Condename Ayer. Saga Destinos Cruzados

XI. Emociones de alto impacto

Melody

— Te repito que es muy pronto, Mel - escucho a mi padre gruñir y a mi madre sollozar, mientras Graham camina de un lado a otro como un demente meciendo el cabello — solo digo… - suspiro entrecortado temiendo que mis padres fallen a su favor —, solo digo que puedes descansar hoy… anoche tuviste un sueño tranquilo, pero ya mañana es incierto…

— ¡Exacto! - señalo con tranquilidad — esto va a ayudarme a controlar mis temores y a sosegarme ¡Tisha lo dijo! – explico levantando en alto el bote con las píldoras milagrosas.

— Lo siento Melody no estoy de acuerdo - mi hermano niega de nuevo y al mirar a mi madre también lo hace.

— ¡Por favor necesito hacer esto! – lloro — ser normal, regresar a terapia, hacer ejercicio para sentirme que lo estoy logrando y que ustedes no sufren por mí – mi hermano resopla enfadado, lo suplicante de mi voz y mis manos temblorosas alertan a mi padre — ¡papá por favor prometo estar bien!

Mi padre se levanta de su sillón favorito y me toma en brazos como cuando era una bebé. Su voz al arrullarme calma de inmediato el temblor de mi cuerpo.

— Solo promete que estarás bien, que te cuidarás - asiento hacia sus palabras colocando mis manos sobre las del que abrazan mi rostro.

— ¡Jeremy no, ella no está bien aún! – mi madre protesta y él solo levanta un dedo hacia ella.

— Te prohíbo Margaret Banks que le retires la medicación a mi hija - jadea ofendida — y tú - señala a mí hermano — debes entender que no podemos retenerla en una jaula de oro, ella debe vivir, aprender a controlarse y superar todos sus miedos – Graham solo aprieta los labios totalmente inconforme — y en cuanto a ti luz de mi vida, irás a clase pero al menor indicio de inestabilidad yo mismo iré a buscarte - afirmo confundida.

— Sí claro - entiendo que me estará vigilando — ¿pero quién? – mi cuestionamiento es entendido de inmediato.

— Betty está aquí, el día de ayer mientras tú dormías: Graham hizo todos los trámites concernientes al cupo - abro la boca.

Betty es mi prima, ella no me molesta; es decir: nos hemos tratado siempre con el debido respeto y cariño supongo que ahora seremos amigas, no me queda otra alternativa porque actuará de niñera.

— ¿Y dónde está ella ahora?

— En clases cariño - responde mi padre dirigiéndose hacia la puerta de la salida — y ahora, debes irte o llegarás tarde a clases – salto a sus brazos enrollando los míos en su cuello y besándolo muchas veces en la cara.

— ¡Gracias papá te amo! – su sonrisa me tranquiliza —prometo que todo va a salir bien – abrazo a Margo —descuida mamá, me siento muy bien y con mucho entusiasmo - sonrío y ella trata de hacerlo también pero fracasa. No me dejo amilanar por su tristeza.

El camino hacia la universidad se me hizo eterno con el mutismo de Graham y su fuerte mandíbula apretada al punto del dolor. Hasta parece que el azul cobalto de sus hermosos ojos ha mutado a negro, no me gusta verlo así sin embargo debo hacer que entienda lo importante que es para mi retomar las riendas de mi vida, ya que al parecer pierdo un poco de ella en cada episodio de esquizofrenia que padezco.

Suspiro audiblemente.

Retira unos segundos la vista de la carretera para mirarme y resopla enfadado. Me cruzo de brazos porque si no va a hablar, no seré yo quien tome la iniciativa de la plática. Escucho otro resoplido y un gruñido de oso.

— No sé con quién estoy más enfadado – sacude la cabeza y me mantengo en silencio —, si contigo por ser tan testaruda o con papá por su flexibilidad ante la situación – aprieta de tal manera el volante que sus nudillos se tornan blanquecinos.

— Pues deberías tomarlo con calma vaquero, tus dientes sufren igual que tus manos además el manubrio no tiene la culpa – suelta una risa amarga.

Creo que hoy mi humor negro no funciona.

— ¿En serio debo ser yo quien lo tome con calma? - Ironiza el cuestionamiento - ¿qué me dice de ti Melody Banks? - inquiere con una ceja levantada — ¿estás tomándolo con calma? - su tono denota el enojo que siente creo que estoy en problemas — ¡ah no, claro que no! – detiene el auto — tienes que probarle, ignoro a quién que eres más fuerte que todos ¿cierto? – sus ojos se llenan de lágrimas que no se permite dejar salir.

Mi corazón se fragmenta, mi respiración se vuelve un caos y es al notar la humedad de las lágrimas que escucho mis propios sollozos llenando el espacio.

— ¡Yo…yo no quiero ser débil! – gruñe negando.

Se acerca lo justo para mirar dentro de mi alma por medio de mis ojos y no puedo dejar de llorar.

— No pasa nada si te retractas y regresas a casa para descansar, cariño – su voz se escucha maternal al bajar uno decibelios — No es un signo de debilidad ser prudente cuando normalmente descansas una semana ¿Qué ha cambiado ahora?

— Graham… yo he cambiado!

[***]

Observo a mi alrededor, contemplando con las rodillas a punto de dejar de sostenerme, la estructura aterradoramente enorme. Cierro los ojos al sentirme atrapada y encerrada en este búnker de colosales dimensiones llamado “El Clandestino”, solo el nombre ya me quita la respiración, razón por la cual me cuestiono mi presencia en este lugar que además de que huele horrible todos son como unos gigantes.




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