Comprada por el príncipe

Capítulo 1

Me quité el velo negro con pesadez y lo arrojé sobre la cama antes de tomar asiento. El estómago no me daba para afrontar a mi tía, pero no tenía forma de rehusarme a reunirme con ella. Ahora yo y Lily dependíamos de sus decisiones, por más antipática que la encontrara, era importante llevar la fiesta en paz. Sobre todo por el bien de mi pequeña hermana.

Salí de la habitación para dirigirme al despacho en donde ella me aguardaba. No iba a pelear, aunque me provocara con su rudeza, evitaría caer en su juego. Acabábamos de enterrar a papá, lo último que necesitaba era enzarzarme en una pelea con su desagradable hermana. Por respeto a su memoria, soportaría como un roble, no solo hoy, sino el tiempo que durara esta situación de dependencia.

Para alentarme, me dije a mí misma que solo serían dos meses, entonces yo cumpliría la edad de herencia y no tendríamos que volver a tratar con Esther Bolton. Resultaba injusto que la fortuna de mi padre pasara a manos de una hermana con la que apenas tenía contacto y no a su hija mayor, pero así funcionaba la ley del reino y, por lo pronto, el dinero quedaría en resguardo de mi tía, que era el único pariente que teníamos, hasta que yo pudiera tomar posesión de él en mi próximo cumpleaños.

Era importante hacer llevaderos los siguientes dos meses, aunque, conociendo a mi tía, aquello no sería una tarea sencilla. 

Entré al despacho en actitud sumisa, quería demostrarle a mi tía que no venía con ánimos de confrontarla. Durante nuestro último encuentro hacía un año, habíamos acabado a los gritos cuando ella comenzó a insultar a papá y yo salí en su defensa. Yo era consciente de que gritarle a los mayores era incorrecto, pero para ese momento papá ya estaba enfermo y no logré contener mi enojo por todas las cosas horribles que la tía le estaba recriminando. Ella culpaba a papá de sus fracasos, cuando él nada tenía que ver; no era culpa de él que ella fuera estéril, ni que su esposo la hubiese abandonado por otra mujer, pero ella lo resentía igual y lo odiaba por haber logrado la familia que ella nunca pudo tener y, por extensión, nos odiaba a nosotras, sus sobrinas.

—¿Deseaba hablar conmigo, tía? —pregunté tomando asiento en la silla frente al escritorio de papá, en donde ella se encontraba. 

—Asumí que ibas a estar lloriqueando como en el funeral de tu madre, pero te vi bastante tranquila allá afuera —comentó mientras analizaba los objetos que papá tenía sobre su escritorio. 

—Supongo que tuve más tiempo para hacerme a la idea. La muerte de mamá fue repentina, pero papá estuvo convaleciente durante meses —respondí, ignorando el nudo en mi garganta. Por supuesto que tenía ganas de llorar, solo que no me podía dar el lujo de romperme. 

—En eso tienes razón —dijo en un suspiro. Luego se enderezó en el asiento y se aclaró la garganta, dándome a entender que se disponía a ir al punto—. Aurora, esta mañana hablé con el administrador de mi hermano, el señor Rosen. Decidí esperar hasta después del entierro para comentarlo contigo, pero me temo que tengo malas noticias.

¿Malas noticias? Acababa de despedirme de papá, el hombre que más amaba en el mundo, ¿qué más malas noticias podía recibir? 

—¿De qué se trata? —pregunté con desconfianza. 

—Lo que voy a decirte no es fácil, así que necesito que te mantengas serena —me indicó con gesto severo—. El señor Rosen me mostró las finanzas de tu padre y, dado sus despilfarros para consentirlas y lo cabeza dura que era para los negocios, se encontraba en la más absoluta quiebra.

Pestañeé con sorpresa un par de veces, preguntándome si había escuchado bien.

—¿Quiebra? —repetí incrédula.

—Así es, no solo no dejó un solo centavo, sino que acumuló una cantidad de deudas apabullante. De las que, por su puesto, yo no pienso hacerme cargo. Es imposible que haga frente a la irresponsabilidad de tu padre, yo soy solo una indefensa viuda, después de todo —mintió.

Mi tía solía presentarse como una viuda ante la gente, aunque todos sabíamos bien que su marido vivía feliz en la capital con su amante.

—No lo puedo creer —musité negando con la cabeza—. Yo jamás imaginé… cuando papá hablaba conmigo daba a entender que Lily y yo tendríamos lo necesario.

—Pues te vio la cara —respondió secamente—. Con seguridad no deseaba preocuparte con asuntos de dinero antes de tiempo, pero la realidad es que tu padre solo dejó problemas y deudas. El panorama no pinta nada bien para ti y tu hermana.

—¿Será posible que hable con el señor Rosen? Quisiera que él me dijera estas cosas —le pedí.

—¿Acaso no confías en mi palabra? —preguntó irritada—. No esperaba menos de ti, Aurora.

—No es eso, pero el señor Rosen trabajó muchos años para mi padre, tal vez él pueda ayudarme a entender qué sucedió —expliqué.

—¿Entender qué? Tu padre era un hombre despilfarrador que se dedicaba a mimarlas en cualquier capricho y luego vino su enfermedad a agravarlo todo, lo último en su cabeza era generar más dinero —dijo sin ocultar lo mucho que resentía a su hermano—. Si quieres que el señor Rosen te explique esto mismo, está bien, pero tendrá que esperar, puesto que él me informó que saldrá de viaje y no tiene fecha de regreso. Por lo pronto, es necesario que afrontemos el problema.

Agaché la mirada, agobiada por la situación.




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