Capítulo 10 | ¿Realmente está sonriendo?

—Recuerda—Comenzó a decirle Saga a Gaby, con el rostro serio como de costumbre—, solo debes usar la «Explosión de Galaxias» de ser necesario. Aún no controlas por completo la técnica y eso podría ser un problema.

Gaby asintió con la cabeza.

—Entendido.

Entonces la vi alejarse a donde Camus y, cuando llegó con él, comenzaron a cuchichear cosas que hasta donde nos encontrábamos no podían oírse. Pero lo que sí podíamos ver fue como Saga trataba de acercarse discretamente a mi hermana.

Y digo trataba, porque con su simple postura, altura y expresión intimidante, era difícil que fuera discreto.

—¿Tú crees que tengan algo? —Me preguntó Aioria, mientras veíamos como Mel, sonriente, se acercaba a nosotros.

Y Aioria sonrió aún más por eso.

—No lo sé—Respondí—. Ni Mila ni Camus me cuentan nada sobre su vida, mucho menos de la amorosa.

Desvié mi mirada a donde Camus hablaba con Gaby antes de su combate y, antes de que pudiera decir algo debido al asombro que lo que estaba observando me produjo, lo hizo Milo:

—Joder ¿realmente está sonriendo?

Ninguno de los tres creíamos lo que estábamos viendo, hasta que fue Mel quien nos lo confirmó.

—Por Dios, Camus está sonriendo.

-

Gaby justo ahora había recibido un poderoso golpe de mi hermana y había retrocedido unos cuantos metros, ocasionando que su espalda se impactara con parte de las gradas. Shura y Saga estaban cruzados de brazos, simplemente observando y analizando el combate.

En eso, cuando mi hermana quiso ir a rematarla—Porque Gaby se veía realmente mal—, la pelinegra hizo acopio de todas sus fuerzas para ponerse en pie y apretar sus manos en puños.

—Grett—Llamó Milo—. Por favor, vámonos de aquí.

Lo miré, perpleja, mientras me quitaba el brazo que me había puesto sobre los hombros en algún momento. Aioria y Mel estaban en lo suyo y ahora el León la tenía abrazado a ella.

—No me voy a ir, Milo. Deberías saberlo.

Su mirada se desvió a los alrededores del Coliseo, indicándome con una señal que solo yo podía entender, que todo se estaba poniendo jodido.

Totalmente jodido.

Cada vez venían más y más soldados. Eran tantos, que ni siquiera estaba segura de que todos pertenecieran al Santuario. Y Athena… Athena lucía diferente, mientras que el Patriarca se veía a leguas preocupado.

—¿Qué tengo que hacer para que accedas a irnos? —Inquirió él de pronto—. Dime que hago porque, si no lo haces, puedo asegurarte que lo haré a mí manera. Y voy a sacarte de aquí como sea.

Quise responderle que, si tanto quería irse conmigo, debió de aceptar cuando se lo propuse hace tiempo. Que ahora nada de lo que haga iba a disuadirme para cambiar de opinión, sin embargo, el grito del pequeño Kiki me interrumpió.

—¡Vamos, señorita Gaby! —Chilló y, con inocencia, dijo—: ¡Haga que valga la pena la sonrisa del caballero Camus de Acuario!

Entonces, después del grito, todo ocurrió demasiado rápido.

Tanto Mila como Gaby corrieron al mismo tiempo y se encontraron en el medio del Coliseo, sus técnicas más poderosas impactaron contra sí y eso causó una nube de polvo de dimensiones desproporcionales que cubrió todo el lugar, ocasionando que no pudiéramos saber que pasaba dentro de ella. Y, cuando cesó, alcanzamos a ver como Mila yacía en el suelo rocoso, mientras que Gaby intentaba levantarse del mismo con mucho esfuerzo.

En ese momento, Shura corrió hacía su hermana, Saga hacía la mía y Camus… Camus quedó unos momentos en shock, sin saber a quién auxiliar.

Menos mal que no estaba observando como Milo me llevaba fuera de allí y como Aioria intentaba detenerlo, porque estaba segura de que se le haría más difícil tomar una decisión.

5/5

***

Ahora sí, comenzamos con las actualizaciones dos veces por semana. Gracias por darle una oportunidad a la historia.❤

¡Nos vemos el sábado!

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