Las clases pasaron rápido. Tenía clases de cultura, sociología, física, idiomas y baile, no sé si eran todas o faltaba agregar más en el semestre. Por ejemplo la maestra de baile que ni se para que se necesita, no estaba dando clase porque tuvo un pequeño accidente y regresaba dentro de dos semanas.
Mejor para mi así no tengo a que estresarme en aparentar que no se, aunque mi mayor reto será la clase de idiomas porque nos dan francés y pues bueno yo soy muy buena en ese idioma, vaya lío.
Salí de la escuela ignorando a todos y me encamine otra vez a mi casa para poder hacer la tarea y acomodar todo mi desmadre. A pesar de que fue mi primer día no me fue tan mal, podía acostumbrarme a esta sensación.
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Al día siguiente mi rutina fue la misma, me bañe y desayune algo ligero, ayer me di cuenta que en la cafetería de la escuela hay de todo así que debía guardar espacio para comer esas delicias extranjeras.
Salí con tiempo suficiente para caminar hasta la escuela, los entrenamientos la agencia son pesados por lo que caminar unos minutos no es nada.
Debería entrenarme, aunque no esté en servicio no debo perder mi habilidad.
Hoy tenía dos horas de francés en la mañana y me dirigí al salón, para sorpresa no hay casi nadie. Algunos compañeros me observaron y yo fui a sentarme al final. Cuando sonó la campaña entraron todos pero no se llenó el salón, las clases comenzaron y la maestra Ortiz comenzó a hablar y contar muchas cosas sobre cómo se volvió maestra y chorradas más.
Yo veía a mis compañeros con el ceño fruncido y desesperados, creo que no les gusta el francés, la maestra pasó una hoja de tarea y debíamos escribir sobre nuestra vida, en francés obviamente para que ella las leyera mañana.
—Profesora, ¿qué dijo?—se levantó mi enemiga favorita a preguntar confundida.
—¿Alguien entendió lo que dije? —pregunto la profesora en perfecto Inglés.
Ninguno de mis compañeros levantó siquiera un dedo hasta que vi a la hermosa chica de pecas levantar la mano dudosa.
—Dijo que es tarea y tenemos que escribir algo pero no sé qué exactamente—dijo apenada, todos la estaban viendo atentamente.
—Ay Bea, te crees mucho porque entendiste que es tarea cuando todos sabemos que lo es— que grosera, todavía que le está ayudando porque nadie entendió— si vas a traducir, hazlo bien— me canse.
Levante la mano para pedir la palabra y la maestra me la dio.
—Dijo que teníamos que escribir en esta hoja—la levante— algo de nuestra vida y lo que nos gusta en francés para mañana— todos me ven asombrados y mi queridísima Amber quiere matarme— dijo que usted las leería mañana y nos haría correcciones.
Después de eso no volví a hablar más, muchos me llamaban presumida otros solo ven y se preguntaban cómo lo supe, la pequeña Bea me miraba con curiosidad pero yo solo me dediqué a escribir la tarea y escuchar a la maestra hablar y hablar.
Llegue a la cafetería y me serví mi desayuno para poder aplacar el hambre que sentía, lo malo de este lugar es que te daban puro jugo de naranja y agua y claro está que siempre elegía el agua aunque no es muy agradable comer todo así.
Ya llevaba casi todo terminado cuando se acercó aquella estúpida a ofenderme.
—¿Te crees mucho porque supiste responderle a la maestra verdad? ¡Que sea la última vez que me dejas en ridículo! — aventó mi charola y cayó al piso con lo que quedaba de mi almuerzo.
Observe mi alimento y después a ella, ¿cómo llegamos aquí? Yo Katerine Laforêt agente especial, hacker y muchas más cosas, siendo intimidada por una chica sin cerebro. Lamentablemente no puedo hacerle nada o tendré problemas y la verdad me gustan pero no gracias a algo que no vale la pena.
Me levanté y estaba dispuesta a caminar y salir de la cafetería cuando él intervino.
—Basta Amber, deja de molestarla, no te ha hecho nada malo y le has tirado su comida— dijo mientras recogía la charola del piso.
—No la defiendas, Beni. Es una estúpida que se empeña en humillarme— me reí por el apodo que le puso, ella se volteó molesta y yo salí de la cafetería decidida a no tener problemas.
Al final de las clases fui a la biblioteca para buscar un libro sobre la historia de este país y poder estudiar para el examen sorpresa, que ni tan sorpresa porque nos lo dijo.
Después de un rato buscando encontré uno muy bueno y fui hasta una mesa que había en el fondo a tomar asiento para leer.
Llevaba unas veinte hojas cuando sentí que alguien se sentó frente a mí.
—¿Qué haces aquí sola leyendo un libro sobre la historia de este país?— no necesite fijarme quien era con solo su voz adivine quien es.
Benjamín Morris, uno de los chicos populares de esta escuela aparte de guapo aunque debemos admitir que es un caballero, en estos dos días no he visto molestar a nadie ni sentirse superior. Debo seguir observando todo para ver si, si es así o solo está aparentando.
—Busco paz y me la estas quitando— dije sin apartar la mirada del libro.
—¿En verdad entendiste lo de la profesora Ortiz?— pregunto. ¿Qué acaso no se rinde? No ve que no quiero hablar con él.