Conociéndote Cuando Menos Lo Esperaba

C A P I T U L O 1

Joisbell Francela

Yo no esperaba nada, solo sabía que todos los días de Lunes a Viernes, me levantaba a las cinco de la mañana, desayunaba, me bañaba, me alistaba, llegaba al colegio a poner atención en la clase, aburrirme, estar con las mismas personas de siempre, llegar cansada a casa, ver el teléfono o ver televisión, escribir, cenar y dormir, así es siempre. Pero todos se acostumbran. Me gustaba perderme en mi imaginación y tengo 16 años. Con el pasar del tiempo, las personas que más quieres, ya no están a tu lado. Uno se pregunta "¿Por qué?" Pues ¿qué podemos hacer? nada, ellos ya están descansando en otro lugar muy diferente a este.

Cuando alguien importante ya no estaba, las personas cambian pero así es la vida. Yo solo trataba de seguir adelante por una promesa y por un deber que me tocaba para un futuro. Nunca se sabe cómo será su futuro y con quienes vamos a estar. Las cosas pasan cuando uno no lo esperaba y muchos menos cuando otros lo creían diferente. Me pasó con la muerte de un familiar cercano, me dolió mucho, creo que no soy la misma de antes y no estaba preparada. Seguí adelante y aún sigo aquí.

Pero todo había cambiado, cuando pasó aquella pérdida que haría que mi vida cambiara por completo, (dos meses después de mi cumpleaños y de haber entrado al regreso a clases exactamente) que por eso, mi rutina diaria cambió y se volvió repetitiva todos los días, hasta que llegó el director avisándonos que tendríamos un nuevo maestro de Estudios Sociales. Por la cual me di cuenta que ese fue el único cambio que hubo el día lunes 3 de abril del 2019. Posiblemente un cambio para toda mi vida.

Todos mis compañeros hacían ruido, yo solo me puse a escuchar música y a dibujar, pero luego me puse a escribir historias en mi cuaderno, que es lo que hago todos los días. Me gustaría que todo lo que escribo se hiciera realidad, así la vida no fuera tan difícil y dolorosa.

Todos corrían a sus asientos, supuse que era el nuevo profesor, entonces me quite los audífonos y los guarde en mi mochila previniendo que me regañaran o aun peor, de que los decomisen.

Y es ahí donde conocí al maestro Alexander Vermoni. De cabello castaño claro, ojos verdes, de un cuerpo ideal y esa sonrisa única que jamás vi en toda mi vida y unas cejas muy bien hechas. Traía puesto un pantalón de mezclilla negra, con una camisa blanca y con un suéter verde. ¿Por qué rayos anda un suéter? Estamos en Liberia, la ciudad del pacifico norte donde siempre hace calor. Él estaba a lado del director con una mochila de hombro, se quita el suéter y se lo amarra las mangas en su cadera (Seguro ya se dio cuenta que hacía calor). Tenía una gran sonrisa, se veía muy joven para ser profesor.

—Estudiantes, él es Alexander Vermoni, su nuevo maestro, es de su edad, 16 años.

Miró al nuevo profesor arriba y abajo mientras él le sonreía a todos.

—Bueno profesor Alexander, lo dejo con ellos —le da palmadas en su hombro y se va del salón.

— ¡Buenos días, jóvenes!

Palmea las manos con una sonrisa y se pone al frente pero nadie le contesto.

—Se preguntaran... ¿por qué un maestro tan joven y de su edad?

Se sienta sobre el escritorio con las piernas cruza. «Que inmaduro...»

—Bueno, yo quise trabajar ya porque estaba cansado de hacer lo mismo de todos los días, encerrado en mí casa y verles la cara a las mismas personas de siempre, por eso decidí hacer un cambio en mi vida y con diferentes personas, decidí buscar empleo.

Escuchaba todo eso, me sorprendí. Había encontrado a alguien en común que pensaba igual que yo. Qué extraño. ¿Cómo es que pudo ser profesor sin experiencia ni estudios universitarios?

—Si tienen una pregunta... solo levanten la mano. —Con una mano alzada a la altura del hombro, con una sonrisa de oreja a oreja con ganas de caernos bien, de socializar y agarrar confianza.

Como siempre, nadie decía nada, miré a todos mis compañeros, alce la mano venciendo el miedo y matando el silencio.

— ¡Usted, la chica de cabello rizado! —Señaló mientras me mencionó con mucha alegría y añadió—: ¿Cuál es tu pregunta?

—Ya que usted dice que se hartó de hacer lo mismo todos los días... ¿Qué fue lo que lo inspiro, que pensó para tomar una decisión o ese deseo tan maduro e inmaduro a la vez? —tratando de hacer una pregunta interesante.

—Pues... me gusta leer, escribir y ver películas. Lo que me llamo la atención fue que los protagonistas, al conocerse, sus rutinas ya eran distintas todos los días y socializaban con nuevas personas.

Suspira con una sonrisa con los ojos cerrados.

—Esa gran conexión que lo que te hace pensar es que ¿Por qué no has visto algo así que pase en la vida real? —Pone su mano en el pecho—. Por eso decidí, esto.

Se levanta de su escritorio y sacó un marcador negro para escribir en el pizarrón.

—Escribir mi propio destino, pero solo que sin papel, lápiz y palabras.

Me había conmovido mucho de lo que dijo, porque era lo mismo que sentía y lo que me preguntaba, tenía mis mismos gustos de leer, escribir y ver películas. Pero lo que me llamaba mucho la atención fue 1) escribir mi propio destino sin lápiz, papel y palabras y 2) desear que todo lo que pasa en las películas, historias que uno mismo crea y los libros que leemos pase en nuestras vidas. Tal vez es lo común en muchas personas en el mundo pero es algo imposible.




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