Capítulo 4

Cuando llegaron al bosque encantado, Catherine trató de bajar del caballo al ver el tronco hueco en el que durmió la noche anterior, pero Elsa la convenció de volver a la paya con ella, no quería perderla de vista aún, pensaba que mientras más tiempo pasaran juntas, mejor.

• ¿Para qué querías que volviera a la playa contigo? –Preguntó Catherine bajando del caballo.
• Dejaste unas pocas cosas aquí ¿No lo recuerdas? –Dijo Elsa bajando detrás de Catherine.
• ¿El libro y la pluma? Ya no son tan importantes ahora que tengo mi grabadora y mi cámara. –Dijo Catherine.
• Sí, claro, claro…. -Elsa trató de sonar de acuerdo con Catherine, aunque en realidad no tenía ni idea de lo que estaba hablando-, pero aun así tus notas deben ser importantes ¿No? –Dijo Elsa.
• Bueno sí. –Catherine fue a recoger sus cosas. Elsa sabía que en cuanto las tuviera se iría, así que debía tomar ya una decisión, decirle o no.
• ¡Catherine! -al oírla Catherine se volteó- escucha… yo… mira, hay algo importante que debes saber sobre mí. –Dijo Elsa.
• Entonces dilo. –Dijo Catherine.
• Yo también conocí a la reina Anna, la conocía muy bien, desde que ambas éramos unas niñas. –Dijo Elsa.
• ¿Tú y la reina Anna fueron niñas al mismo tiempo? ¿Entonces tu magia sí te hace inmortal? –Preguntó Catherine.
• Sí… mira lo que quiero decir que es que ella y yo éramos muy cercanas… ella era mí…. –Elsa no podía terminar de hablar, así que Catherine lo hizo por ella.
• Tú eras su hermana mayor ¿Verdad? –Preguntó Catherine. Elsa se quedó sorprendida al escucharla
• ¿Lo sabías? –Preguntó Elsa.
• Lo sospeché, quiero decir, hay varios retratos tuyos en el castillo, yo he estado ahí ¿Crees que no te reconocería? Además la reina me contó un par de cosas de ti. –Dijo Catherine.
• Pero cuando nos vimos por primera vez no parecías reconocerme. –Dijo Elsa.
• Eres la hermana mayor de la reina, la reina Anna murió así que asumí que tú lo hiciste también; aún hay mucho que desconozco de la magia y creí que quizá eras una criatura que tomo una forma conocida para acercarse a mí sin alterarme demasiado. –Dijo Catherine.
• Está… bien… entonces me crees cuando te digo que soy su hermana. –Dijo Elsa.
• Sí, tus ojos al hablar de ella me lo confirman, se parecen a los de la reina cuando hablaba de ti. –Dijo Catherine.
• Ya veo, escucha, quiero que seamos amigas, como lo fueron tú y Anna ¿Podrías? –Preguntó Elsa.
• ¿Amigas? ¿Entonces eso éramos la reina y yo? –Preguntó Catherine.
• Por supuesto que ustedes eran amigas ¿Qué pensabas que eran? –Preguntó Elsa.
• Pues otro monstruo al cual mantener vigilado. –Dijo Catherine sonriendo.
• Oye no tienes por qué considerarte… ¿Dijiste “otro”? –Elsa ya sabía quién se refería Catherine cuando dijo “otro monstruo” pero quería escucharla decirlo.
• Sí, ya sabes, primero te vigiló a ti y después a mí. –Dijo Catherine, seguía sonriendo, Elsa no sabía si estaba bromeando con lo que decía o si en realidad no le importaba.
• Estás equivocada, Anna jamás me consideró un monstruo, y dudo mucho que te haya considerado a ti uno. –Dijo Elsa.
• Bueno, es cierto que nunca me lo dijo, pero escuché a la Duquesa de Weselton decirlo, creí que eso tenía más sentido que el hecho que fuera amable conmigo sin ninguna razón. –Dijo Catherine pensativa.
• Te equivocas, y esa… Duquesa también, Anna siempre fue una mujer muy amistosa, ella te quería. –Dijo Elsa.
• ¿Por qué? Siempre me lo pregunté, nunca pude averiguarlo ¿Por qué ella era amable conmigo? ¿Por qué le agradaba? –Preguntó Catherine.
• A veces no hay una razón para querer a alguien. –Dijo Elsa.
• Eso no tiene sentido. –Dijo Catherine.
• Lo sé, los sentimientos son así. –Dijo Elsa acercándose a la científica.
• No lo entiendo. –Dijo Catherine.
• Ya lo harás, algún día. –Dijo Elsa extendiendo su mano a la cabeza de Catherine, ella sabía lo que quería hacer y aunque su primera reacción fue apartarse, Elsa volvió a intentarlo y está vez la joven científica no se movió.
• Sólo la reina Anna hacía eso. –Dijo Catherine mirando el suelo.
• Ya que soy su hermana puedo hacerlo también ¿O no? –Dijo Elsa apartando su mano de la cabeza de Catherine, tal vez le había permitido tocarla, pero pudo sentir que su cuerpo se tensó.
• No se lo digas a nadie más o Anton también querrá hacerlo, después de todo es su nieto. –Dijo Catherine.
• Tranquila, no diré nada. –Dijo Elsa sonriendo.
• Bueno, ya se está haciendo tarde y mañana hay mucho que hacer, así que será mejor que me vaya. –Dijo Catherine.
• ¡No! No… es necesario que te vayas puedes quedarte aquí en la playa con nosotros. –Dijo Elsa.
• ¿Hay alguna cueva o algo parecido donde pueda quedarme? –Preguntó Catherine.
• No, pero yo puedo construirte algo con mi hielo. –Dijo Elsa.
• ¿En serio? –Preguntó Catherine.
• Sí, no hay problema. –Dijo Elsa sonriendo.
• Muy bien, entonces intentemos algo. Hazme una fortaleza de hielo, aunque sea la mitad de grande que es mi laboratorio, necesitaré el espacio para mis experimentos y otras cosas, y con chimenea y recamara, si pudieras hacer mueble también estaría bien. –Dijo Catherine.
• Serían muebles de hielo, no serían tan cómodos, además podría ser peligroso si te quedaras dormida en un montón de nieve. –Dijo Elsa, en ese momento, la científica encendió su grabadora de voz y empezó a hablar.
• Al parecer, aunque la nieve aparece por magia, sigue siendo igual a la normal que cae del cielo, al menos en cierta forma, tengo que averiguar más al respecto, -apagó la grabadora- entonces sólo haz la fortaleza, ya me encargaré de lo demás. –Dijo Catherine mirando atentamente el lugar donde quería que se hiciera su fortaleza, esperando a ver la construcción de la misma.