Capítulo 2

Una vez que se quedó sola, Catherine fue a revisar sus cosas, buscó cuidadosamente todo lo que estuviera intacto y la verdad no había mucho, por suerte para ella, la bolsa de vitaminas sabor sandía estaba bien (eran suplementos alimenticios), además de sus diarios de campo y sus plumas, entre otras pocas cosas. La científica abrió uno de sus diarios, tomó una pluma de tinta negra y empezó a escribir registrando lo que había pasado, mientras lo decía en voz alta.

• Bitácora de Larousse; cuando recién entré al bosque encanado, no parecía diferente a cualquier bosque, pero después encontré una salamandra azul que hace fuego morado, un gigante de roca, un viento vivo, un caballo de agua y una mujer pálida y hermosa que hace nieve. Capturé a la salamandra, pero el gigante me persiguió, traté de hacerlo volar pero el viento casi me mata, la mujer me salvó, aunque después destruyó mis cosas; no puedo hacer nada por la cinta de mi grabadora, pero la memoria de mi cámara está intacta, aunque sin cámara de repuesto no podré hacer mucho con ella, así que volveré al modo antiguo y registraré todo escribiendo. La mujer me dijo que me fuera, pero no puedo hacerlo, hay mucho que investigar aquí, así que me quedaré ¡Por el bien de ciencia! Tengo que averiguar más de esa mujer, no sé si sólo tiene forma humana o si realmente es humana, eso se resolverá con una muestra de ADN, necesito un poco de su sangre… aunque también serviría un cabello o saliva; no dejaré de buscarla y seguirla hasta conseguirlo.

Catherine comió un par de sus vitaminas, guardó sus cosas y buscó un refugio para pasar la noche, se encontró uno en el tronco hueco de un árbol, ella no se dio cuenta de que el viento la estuvo siguiendo y aunque lo hubiera sabido no le habría importado, lo único que quería era dormir y recuperar fuerzas para continuar con su investigación. A la mañana siguiente, tomó sus cosas y fue en busca de la mujer que la salvó (y amenazó); la encontró a las orillas de una playa jugando con la salamandra, se ocultó detrás de unas rocas y empezó a observar, mientras decía lo que veía y pensaba, a la vez que tomaba notas.

• El sujeto parece menos hostil, le gusta jugar con esa salamandra y el viento, no creo que tenga mucho que hacer, tampoco estoy segura de que duerma pero es probable que sí, podría quedarme aquí y esperar a que tome una siesta, entonces tendré oportunidad de tomar lo que necesito, -desvió la mirada para esconderse mejor bajo las rocas cuando sintió que la mujer iba a voltear a verla, al volver a mirar, la platinada ya no estaba-, el sujeto desapareció, tal vez fue a volar con ese extraño viento. –Dijo Catherine mirando el cielo.
• Te dije que te fueras. –Dijo la mujer parada detrás de ella. Al escucharla, la científica dio un pequeño salto poniéndose de pie y dándose vuelta; sin embargo no dejó de escribir a la vez que narraba lo que pasaba.
• La mujer apareció detrás de mí, no sé si se tele trasportó o fue cosa del viento, o tal vez su magia le da mucha velocidad, como sea deberé tener más cuidado si quiero tomar una muestra de su ADN. –Dijo Catherine mientras escribía.
• ¿Es una broma? ¡Estoy aquí! –Dijo la platinada con el ceño fruncido.
• La mujer parece irritada por alguna razón. –Dijo Catherine mientras seguía escribiendo.
• Tú…. –La platinada ya no sabía si enfurecer o no, no podía comprender a la mujer frente suyo, en verdad parecía no entender que lo que hacía estaba mal, sin embargo sus sentimientos negativos crearon una pequeña nevada alrededor de ellas y un poco de hielo empezó a formarse en sus pies.
• Fascinante, esta mujer realmente puede hacer hielo, pero no sólo sale de su cuerpo, al parecer también puede crear nevadas pequeñas, me pregunto si podrá hacer ventiscas gigantes. –Dijo Catherine escribiendo, y mirando el hielo y la nieve que caía. Esta vez la mujer no pudo contenerse, tomó la libreta de la científica y la lanzó lejos, pero al hacerlo se cortó con una de sus hojas.
• Auch, rayos. –Dijo la platinada sujetándose el dedo herido del cual brotaba un poco de sangre.
• Haber, tranquila, por suerte no destruiste mi botiquín médico, -la científica sacó una caja verde hecha de metal de la cual tomó una pequeña gasa con la que limpió la sangre del dedo-, ahora que limpié la sangre, rosearé este medicamento para prevenir una infección -lo hizo- y ahora cubriré la herida con este curita. –Dijo Catherine, la platinada no sabía si lo estaba diciendo para que supiera qué le estaba poniendo o si era solo su hábito de decir en voz alta lo que hace.
• Eh… gracias. –Dijo la mujer.
• No fue nada -guardó sus cosas-, ahora me iré, la investigación terminó por hoy. –Dijo Catherine empezando a alejarse, recogió y limpió su libreta y siguió caminando, mientras la platinada la veía.
• ¡Espera! -detuvo a la científica y la hizo voltear con una mirada de curiosidad- ¡¿Cómo te llamas?! –Preguntó la mujer. Gritaba porque la científica ya se había alejado mucho.
• ¡Soy Catherine! –Dijo la científica.
• ¡Yo soy Elsa! –Dijo la platinada.

Dicho eso, Catherine volvió a darse vuelta para continuar su camino hacia el tronco que le había servido de refugio la noche anterior. En el camino se comió otras dos vitaminas y una vez que llegó, abrió su libreta y comenzó a escribir otra vez.

• ¡Pude conseguir una muestra de su ADN! Esconder pequeñas navajas entre las hojas de la libreta fue buena idea, sabía que al menos una la cortaría, tuve una excelente oportunidad para tomar algunas gotas de sangre, lástima que destruyó mi microscopio, tendré que examinar esto cuando vuelva mi laboratorio, pero al menos sé que su sangre es roja y caliente como la de cualquier persona, lo que hace que me pregunte cómo es posible que salga algo tan frio de su ser; la magia es realmente extraña, la investigación está lejos de terminar… tal vez termine teniendo que diseccionar a... ¿Elsa, dijo? No estoy segura de por qué preguntó mi nombre pero seguramente fue curiosidad. Retomaré la investigación de la mujer mágica mañana, por hoy seguiré explorando el bosque.