Salí del instituto con mi mochila colgada de mis hombros como siempre hacía. Lissy estaba en la acera de enfrente, esperándome.
Salíamos a la misma hora siempre pero hoy, había decidido saltarse la clase de química porque tenía examen y no había estudiado, ayer quiso hacer tartas de chocolate hasta las tres de la mañana porque le apetecía haciendo que no estudiara nada para hoy.
Desde luego, tengo una amiga ejemplar.
-¡Cassey!¿Qué tal?¿Y el examen?¿Difícil?¿Fácil?¿Qué ha preguntado?¿La profesora ha preguntado por mi?- me asaltó de preguntas nada más llegar a su lado.
-Primero, gracias por preguntar, estoy perfectamente. Segundo, el examen a sido pan comido, muy fácil.- eso la alivió.- Tercero, ahora te apunto en una hoja todas las preguntas y respuestas, tranquila y cuarto, si, la profesora a preguntado por ti.
-¿Y... qué le has dicho?- preguntó temiendo un poco la respuesta.
-Pues la verdad.- contesté con simpleza.- que te encontrabas mal y que te fuiste a casa.
-¡No!¡Mal!- me reprochó.- Tenías que haberle dicho que me caí por las escaleras, seguro que ahora mismo está pensando que me he saltado el examen porque no he estudiado. - planteó preocupada.
-¿Y es que acaso no es así? Además, eso no iba a colar ni por asomo.
-Puede que tengas razón. - recapacitó.
-Pues claro que tengo razón.
-Deja de ser tan arrogante y por cierto, adivina quien va a estar toda la tarde comiendo dulces con su mejor amiga.
-Sorpréndeme.-contesté en tono sarcástico.
Me lanzó una mirada de reproche.
-¡Pues nosotras!¿Quien si no?
-¿Y entonces cuando vas a estudiar química?-eso la dejó paralizada, es como si fuera el error que olvidó contar al crear el plan.
-Mierda...
-Si, mierda.
Entonces abrió mucho los ojos en mi dirección como si se hubiera buscado algo positivo en todo esto.
-Pero como tu me vas a dar las preguntas y las respuestas... ¡Solo voy a tener que memorizarlas!
-Ajá pero y si... ¿en el examen no caen las preguntas que te voy a dar?¿y si la maestra decide cambiártelas?
-Bueno pues entonces tendremos que desearme toda la suerte del mundo para que no me pase eso, ¿no crees?
-Lo que creo es que lo que has hecho es algo estúpido y que lo que harás mañana será mucho más estúpido.
-Oww, que alegría que te tenga como amiga. Desde luego que siempre puedo contar con tu apoyo. -comentó sarcástica.
-Por cierto, espero que por lo menos te hayan salido decentes las magdalenas. La última vez que cocinaste, estuvimos una semana en casa con dolores de estómago y todo porque querías probar una receta de pollo al curry.
-¡Pero que dices!¡Si estaba buenísimo!- aseguró como si hubiese dicho la mayor tontería del mundo.
-Díselo a Leopoldo que también estuvo con dolores estomacales por comerse las sobras del pollo.- le recordé mencionando a su gato.
-Sois unos exagerados, solo le puse unos pocos más de ingredientes porque se iba a quedar soso.
-Seguro...
-¡Que si, oye...!- se paralizó en cuanto vió algo detrás de mi. Me iba a girat pero ella me agarró los brazos para que no lo hiciese y me lanzó una mirada de advertencia. Habló entre dientes.-No te gires. Esta la profesora de química. No puede ver que estoy aquí, sino me suspenderá el curso.
-Es que eres idiota...
-¡Shh!
-Lissy, no nos va a escuchar. - le aseguré.
-¡Cállate!¡Va a pasar por aquí! Ponte así, perfecto, justo delante de mi. Que no me vea.- decía mientras se ponía delante de mí para que no le viesen. Escuché como un coche se acercaba y pasaba por nuestro lado mientras que Lissy estaba rígida como un palo y cerraba los ojos como si estuviera en una pesadilla. Vi de reojo como el coche aceleraba y se largaba del recinto escolar.
Suspiró aliviada.
-Muy bien. Vámonos ya, no quiero accidentes.- dejó claro mientras empezábamos a caminar en dirección contraria del coche.
Lissy y yo vivíamos muy cerca, casi podríamos decir que éramos vecinas. La conocí hace muchísimo, mi familia y yo acabábamos de mudarnos, yo tendría unos cinco o seis años. Mis padres se hicieron amigos de los suyos tan rápido como nos instalamos en nuestra nueva casa, no me acuerdo muy bien como pero su amistad creció mucho haciendo que Lissy y yo nos viésemos muy seguido.
Uno de esos días, estábamos en casa de los padres de Lissy, nuestros padres estaban muy distraídos en sus conversaciones y viendo la televisión.
Lissy se acercó a mi y me dijo que fuésemos a la cocina a comer algo. Yo no tenía mucha hambre pero la acompañé por el simple hecho de no quedarme con nuestros padres aburrida. La cocina de los padres de Lissy era muy moderna, las puertas se abrían de forma automática y el brillo y los cristales no faltaban en las estanterías perfectamente ordenadas.
-Vamos a hacer una promesa.- me habló ella en cuanto llegamos a la cocina. Yo no le contesté, esperaba que dijera el porque de la promesa porque había oído que cuando se prometía algo era por alguna causa importante y yo no conocía muy bien a Lissy por aquel entonces como para algo así.-Mi prima me ha dicho que las mejores amigas se hacen promesas entre ellas y nosotras somos mejores amigas.
Mi cara expresó un total desconcierto hacia esas palabras, había escuchado algo acerca de las mejores amigas pero no lo suficiente. Entonces, saltó esa chisma tan genuina que seguíamos manteniendo hasta el día de hoy, esa chisma que hacía que conectamos una a la otra tanto como para saber lo que la otra pensaba.
-Las mejores amigas son las amigas que pasan mucho tiempo juntas y nosotras pasamos mucho tiempo una con la otra. Por eso somos mejores amigas.-Me explicó genuinamente y yo, claramente, quedé totalmente convencida por sus palabras.
-¿Y qué prometemos?-Pregunté por primera vez en el día con mi voz aguda de cinco años.
Ella me miró como sino entendiera la situación.