Con orgullo perdí soldados.

Capítulo II

Solo quería sacar adelante a su familia, y que obtuvo (recalcó), ¡pura mierda!.

 

En fin, era un chico nada más, aún tenía mucho que aprender; Eithan uno de sus amigos con el que se reclutó, precisamente el que lo sostuvo, resultaba lleno de rabia, cuando lo enterramos y estábamos a punto de partir, mientras sostenía un puñado de tierra y soltaba lágrimas a chorros dijo –te veré pronto mi amigo-, me miró fijamente, eso carcomió mi corazón.

Imagina por un segundo (musitó), estar encaminado a una vida llena de logros y enseñanzas junto a tu amigo de infancia, todo sale bien, todo resulta ser un momento de ensueño donde cumples todos y cada uno de ellos; y de la nada, sin ningun motivo aparente factores agenos a tu vida te los quitan y se derruban los pilares que te forjaron como persona.

Eso era lo que aquellos jóvenes pensaban y sentían; no podía desmerecerlos porque me encontraba en la mismas...

 En el camino me enteré que Eithan era huérfano, y aquel muchacho era su única familia, su único amigo, me contó cómo lo conoció, aquella escena me resulto familiar, era un niño que robaba comida de la alacena, para dar a otro pequeño que se refugiaba en los escombros de una casa abandonada, y posterior a ello una mujer que lo adoptó, precisamente la madre del otro pequeño, aquella mujer que le dio él estudió, ofreciéndole una oportunidad.

Ahora el pequeño que lo apoyó desde un principio yacía muerto, enterrado en un lugar inhóspito; el huérfano, quien solo tenía una razón de ser, apoyar a su amigo y aquella mujer, estaba lleno de iras, abrumado con aquel tormento.

 

Recogimos todo lo que había, las sobras diría mejor; y en uno de los mapas que dejaron divisamos un pueblo lejano, era nuestra única oportunidad; lo malo fue que resultaba más rápido llegar (se acercó a tomar un poco del agua puesta en un jarro sobre la mesa), atravesando la selva, (dio un sorbo a ese tabaco), caminamos el primer día una distancia de doce kilómetros, (engroso la voz); todo era pesado y la naturaleza no nos facilitaba el viaje, algunos reían y botaban chistes para alejar los nervios y el miedo, mientras que otros eran tristes por la muerte del pequeño, practicamente desconcertados.

No sabíamos lo que pasaría después, pero no nos íbamos a quedar a averiguarlo.

 

El primer día caminamos hasta una zona rocosa llamada Lowei y logramos refugiarnos en una cabaña abandonada de alguna tribu cercana, hicimos el conteo de los alimentos y eran escasos no habia mucho de donde escoger, mandé a unos muchachos a ver provisiones y a otros a revisar la zona dos centinelas a cada lado y una rotación de tres horas para cada uno. Me empezaron a llamar Capitán, lo hacían porque decía que mi postura era la de uno de ellos, y porque mi boina así lo decía, (hecho una carcajada), era la única que encontré que me podía quedar; teníamos que hacer guardias, y, justo en esa noche los recuerdos se me hicieron tan vividos, que pensé mucho en mi hijo, en lo que seria de mis nuevos camaradas y en todos los escenarios posibles en los futuros días.

 

 

Todo ocurrió al día siguiente, a las cero seiscientas.

 

Uno de los soldados gritó - ¡EMBOSCADAA! -, y mientras corría al interior de la cabaña recibió un disparo que le atravesó el pecho mientras lo vimos caer con un gesto de dolor en el rostro; quedamos estupefactos todo fue demasiado rápido y seguiamos adormilados a duras penas abrimos los ojos un poco mas por el asobro; otro de los chicos que actuó de manera inmediata fue a socorrerlo e intentó retener la herida por ambos extremos, saco de sus bolsillos vendas y empezó a hacer presión. Su actuar fue rapido y preciso, mientras nosotros no salíamos de lo ocurrido.

 

Afortunadamente en la noche cavamos trincheras y justo esas empezaron a protegernos del fuego enemigo, estábamos atontados, recién lo estábamos asimilando, recibiendo balas de la que claramente se dedujo de que arma provenia, una Ametralladora Browning M1917, la vimos después desde una sola dirección o eso daba a notar el polvo que se elevaba.

 

De pronto, uno de los chicos eufórico empezó a responder al fuego enemigo, mientras los demás yacían asustados encogidos como niños, ¿Qué más eran? ¿Qué pordían hacer? si apenas salía de un curso para entrar a otro- (Pausó por unos segundos mientras se sentía corer el reloj de pared on su tic-tac, tic-tac); Prosiguió -Les grité luego de soltar una carcajada -¡Arriba soldados!, o tienen pensado morir como perras- (fijó su mirada en el suelo, sonrió...)

 

RECUERDO QUE SUS MIRADAS RECOBRARON SU TONO, UNO DE GUERREROS, tenía que estar tranquilo, y eso di a notar cuando me regresaron a verme para sonreirles; (alzo su mirada nuevamente con lágrimas) -eran niños aún- (levanto su mano y secó sus ojos); ellos tomaron las armas y empezaron a disparar de una manera muy controlada, todo el entrenamiento, la práctica de tiro, la recopilación de información sobre las armas, surtieron efecto, ellos estaban asustados pero dispuestos a luchar.

 

En los alrededores divisamos sombras que se ocultaron por el contra ataque mientras se esparcían; y como no hacerlo si estábamos como hormigas armando todo; los veinte hacían algo ahí adentro. (Se acomodó en el sofá, y lo dijo con ánimos).




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