La sangre carmesí resbalaba de mis dedos rápidamente sin yo poder detenerla cayendo al suelo y manchándolo con rapidez.
Yo no quería esto.
Pues lo hemos hecho.
¿Y ahora que hacemos?
Esconder el cuerpo.
¿Donde?
Lo averiguaremos.
Caminé a paso apresurado hacia la puerta para comprobar si por casualidad habría alguna que otra persona rondando por aquí.
Nada. No hay nadie. Tenemos vía libre.
Nos vamos a meter un en lío...
Nah...
Volví de vuelta al lugar donde se encontraba el cadáver. Lo conocía muy bien, se hacía pasar por novio de la chica popular del insti cuando en realidad traficaba drogas. Recuerdo el sufrimiento que pasó la chica por los plantones de él. No la quería pero ella pensaba que podría quererle con el tiempo, el la engañaba con otra en vez de ir con ella, no la quería. Tampoco me caía muy bien.
Ni a mí.
En fin, supongo que a todos nos llega el final.
Con un suspiro, saco el teléfono de mi bolsillo y marco el número que ya me sé de memoria desde hace bastante tiempo.
-¿Diga?-contestó una voz conocida.
-Lo he hecho.-contesté inmediatamente.
Tardó en contestar.
-¿Estás en la cabaña?
-Ajá.
-De acuerdo. Sal de allí sin que te vean, ya te sabes las normas.-después de eso, colgó.
Muy bien. Buen trabajo Casey.
Con la seguridad de que dentro de una hora el cadáver estaría desaparecido, salí de la cabaña y volví a casa con una sonrisa ingenua. Aunque lo de la sonrisa era innecesario, nadie sabría nada nunca.¿Verdad?