Arsher
Me entretengo a la entrada del gimnasio con una llamada de Eleanor retándome por – según ella – mi mala acción del otro día, frente a la esposa de Conrad y su desagradable hija.
— Tranquilízate Eleanor – trato de que haga silencio para poder explicarme —, recuerda que ellas no son un par de joyitas además Alana trata de venderme a la molestia de su hija como un cerdo o algo así…
— ¡Arsher Robert Macmillan! – no me creo su tono serio para nada, ella tampoco las soporta —. Estas hablando de la esposa de mi padre y de su… - se aclara la garganta — hija que solo te pidieron un favor, solo una cosa debías hacer y era guiarlas por la universidad en busca de su destino – habla como cotorra y me estoy perdiendo el partido.
Seguramente ha sido Alana quien le fue con el chisme a su esposo y al reclamarle entonces, soy yo quien paga los trastos rotos. Sin embargo, mi madre es excelente para mediar entre las personas y yo por supuesto no caigo en jueguecitos de nadie, esas dos son unas arpías y no las quiero cerca.
— Eleanor – detiene la diatriba de la cual no escuché un pito — ¿podríamos terminar esta amena conversación en casa esta tarde? – su jadeo me hace sonreír recordando sus bellos ojos de un azul raro, los cuales abre desmesuradamente cuando algo la sorprende como en este caso — tengo que presentarme a clases y me retrasas…
— ¡Te castigare hasta navidad! – trato de aguantar la risa, pero se me escapa un resoplido risueño — y ahora por burlarte de mí hasta el día de reyes, jovencito – la amo, es tan ingenua que me produce ternura.
— ¿Si sabes que no lo puedes hacer? ¿verdad? – amo hacer esto, nos demasiadas tantas cosas entre las lágrimas que todo el tiempo derramaba al visitarme y la mala actitud que siempre tuve — soy un adulto responsable de mis actos…
— El sábado cenaremos con mi padre y su familia – me quedo muy quieto pensando que de ese modo lo que ha dicho se le olvide —, a las siete de la noche y yo conduciré tu fabuloso Cadillac – maldita sea es cierto y lo tiene muy presente.
Calma, calma, calma…
— No puedes obligarme y lo sabes – siento como el aire se escapa de mis pulmones dejándome sin vida — y no tengo intención de pisar la casa que te pertenece por heredad y te la han negado – hablo con los dientes apretados.
— Eso no es de tu incumbencia Arsher, solo necesito que me apoyes porque hoy día yo lo necesito – cierro los ojos sintiendo el cuerpo temblar, ya me duelen los músculos y que decir de la mandíbula, pero ella lamentablemente para mi… tiene razón porque ha sido por su ayuda, presencia y cuidados no sé qué habría sido de mí.
— Como dije antes Eleanor Stephany Macmillan, este tema lo discutiremos en la casa porque en este momento debo entrar a clases – miento para desembarazarme de la situación que puede hacerme detonar.
— Esta bien cariño, pero no llegues tarde…
Cierro la llamada y me adentro hacia el interior de “el Clandestino”, los aplausos y vitoreos se escuchan cada vez más fuerte, debe ser el equipo de las chicas, después de todo nos reuniríamos aquí para verlas jugar y “prestar ayuda” con las novatas. Sonrío ante esa soberana mentira y es que a los demás lo único que les importa es poder ver a las chicas medio desnudas pasearse dentro de un lugar que es exclusivo para hombres, teniendo así la seguridad de que siguen siendo dueños del lugar y ellas… son trofeos.
Yo no soy mejor que ellos, solo he venido porque en estos últimos cinco días Mackenzie y yo hemos estados, digamos entreteniéndonos un poco, por esa razón he venido necesitando de su cercanía y por supuesto de su compañía. A medida que avanzo en el pasillo las voces, gritos y aplausos son mas altos. El bullicio me hace sonreír y al entrar en el lugar descubro que hay más personas congregadas aquí que fuera en clases.
Luego condenan a los que asisten a este tipo de eventos, pero siempre los permiten.
Miro alrededor y me encuentro con los chicos disfrutando del espectáculo, en realidad las chicas se encuentran vestidas, ataviadas con el uniforme del equipo, no se aprecian menos sexis por esa razón. Derek mantiene la mirada fija en una de ellas: bajita y con una retaguardia preciosa,
Thiago, Narco, Drago y Yarel simplemente babean por todas, se me escapa una risa al ver que todos son unos pervertidos frente a este punado de chicas que, su único y ferviente deseo es lograr el respeto de todos según me lo ha comentado mi chica… ¡si bueno, ella dice que lo es!
Termina el primero de los tres tiempos (lo corroboro en la pizarra) y rodeo las gradas para buscar a Mack, es su seudónimo de jugador que se me antoja pernicioso por lo pervertido que se escucha tener una novia con nombre de chico. Sorteo los cuerpos eufóricos delante de mí, pero como no todo puede ser perfecto soy interceptado por los chicos, no me molesta sin embargo la expresión seria de Greg me hace ruido y me pongo en alerta.
— Pero mira quien nos honra con su presencia, llegas tarde – Thiago es el primero en hablar, le sonrío inocente.
— ¿Quién eres, mi madre? – afirma — ¡idiota! – le lanzo un puñetazo sin querer acertar.
— ¡Por el amor de dios Thiago! La madre de este hombre debe ser preciosa – entrecierro los ojos hacia Narco acercándome peligrosamente tranquilo, se aleja unos pasos — ¡hey viejo, es porque eres muy hermoso y atractivo! – todos ríen y me contagian. No estoy acostumbrado a jugar de esta manera.
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Editado: 30.05.2025