Arsher
El fin de semana fue un maldito infierno entre las atenciones de Eleanor, mi mal humor y los recuerdos del intercambio entre las Banks, la madre de ella es detestable, desagradable, aunque, podría entenderla ya que por mi cuerpo tatuado puedo realmente pasar por un delincuente disfrazado de persona. No soy un delincuente, a mis veinte anos he hecho cosas de las que no me enorgullezco y de las que no vale la pena hablar, pero si se diera el caso – como ya lo he mencionado – volvería a hacerlo, la salvaría de nuevo e iría a la cárcel otra vez… por ella.
—¿Diga? – tengo la mala costumbre de no mirar el celular para responder, pero…
¿Quién con’o llama a las seis de la mañana justo cuando salgo del baño enrollado en la toalla?
— Hola Arsher – es Mack — espero que te encuentres bien, creo que esto no va a funcionar – cuelga, me doy de cabezazos con el marco de la puerta del cuarto.
¡Olvidé llamarla!
¡Que idiota soy!
Ahora está furiosa conmigo y querrá terminarme.
Entonces soy yo quien llama desesperado y repica unas cuantas veces, llamo de nuevo y no coge el teléfono. Llamo una tercera vez – raro en mi porque no me interesa nada nunca – pero no responde y salta la contestadora. Gruño.
— ¿Arsher? – mi madre toca la puerta — ¡Arsher date prisa por favor!
Miro la hora y faltan quince minutos para las siete de la mañana y creo que he dado tantas vueltas que he perdido la noción del tiempo. Respiro profundo pensando en como lograr que Mackenzie me hable de nuevo.
— ¡Dame un minuto por favor! – saco la toalla e ingreso al vestier.
Tomo los primeros vaqueros que encuentro, una camiseta negra y la chaqueta de la universidad, es horrorosa, pero ya estoy bastante crecidito como para que me reclamen por esto…
— ¡Vaya, que elegante! – gruno a su comentario — bueno, parece que no estamos del mejor humor – niego y tomo mi mochila, ella me extiende una vianda porque no me da tiempo a desayunar en casa, tomo el tupper y lo llevo en la mano mientras saco las llaves del auto de la charola en la entrada de la casa.
Entro al auto sin decir nada, Eleanor sabe que cuando me encuentro en modo psicótico no es bueno que me hablen, soy un elemento autodestructivo con tendencias a la violencia sin embargo me regulo con ejercicios de respiración. A pesar de mi condición, he logrado comprender que salvo sea una situación muy agresiva o que me haga sentir que estoy en riesgo, no exploto como un puto demente queriendo acabar con mi existencia. Respiro profundo, le debo a Eleanor una conversación.
— Mackenzie Reaven – siento como detiene su respiración al escucharme — ella, me gusta mucho y olvide llamarla – coloca la mano encima de la mía, la que mantengo apoyada en asiento —. No tengo idea de como abordarla para que me hable – la miro a esos hermosos ojos que tiene y la noto apenas sonreír — ¿podrías ayudarme con eso? – ahora su sonrisa se expande y no puedo evitar sonreír.
¡Amo a esta mujer!
No solo por ser mi madre, sino porque es tan espontanea que parece una niña de seis cuando algo le obsesiona y en este momento he dado rienda suelta a lo que mas le emociona en este mundo: aconsejarme y darme mil instrucciones aun cuando sabe que hare de lo que me dice menos de la mitad.
—¡Por supuesto mi pequeño Rufián! – ¿ven lo que digo? Da saltitos en el asiento con palmaditas de niña. Pongo los ojos en blanco por la euforia desatada —. Veamos ¿Cómo es ella? – ahora quiere saberlo todo, pero bueno, yo comencé con la conversación y le di parte a ella ahora debo responder.
—¡Eh! ¿es hermosa? – siento su mirada taladrándome.
—Vaya, creo que necesito algunos detalles ¿podrias hacer una descripción mas especifica? Como color de piel, ojos, etcétera… - sonrio, pero no entiendo una mierda.
—¿Qué tiene que ver su apariencia con que no me quiera hablar?
—Es complicado cielo, las mujeres, aunque no lo creas somos diferentes, por ejemplo, las morenas tienen mal carácter, pero con una invitación a la playa o al cine podrás por lo menos suavizar el enojo, las rubias siempre son mas sensibles y al enfadarse solo quieren flores y chocolates, un gesto romántico les suavizara el enfado y te hablara de nuevo, pero solo te hablara, eres tu quien debe disculparse y lograr que se sienta bien contigo…
—¡Entonces estoy jodido! – se carcajea—. No soy romántico y mucho menos regalar’e flores a nadie – pongo una expresión de asco monumental — eso es demasiado cursi para mi…
— Tranquilo fortachón, tus espermatozoides no se extinguirán porque le regales a tu rubia hermosa unos chocolates – me irgo en el asiento, mantengo la vista en la carretera.
¿Como carajos sabe que es rubia? La miro desconcertado tanto por el descubrimiento como por la falta de filtro en sus palabras y sonríe con inocencia.
—Sabes que esas no son palabras de una madre para su hijo ¿verdad? – entrecierra los ojos y se ve preciosa con la cicatriz pronunciada porque tiene los labios apretados.
—¿Qué es lo que en realidad te asombra Arsher? – no la miro, sonrio negando con la cabeza.
Estuve demasiado tiempo encerrado e ignoro muchas cosas del exterior, apenas me acostumbro. No se que pudo estar haciendo ella mientras estuve dentro de esa mierda, pero al parecer es bruja porque me conoce como la palma de su mano.
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Editado: 18.06.2025