—Oye, rosadita. No tienes que preocuparte demasiado, Sarada-chan está bien, la zanahoria la protege y la cuida como si fuera su propia hija.— El hombre hace una pausa, como sospesando cuidadosamente qué decir, antes de que una sonrisa irónica y amarga se le escape. —O bueno, sí, preocúpate; pero yo me encargo de que no salga como ella.— Hace una pausa corta para mirar hacia atrás y encontrar a su líder, con el semblante derrotado a unos metros más allá. —Sasuke es un idiota como siempre, pero puedes contar con nosotros para asegurarnos de que no va a cometer ninguna estupidez.—