—Y bien, ¿cómo has estado, Amara? Debo decirte que, para ser escritora, no eres muy expresiva en tus mensajes de texto. Me has contado poco acerca de tu vida aquí. Ya sé que te pierdes bastante cuando estás escribiendo —cuestionó Virginia acomodando un mechón de su cabello rojo detrás de la oreja. Llevaba el pelo en un rodete detrás de la cabeza y estaba organizando su ropa en la cómoda de la pequeña habitación de huéspedes—. Es un bonito lugar, ¿no crees? Me alegro de habértelo recomendado.
—Se que debería comunicarme más seguido. Pero como dices, a veces me pierdo en mis historias. También debo pedir disculpas por el tamaño de este cuarto y de la cama —dijo Amara, sentada sobre dicha cama. Era para una sola persona, aunque el colchón cómodo compensaba la falta de espacio. La ventana ofrecía una linda vista del bosque y ese era a otro punto a favor.
—Está bien. No me gustan los lujos —dijo su amiga guiñando un ojo. Por supuesto que era mentira. Virginia llevaba una vida muy lujosa de viajes, hoteles de cinco estrellas y visitas a restaurantes caros.
—Por lo demás, he escrito bastante y creo que en unos meses podría tener la idea terminada. En verdad Aguas Negras es un lugar precioso y demasiado inspirador.
—Yo prefiero la gran ciudad y perderme entre rostros desconocidos y los altos rascacielos —comentó la chica terminando de ordenar su ropa y con un saltito se sentó en la cama junto a ella—. ¿Y el tipo apuesto que mencionaste una vez? ¿Lo seguiste viendo?
—Oh, él… —suspiró Amara y pensó en Viggo sentado en su sillón, charlando con ella y bebiendo té con las estrellas en el cielo—. Es un tema complicado. Hemos hablado un poco. Tiene dos hermanos, Finn y Seren. Vienen de Escandinavia. ¿Puedes creerlo?
—¿En serio? Es raro encontrar gente de los países nórdicos aquí, ¿verdad? Es sexy me imagino. Por eso te está dando problemas. Ese estilo de hombre siempre causa problemas —comentó Virginia entretenida y gentilmente empujó a Amara con su hombro.
—Bueno, sí lo es. No voy a negar que es muy apuesto y tiene unos ojos hermosos. Pensé que tenía interés en mí y yo estaba pensando en darle una chance, tratar de hablarle más seguido, pero al parecer le recuerdo a una novia del pasado —comentó Amara preguntándose si debía contarle los detalles jugosos de la historia a su amiga. Aunque ella apoyaba su escritura de novelas paranormales, ¿sería capaz de aceptar que los vampiros de verdad existían?
—Yo en tu lugar hablaría con él. No deberías perderte la oportunidad de tener una linda experiencia con un tipo que te interesa y aún más si está bueno. Aunque solo podría ser una aventura de una o dos noches.
—No sé. Es pronto como para ir con esos planteos. Ni siquiera sucedió algo importante entre nosotros. Solo algunas cenas y charlas acerca de la vida. Nada más que eso. Tal vez yo me confundí y malinterpreté su comportamiento.
—¡Ay, amiga! Con la situación del mundo actual y lo complicadas que son las personas, diría que ya tienes más a tu favor que cualquier otro. Cenas y charlas profundas de la vida, diría que son una buena señal.
—Amo que siempre arrojes luz a mis dudas. Tal vez cuando él regrese a la isla podría intentar saber qué siente acerca de mí —comentó Amara al pasar y Virginia torció la cabeza a un lado. Le parecía tan raro haber dicho eso en voz alta. Estaba considerando al mayor de los Svensen como posible interés romántico. ¡Era un jodido vampiro!
—¿No está en Aguas Negras ahora? ¡Qué pena! Quería conocerlo.
—No. Se fue con su hermano en un viaje de negocios o algo así. Solo quedó su hermana Seren en la mansión. Son gente muy ocupada.
—¡Mierda! —exclamó la chica de cabellos rojos y soltó una exhalación exagerada—. Una mansión en medio de una isla y yo viviendo en un departamento que es del tamaño de una caja de zapatos.
—Tú misma dijiste que prefieres la ciudad —dijo Amara sonriendo y negó con la cabeza—. Yo creía lo mismo hasta que llegue aquí. Deberías venir a vivir a Aguas negras. Tiene cinco aldeas alrededor. Además, aquí conocí a mi amigo Esteban. Te lo presentaré en estos días.
—Me encantaría conocerlo. Siempre es bueno conocer gente nueva.
—¿Quieres que salgamos a caminar? Puedo llevarte a mirar la mansión que los Svensen tienen en medio del bosque.
—Ese plan suena bien, pero estoy cansada del viaje. ¡Odio conducir! Pero estoy feliz de verte. Quiero darme un baño caliente y podemos cocinar el almuerzo juntas. ¿Te parece? Y tal vez por la tarde demos esa caminata.
—Está bien. Te dejaré un rato tranquila. Tengo que releer unos archivos para mi novela nueva. Ya te dije dónde está el baño y me encontrarás en la sala de estar. Nos vemos en un rato —dijo Amara poniéndose de pie y dejó un beso en la mejilla de su amiga—. Realmente estoy feliz de verte. Gracias otra vez por recomendarme este lugar.
—De nada. Me gusta ser de ayuda —dijo Virginia con una dulce sonrisa y Amara la dejó sola.
La escritora preparó un té y apoyó la taza sobre su escritorio junto al ventanal. Se sentó y buscó entre sus documentos en la laptop mientras escuchaba el agua de la ducha caer. Le tomó solo un par de segundos hallar la carpeta amarilla que se llamaba MI ORIGEN. Allí tenía la investigación de su árbol genealógico. Dio gracias que la tecnología e internet ayudaban con esas búsquedas de información en la época moderna. Había tenido que contactar gente de otros países que eran los dueños de los sitios web para pedir más datos. Abrió la línea de tiempo que había confeccionado alguna vez con colores y números gracias a un programa de computadora. La fecha más antigua que mencionaba a sus antepasados era 1825. La locación de esa gente era Inglaterra. Amara creía conocer esa cronología de memoria, pero en ese instante se dio cuenta de que no era así. Solo le había dado un vistazo alguna vez hasta que descartó el proyecto de escritura que incluía a su familia. En la parte superior del archivo había dos nombres, mas solo uno llamó toda su atención: Evanna Wellington.
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Editado: 22.01.2025