Condename Ayer. Saga Destinos Cruzados

XVI. Un encuentro inesperado

Arsher

Juego con la pelotita anti estrés que muy amablemente me obsequio Quira, la secretaria de Tisha quien luego de hablar por teléfono con mi madre, me ha adelantado la cita del lunes, pondría los ojos en blanco por la obsesión de Eleanor con que ella me enderece y bueno, lamento mucho que no pueda hacerlo porque al internalizar que lejos de padecer una anomalía conductual esto es patológico ya yo me he resignado a que viviré con ello hasta que deje de existir ¿filosófico, no? Sin embargo, debo darle crédito a las esperanzas que alberga mi amada madre y que jamás dejara de luchar por ello, tal como me lo dijo en el hospital “no me alejare de ti”.

Escucho voces, me agazapo en el sillón que siempre escojo en el rincón e intento mirar hacia afuera, pero el ojo derecho me duele como el infierno y al forzarlo para enfocar puede que me desmaye, entonces lo dejo estar. El consultorio es muy acogedor, todo es muy marrón tal como se ve la vida de los que estamos un poco trastornados, también tiene decoraciones en hierro forjado y muchos adornos que nos entretienen, hablo de pequeños autos de carreras, un anaquel lleno de libros entre ellos una gran colección de comics (que son mis favoritos), figuras de yeso, madera y muchos obsequios y suvenires los cuales ha recibido de las personas a las que ha ayudado Tisha.

Mi teléfono suena y lo cojo sin mirar.

—¿Quieres deshacerte de mí? – alzo las cejas y al despegar el teléfono de mi oído recuerdo que no llame a “mi chica”, me molesta un poco sus palabras, pero su tono es dulce así que lo dejo pasar.

—Hola a ti también preciosa – escucho el suspiro —, lo que menos quiero es dejarlo estar contigo ¿Qué me dices tú? – escucho un resoplido y no puedo evitar sonreír.

—Eres tú quien debería decírmelo, tienes tres días desaparecido – ya su tono no es tan dulce, pero tiene razón ¿no?

—Lo siento, pero en este momento estoy indispuesto porque hubo un accidente y…

—¡Oh Dios mío! – cierro los ojos reprendiéndome por la mentira, aunque si hubo un accidente, pero lo propicie yo —¿te encuentras bien? ¿Dónde puedo encontrarte? ¿Qué necesitas? – son demasiadas preguntas a las cuales no estoy ni por asomo habituado.

—Estoy bien Mack, no te preocupes – jadea muy fuerte.

—¿Qué no me preocupe? – su tono es alto y tengo muchas ganas de colgar —. Acabas de decirme que tuviste un accidente y no quieres que me preocupe ¿Quién eres? ¿Superman?

—No Mackenzie, no soy el hombre de acero, pero tampoco soy tan frágil – digo con fastidio —. He chocado mi auto y la bolsa de aire golpeo mi rostro, si has visto alguna vez algo así te puedes hacer una idea de como se ve mi cara – solloza.

—Quiero verte – sorbe un poco por la nariz y yo me recuesto al espaldar del sillon, debo quedar con ella en algún sitio, pero Eleanor no me dejar’a salir de la casa.

—En este momento estoy en consulta, pero al salir prometo llamarte ¿te parece? – se aclara la garganta.

—Esta bien, espero tu llamada…

—Ahora te dejo porque voy a entrar a consulta.

—Está bien, cuídate, un beso – solo asiento y cuelgo.

Cierro el ojo izquierdo, no tengo idea de por que me he metido en este lio, no deseo hacerle daño, aunque no nos va tan mal. Mackenzie es una hermosa chica además de atenta y dominante, pero hasta que no me afecte todo va bien. Reviso mi botella y esta vacía ¡vaya! creo que he bebido mas agua hoy que nunca, me levanto para rellenarla en el bebedero y mi móvil suena con un mensaje, detengo mi andar para mirarlo debido a que solo tengo un ojo.

Thiago: amigo, estas perdido

No puedo evitar sonreír, el chico es agradable y al parecer esperaban a alguien que le diera por culo al mastodonte de Derek.

Yo: choqué el auto y estoy indispuesto por ahora

Thiago: ¡mierda, estas bien!

Yo: viviré

Thiago: ¿entonces no te veremos en la fiesta hoy?

Niego para mi porque él no me ve.

Yo: no amigo, esta vez no…

Thiago: una verdadera lástima, nos habríamos divertido mucho

Yo: lo sé, pero habrá una próxima ¿cierto?

Thiago: ¡Y muchas más, te lo aseguro!

Envía caritas carcajeándose y un “mejórate”.

Reanudo mi andar hasta el bebedero, pero aun mirando el móvil cuando siento que alguien me tropieza, me quedo de piedra al sentir un choque eléctrico en el brazo y al girar solo veo un cabello largo muy oscuro y la silueta de… ella.

Es Melody Banks y está aquí, siento un mareo y la fragilidad de mis piernas que se niegan a sostenerme. Cierro los ojos buscando equilibrio y no lo consigo, el pecho me arde y parece que estallan fuegos artificiales, los oídos me zumban y siento que voy a desplomarme en cualquier momento.

—¡Hey, tranquilo amigo, ya te tengo! – al levantar la vista veo a un hombre con bata blanca —. Respira vamos, respira – hago lo que me dice y no mejora, pero tampoco empeora —acompáñame – niego —está bien, está bien se quién eres – mi respiración trabajosa impide que hable, siento que si lo hago me ahogare.




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