto de tomar medidas como en planta baja de la mansión. No me gustaba que se metieran conmigo, y cuando lo hacían dibujaba una raya que decía con claridad: no me jodas.
Pero con ese tipo es diferente, sé que no es de las personas que con facilidad dejaba las cosas a la primera advertencia.
Él es raro y no quiero descubrir qué tipo de extrañeza reside en su interior. Pocas veces coincidíamos en los espacios de la universidad y cuando nos tapábamos él estaba haciendo algún alboroto sólo con su presencia.
Y no, gracias; no quiero eso: no quiero que me señalen por estar siendo molestada por él, no quiero que me relacionen de ninguna forma con él. Y si eso conllevaría alejarme de Ivanov y de Venka, lo haré gustosa porque ante todo estaba mi salud mental, mi paz.
Miro hacia ningún punto en concreto. ¿Debo quedarme en la habitación o bajar? ¿Zoa estaría bien sin mi presencia? Me había largado sin decirle para dónde iría, pero si bajo estaría en la misma zona que Olexei y eso disparaba mis nervios, puesto que no sé con qué saldría.
Suelto una exhalación sonara; debo bajar. Tengo que hacerlo porque no puedo desaparecer sin avisar a mi amiga, no puedo dejarla sola. Por mucho que ella se encontrara en ambiente, Zoa llegó conmigo a la fiesta, por lo tanto, debo asegurarme de que tuviera la confianza en que no la dejaría sola por nada. Además, necesito alcohol; con el alcohol se piensa menos.
Me levanto de la silla para encaminarme de nuevo al festejo. Salgo de la habitación, camino a las escaleras con forma de caracol y bajo los escalones. Ahora es que queda noche para más celebración.
Me muevo entre las personas que bailan sin hacerle caso a nadie. De lejos veo cómo Zoa estaba en medio de Olexei y un chico que está conversando con ella. Los muchachos que estuvieron en el espacio antes de que llegara Olexei con compañía, ya no se encontraban allí. Ahora el lugar tenía un ambiente privado.
Mientras me acerco veo bolsitas vacías de cocaína, un par de billetes esparcidos, una botella de Vodka por la mitad, los cigarrillos eléctricos sin usar y el narguile apagado.
Zoa sube la mirada y cuando sus ojos me ven, su semblante cambia: como aliviada de tenerme de vuelta. Le dice algo sonriendo con cortesía al chico con el que está hablando; a continuación se levanta, se desliza con cuidado entre las piernas de los chicos y la mesa, y camina rápido rumbo a mí.
Todos en la mesa voltean a nuestra dirección. Observo como Ivanov alza una ceja y Olexei ladea su cabeza. Frunzo el ceño hacia ellos, pero lo relajo cuando Zoa se detiene frente a mí, con su boca casi pegada a la mía.
Hice bien entonces en decidir bajar para ver cómo estaba ella.
— ¿Qué te hiciste? —Interroga agitada—. Ivanov fue detrás de ti pero volvió solo. Pensé que ibas a venir con él.
—Lo siento. Ya estoy acá —Me disculpo— ¿Podemos salir un momento?
Asiente. Le hago seña para que espere un momento.
La rodeo caminando hacia la mesa donde están las botellas de alcohol. Sé que quedarían viéndome a medida que me acercara y me preparo mentalmente para no hacerles caso.
Me deslizo entre la mesa y el sofá, al contrario de donde están ellos, ignorándolos. Agarro la primera botella que está cerca y me devuelvo por donde llegué. Nadie emite ni una palabra y agradezco eso.
Tomo a Zoa de la mano para ir a la cocina, donde estaban las puertas corredizas que daban al patio trasero. Salimos y el viento fresco nos hace suspirar. No hay nadie allí y la música de ese lado no se escucha tan potente, por ende, el ambiente se siente tranquilo. Caminamos para quedar casi pegadas a la pared que separaba la casa de Venka de la siguiente y nos acostamos soltando otro suspiro, sintiendo descanso en nuestros cuerpos. Bajo el vestido para tapar mi ropa interior y subo la mirada al cielo estrellado.
— ¿Qué tal son? —Pregunto a Zoa.
Tengo curiosidad por saber cómo la pasó con ellos.
—Son agradables —Murmura ella—, pero por mucho que intentaron ser amables, estuve algo intranquila.
— ¿No querías ser amiga de ellos?
Un nuevo suspiro sale de su nariz. Giro mi cabeza para observarla; tiene su vista pegaba en el cielo.
—Tuve curiosidad por saber cómo son.
— ¿Y ahora?
Voltea sus ojos a mí.
—Aumentó.
Recorro su rostro con mi mirada y niego con la cabeza.
—No cuentes conmigo —Aviso de una vez.
—No pretendo ser cercana a ellos —Explica con rapidez—. Por mucho que me mate la curiosidad, prefiero mantenerme cómo estoy.
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Editado: 09.03.2025