Por la mañana siguiente cuando caminó hacia la cocina descalza sobre los pisos de madera, Amara creyó ver un trozo cuadrado de papel junto a la puerta, pero pensó que todavía estaba experimentando ese trance raro en el que le parecía tener un pie en el umbral que separaba el mundo de los sueños y el de la realidad. Le quitó importancia a eso que creía haber visto, preparó una taza de café y volvió hacia el área del recibidor para comprobar que no había visto mal. Allí había algo que antes no había estado. Dejó la taza que desprendía vapor sobre el escritorio junto a su computadora y se agachó para tomar un sobre mediano. El color era hermoso, el papel tenía una tonalidad de rojo pálido que rara vez había visto. En la parte del destinatario estaba escrito su nombre con tinta negra en una caligrafía tan adornada como bella. Esbozó una sonrisa y se llenó de misterio. ¿Quién podría enviarle algo así? ¿Sería su nuevo amigo jugándole una broma? Olvidó el café sobre el escritorio sin pensar en que podía enfriarse y abrió el sobre con anticipación. Adentro había una tarjeta de papel grueso en color marfil con letras oscuras.
Señorita Amara Iglesias.
Queda usted cordialmente invitada a nuestra primera fiesta de verano en la mansión Svensen. Lo que esperamos se vuelva una tradición que nos conecte con los ciudadanos de Aguas Negras.
La velada se realizará el próximo sábado a las 20.00 horas. Por favor, vestir de gala si es posible. La comida, la música y la diversión serán provistas por nosotros. Esperamos contar con su presencia para conocer por fin a nuestra nueva vecina en la isla. Le aseguramos que tendrá una noche maravillosa e inolvidable. Ese es nuestro mayor deseo.
Familia Svensen.
La muchacha corrió hasta la habitación para encontrar su teléfono y con él tomó fotos del sobre y de la invitación para enviárselas a Esteban. Era temprano y no sabía si él estaría despierto a esa hora. Habían pasado solo diez minutos de las ocho de la mañana, pero no transcurrieron más de diez segundos antes de que las tildes en la aplicación de mensajería se volvieran azules. El muchacho estaba grabando un audio que llegó al instante.
¡Maldita, perra suertuda! ¿Te invitaron a una fiesta? Es la primera vez que lo hacen. De seguro será una celebración a todo dar y los que quieren ser alguien en Aguas Negras pagarían por asistir. ¿Puedes llevar acompañante? ¿Dice algo acerca de eso en algún lado? No importa. Hablan de conocer a los ciudadanos. Me daré por invitado.
Amara soltó una carcajada ante el gracioso insulto del chico y se dispuso a grabar un audio mientras regresaba al living para dejar la invitación sobre el escritorio y darle un sorbo al café que ya no estaba caliente sino tibio. Lo tragó con disgusto.
No dice nada acerca de acompañantes, pero no pienso ir sola a una fiesta de ricos. Y necesito que me asesores en cuanto a mi estilo inexistente. Tenemos toda una semana para prepararnos. Si tan importante es la fiesta no creo que les falte lugar ni comida para uno más. Yo te invito.
Fue al terminar de decir eso que la chica se sintió expuesta. Solo estaba vistiendo su ropa de dormir que consistía en una camiseta musculosa blanca. Debajo no llevaba sostén así que sus pechos se movían con libertad. En la parte inferior solo vestía unos pequeños shorts de algodón. La noche anterior Seren la había sorprendido con su inesperada visita y quizá eso podía volver a suceder. Eso disparó interrogantes dentro de su cabeza. ¿Quién habría entregado la invitación? ¿Cuál de los hermanos habría sido? ¿Estarían rondando por ahí todavía? Estaba segura de que la muchacha de cabellos blancos no había dejado ningún sobre misterioso la noche anterior. De todos modos, no iba a cambiar la comodidad por tener vergüenza. No tenía razón para cubrirse hasta el cuello dentro de su propia casa. Si a ellos les gustaba andar de mirones, pues bien, tendrían algo para mirar. Sonrió ante ese pensamiento y gracias a los mensajes divertidos que Esteban continuaba enviando. Miró la triste taza en su escritorio y decidió que debía desayunar bien. Tenía que recalentar el café, hacer tostadas y comer frutas también. Tal vez saldría a trotar. ¿O era que esa invitación estaba jugando con sus inseguridades y quería verse radiante en esa velada? Es que la chica de cabellos blancos se veía estupenda y era una fiesta de gala. No podía llegar con su cabello salvaje y vistiendo pantalones de algodón grises con pantuflas.
El olor a café no solo despertó su apetito sino también su imaginación. Luego de alimentarse se sentó frente a la pantalla de la laptop y comenzó a escribir el segundo capítulo de su libro. ¿Por qué no podía tener Alessio un nuevo interés amoroso luego de hacerle perder al gran amor de su vida en el libro anterior? Ya lo había hecho sufrir bastante.
Se perdió en el mundo que existía dentro de su mente por dos horas. Más bien se sintieron como diez minutos. Siempre le pasaba eso cuando estaba motivada. Se olvidaba de lo que ocurría a su alrededor y la vida real quedaba en suspenso porque allí, en su cabeza, también sucedían cosas muy reales y quizá hasta más interesantes.
Puso el punto final a la escena donde su semidios rescataba a una chica y suspiró complacida. Cerró la laptop y se alistó para salir a trotar. Hacía mucho no corría como lo había hecho en los grandes parques de la ciudad. Estaba desacostumbrada. Se recogió el cabello en una cola de caballo alta luego de ponerse unas calzas azules y una camiseta negra. Tomó una botella de agua y ajustó una banda elástica ancha alrededor de su brazo. Esta tenía un bolsillo donde podía llevar su celular y las llaves. Introdujo los pequeños auriculares redondos en sus orejas y con el sonido de una banda de rock alternativo salió dispuesta a hacer ejercicio por el sendero frente a su cabaña. No creía ser capaz de trotar alrededor de toda la isla, pero intentaría hacer actividad por más de media hora.
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Editado: 22.01.2025