Cómo Estrellas

Prologo

—¿Este? ¿Que tal?— Sonríe mirando la prenda que cuelga entre sus dedos.

—Es linda pero...

—¿Pero?— Aparta la mirada de la prenda para pasarla en mi.

—El color rojo no me favorece, y tampoco me gusta.

—Pero si este color es hermoso, ¿Como no va a gustarte shey? Está de moda.

—Que este de moda no significa que tenga que salir corriendo a comprarlo Cat.

—Esta bien, si no lo quieres tu, me lo llevo yo.— Le hace señas a la chica encargada de la tienda y cuando está llega a dónde estamos nos regala una sonrisa. Cat le entrega la prenda mientras se dirige a la caja para pagar mientras le saca conversación a la chica.

Mientras tanto, yo me quedo mirando ropa. Está es una de mis tiendas favoritas. Mi armario debe estar lleno de ropa de este lugar.

Según Mi prima, Cat. La ropa pasa de moda demasiado rápido. Y por ello cada dos semanas reservamos un día para ir de compras.

Voy paseando por los pasillos, admirando la hermosa vestimenta que cuelgan de los maniquíes, hasta que siento algo duro chocar contra mi rostro.

Solo espero que no sea alguna pared o un vidrio. Que vergüenza.

Descarto esas ideas cuando en el impacto siento un par de manos tomarme de la cintura para sostenerme. Avergonzada por mi torpeza levanto la mirada, y me encuentro con unos ojos azules mirándome desde arriba.

Un chico, probablemente de mi edad se encontraba frente a mi, que guapo, mirándome fríamente y con una ceja encarada. Retiro lo dicho.

Y yo que crei que una pared o una ventana sería más vergonzoso, pero ya veo que no.

Vuelvo a la realidad, cuando esté me suelta bruscamente haciéndome tambalear levemente.

—¿Que te sucede maldito idiota?

Estoy por soltarle un par de insultos mas, por su maleducada forma de tratarme cuando yo no e hecho nada. Pero una señora de seguramente unos 40 años o menos quizás. Aparece detrás de el, corriendo lo levemente.

—Lo siento cariño. Seguro mi hijo no a visto por dónde caminaba.

—No se preocupe señora, yo también iba un poco distraída mirando la tienda.—Le regalo una dulce sonrisa para volver a tocarme con la mirada azul del Maleducado y rebajarlo al notar la indiferencia con la que me mira.

—Sheila, tenemos que irnos. Rápido.

Cat me tira del brazo hacia la salida sin darme tiempo de despedirme de la mujer con la que hablaba.

Porque claro, no iba a despedirme del imbécil Maleducado, pero guapo, que estaba con ella.

—¿Que sucede? ¿Cuál es la urgencia Cat?

—Es Olivia.

Y con esas dos simples palabras, mi mundo cae en mil pedazos.

★★

Luego de unos minutos que nos tomo llegar, cuando el auto de Cat estaciona pésima mente mal por lo rápido que veníamos bajo de el, encontrándome con mucha gente desconocida.

Quiero avanzar, pero una cinta amarilla con letras negras, las cuales rodean toda la casa, me detiene.

—Lo siento señorita, no puede pasar.

Una oficial de policía me detiene cuando trato de cruzar por debajo de esta.

—¿P-pero que sucede?— Siento mi nariz picar y mis ojos comienzan a soltar lágrimas por la desesperación de no saber que ocurre.

—Sheyla.

Cuando mis ojos conectan con mi madre, la cual se encuentra a unos metros empapada de lagrimas, espero a que diga algo pero sus ojos lo dicen todo.

Cruzo la cinta amarilla, aún cuando la oficial trata de detenerme, pero soy más ágil y me escapó de su agarre, adentrándome a la enorme casa.

Subo las escaleras de dos en dos, mientras gente con trajes blancos y guantes pasan por mi lado. Salen de la habitación de Oliv. No. No. No no no no.

Aceleró el paso y me detengo en seco al llegar a su puerta. Al ver lo que hay dentro, joder. Dejo de oir lo que hablan los criminalistas que están dentro de la habitación que todavía no me vieron.

Pero, me sacan de la habitación cuando comienzo a gritar desgarrando mi garganta ante la imagen que está sobre mi.




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