Melody
La piel se me ha puesto chinita al ver su rostro, quiero llorar y no sé por qué, la inflamación en el lado derecho de su cara lo hace un verdadero monstruo pese a que lleva cubierta la herida. Quiero saber que le pasó, pero la actitud de Margo me ha dejado claro que no desea que me acerque a él. Lo veo discutir con su madre (que se la nota muy joven para serlo), sonrío ante la vergüenza que acaba de pasar sin embargo y chismoseando sin poder evitarlo se nota el amor que se tienen. Ella lo mira con ternura mientras le reclama supongo su atrevimiento. Casi se me sale una carcajada al ver como le besa la cabeza, con todos esos tatuajes en el cuerpo parece un gánster salido de una peli de mafia, pero su actitud con ella es tan sutil que no puedo evitar suspirar.
¡Es tan dulce!
—Te prohíbo que platiques con ese chico Melody – giro a ver a mi madre con los ojos muy abiertos —, céntrate y comprende que rezuma problemas por todos lados, comenzando con lo joven que es su madre – la miro a los ojos y niego.
—¿A qué te refieres con? – niego con la cabeza desaprobando el comentario de Margo —Te desconozco mamá – gimo las palabras —¿Dónde está la mujer comprensiva y amable que me crio? – resopla enfadada señalando hacia mi brazo lastimado.
—Tratando de cuidarte, pero sinceramente tu no lo quieres entender, no ayudas en nada – aprieta el rosario que siempre lleva colgado del cuello —basta mirar el rostro de ese chico para saber que es una mala compañía – abro tanto la boca asombrada por sus palabras que dudo pueda volver a cerrarla.
—¿Tú te estas escuchando Margaret Banks? – susurro. Sobrepasada por sus palabras. Niego sin poder creérmelo aun —estas juzgando a una persona solo por su apariencia ¿Qué pensaría el padre Alcázar de tu proceder? – expongo en tono de burla.
—Haría lo que sea por cuidarte Mel, sin importarme el juicio que deba hacer – me mira desafiante —solo deseo que te des cuenta de ello – el azul de sus ojos cambia a aguamarina, lo que me indica que se encuentra molesta y no pretende ocultármelo.
Caigo desinflada en el espaldar de la silla, veo que la madre de Arsher se levanta para ir al baño (eso supongo), una voz llama la atención de mi madre para que pase al laboratorio con el fin de entregarle el presupuesto de unas pruebas y quedamos él y yo prácticamente solos en la sala de espera. Mis manos se acalambran un poco, pero su rostro pierde color al darse cuenta de que lo miro y hace lo que menos imagine nunca… levantarse y sentarse a mi lado.
—Me disculpo por la actitud de mi madre – dice avergonzado. No me mira al pronunciar las palabras, su rostro se mantiene bajo.
—Descuida, las madres suelen ser… así – asiente y percibo que sonríe —¿podrías mirarme por favor? Siento que hablo con la silla y aún no he llegado a ese extremo en mi locura – levanta el rostro y no puedo evitar taparme la boca, en realidad quiero llorar.
—No es tan grave como se ve…
—Pues se ve grave – sonríe y me fijo que sus dientes no son perfectos, eso me hace tragar el nudo que se me hace en la garganta —¿Cómo pasó? – se encoge de hombros.
—Perdí el control – aprieta los labios hasta que parecen una fina línea en su pálido rostro, no puedo dejar de admirar su piel tintada —¿podría darte un consejo? – asiento —. Aléjate de Derek, no es de fiar – ladeo la cabeza para mirarlo a los ojos o por lo menos al que se le ve.
— ¿Y podrías decirme por qué no es de fiar? – mi tono salió más agresivo de lo que esperaba, él lo nota y me mira.
—Porque es un tipo… - lo observo con advertencia —es un idiota y no es para ti – me alejo de súbito.
—¿Es en serio tipo raro? – aprieta las manos en puños —¿te has visto a un espejo? – asiente —pues, tu pareces un matón de calle…
—Y sin embargo no soy el que quiere con todas las chicas en la escuela – dice con los dientes apretados —lo único que quiero es cuidarte – se me sale una risa.
De pronto todo el mundo a mi alrededor siente la necesidad de cuidarme como si fuese una pobre minusválida pues están equivocados todos.
—Escúchame bien Arsher Macmillan – su asombro porque se su apellido me hace poner los ojos en blanco —: siempre espere este momento ¿sabes? Para agradecerte por lo que hiciste por mi – cierra el ojo que tiene en buen estado porque el otro se encuentra tapado con el apósito —¡sí! Tú y yo lo sabemos y me queda muy claro que nuestras madres no lo recuerdan o no nos reconocen, pero eso no te da derecho a tratarme como una retrasada…
—No quiero eso…
—Pues es lo que has hecho en este momento – veo como su mandíbula se tensa y no me importa —, no lo pienso permitir ni a mi hermano y mis padres, y mucho menos a ti que eres un desconocido – gruñe ¡y lo hace como si debiera obedecer!
—Solo era un consejo…
—Y los consejos se toman o se dejan ¿verdad? – asiente con los puños apretados —entonces gracias, pero no tomare tu consejo – giro el rostro.
—¡Has lo que quieras! – se levanta y se aleja un poco, pero se gira señalándome —luego no vengas con lloriqueos de niña tonta, porque te lo estoy advirtiendo – me levanto y le monto cara.
—Jamás acudiría a ti si algo me pasara ¡eres un idiota! – sonríe de lado, una sonrisa irónica que a no ser porque su rostro está muy lastimado, le habría dado un guantazo.
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Editado: 18.06.2025