Termino mi desayuno con tranquilidad, viendo a Yissell ir y venir con los pedidos, mientras los lleva a las mesas de los que ordenaron.
La cafetería se llenó mucho más de lo que me imaginaba en pocos minutos luego de que terminara la llamada con Emma. Sigo deprimida por todo lo que me dijo. Sé que Damon no me responde, porque no quiere hacerlo; sigue enojado conmigo. Reconozco que no debería desear que me perdonara luego de un día de haber peleado, pero no puedo evitarlo.
No sé cuánto tardará en recibir la carta. Tengo entendido que no se mandan en el momento, sino que tardan varios días en ser enviadas. Eso es lo que más me enoja. Tener que aguantar días y noches con la duda de si la recibió o no, si la leyó o no. Maldita sea. ¿Qué voy a hacer sin él? Es probable que piense una y otra vez en todo.
Eso es lo que menos quiero en realidad.
Es algo que un mensaje en su celular no arreglaría; Damon me importa demasiado para mandarle un simple texto. Escribirle una carta, a puño y letra, tal vez lo haga ver mis sinceras palabras. Damon vale la pena, siempre lo valdrá. Alguien tan especial no puede ser simplemente ignorado, así como algo especial no puede solo ser desechado.
Le dejo un poco de propina a Yissell antes de saludarla con la mano e irme por donde vine. Sin darme cuenta, terminé el desayuno mientras me quedé pensando en Damon. Estuvo muy rico, pero al final, los últimos bocados no los saboreé, porque no me di cuenta de que seguía comiendo. Me alegro de haber salido de ese hospital para haber venido aquí. Si no lo hubiese hecho, ¿cómo estaría ahora? De seguro acurrucada en la silla, con las rodillas contra mi pecho y las lágrimas que se derramarían a cascadas por mis mejillas sonrojadas. Mis hermanos estarían allí sin hacer nada más que guardarse las emociones.
Durante unos momentos, mientras hablaba con la simpática dependienta de ese pequeño local, los problemas se me fueron de la mente, pero solo durante unos pequeños y diminutos instantes. Yissell había sido amable, buena, comprensiva, de esas personas que saben escuchar a otras sin problema. Agradezco haber podido hablar con alguien que no estuviese metido en todo el caos que conlleva mi vida, una persona desconocida, pero que se ve confiable a la vez. Sacar una parte de mis preocupaciones o siquiera algo que llevo dentro me hizo sentir mucho mejor de lo que estaba, por más que no lo haya querido admitir en ese momento, mucho más al saber que probablemente no la vaya a ver nunca más en mi vida.
Camino con la misma calma con la que caminé a la pequeña cafetería, pero esta vez voy hacia el hospital. Me tomo unos minutos para mí misma, para calmarme y tomar todo el aire fresco que pueda, porque sé que dentro de aquel cuarto volveré a derramar llanto. Es más, creo que allí dentro me faltará el aire, como sucedió siempre desde que estoy ahí.
Desviándome de mi rumbo fijo, me dirijo hacia el gran parque que hay a unos metros de la acera por la que camino hacia el hospital. Ya pasó un día desde que estoy aquí, un día y unas pocas horas, y ya extraño el frío aire congelado de Filadelfia. La nieve en el invierno es lo que más me gusta de allí. Siempre estuve rodeada de esto, pasto, días cálidos en su mayoría y un aire que no llega a satisfacer tu necesidad de algo frío, por lo que ir a Filadelfia con mis hermanos fue un cambio que me favoreció mucho. Ver que dentro de pocos meses la nieve comenzaba a caer y estar allí para apreciarlo y sentirlo, hace que no me quiera ir de ese lugar. Pero bueno, estoy aquí por mi padre.
Mientras me siento en el pasto verdoso del parque, me limito a no pensar en los problemas sentimentales y a concentrarme en todo lo que tengo que hacer cuando vuelva a la ciudad.
Tendré que hacer más tareas, ya que faltan pocas semanas para que la Navidad llegue y, junto con ella, las pequeñas vacaciones de unos días. Cuando vuelva al instituto, tendré que esforzarme bastante para no repetir el curso. Con todo lo que me pasó durante estos meses que estuve en Filadelfia, apenas pude «disfrutar» del estudio. Bien, lo odiaba hasta morir, pero preferiría mil veces tener que ir a clases en vez de ser secuestrada por Matt.
Las tareas que tendré que hacer para aprobar las materias serán puro sufrimiento.
Otra cosa que tengo que hacer sí o sí es volver a mi trabajo en el gimnasio. No puedo creer que apenas trabajé unos cuantos días allí antes de que Matt me atropellara. Me doy pena, pero agradezco que Rick todavía me deje trabajar allí, aunque tampoco es que tenga la culpa de estar metida siempre en los locos planes de Matt. Si fuera por mí, todavía trabajaría, pero el destino y Matt no tuvieron ese plan para mí y decidieron darle un vuelco a mi existencia, como si todo lo que pasé en mi vida antes de todo eso no fuese suficiente sufrimiento.
Me quedo en la plaza un buen rato, que se pasa volando mientras mi mente se limita solo a torturarme, recordándome todas las cosas que tengo que hacer a la vuelta a casa, ya que sinceramente considero más un hogar nuestro departamento en Filadelfia que nuestra casa aquí, y retomo mi camino de vuelta al hospital, donde de seguro comenzaré con mi etapa depresiva.
Me da pena ver de nuevo a mi padre y reconocer que no cambió en estos largos momentos que estuve fuera. La esperanza de que se haya recuperado en este poco y corto tiempo que no estuve en la habitación con él sigue en mi pecho. Pero lo ignoro, es obvio que no se despertará ahora, pero tal vez podría hacerlo en unas cuantas semanas.
Creo que debo abstenerme a tener el único pensamiento bueno de todo esto: él despertará algún día. No morirá, no le pasará nada ultramegamalo. Espero que los doctores estén en lo correcto y que, si tiene amnesia, no dure para siempre y logre recordar poco a poco. Eso me basta con tal de que mi padre recuerde en algún momento.
Tengo que saber todo lo que le pasó para llegar a este estado. No me habría extrañado tanto si le hubiese pasado en el país en el que estaba, como a mí me dijo que iría por trabajo. Pero es incomprensible el hecho de que estuviese de nuevo aquí cuando apenas pasó medio año desde que se fue. Se suponía que volvería dentro de un año, pero solo pasaron unos cuantos meses desde que se largó. Es ilógico, algo que todavía no logro comprender y que algún día sabré si llega a recuperarse. Cuanto antes, sería mucho mejor.