Conociéndote Cuando Menos Lo Esperaba

C A P I T U L O 7

Ya era martes. Hoy no vería a Alexander porque iba a estar ocupado, pero no quiero molestarlo, así que hoy no le enviaré mensajes. Me ponía dibujar y luego me puse a leer un poco el libro Marco Ramírez. Estaba tan aburrida, no sabía qué hacer y quería matar tiempo. Salí al patio y me senté en la mesa de picnic y me puse a leer otro libro. Nunca pensé que me la pasaría tan aburrida sin Alexander. Pero en eso vibró el teléfono, era una llamada y lo puse en alta voz.

— ¿Alo?

— ¡Francy!

— ¡Hola Alex! ¿Qué haces? Son las cinco de la tarde.

—Terminando, colgando las fotos, los cuadros de dibujo y pintura, dejando un folder con los profesionales en cuentos —suspira un poco cansado— ¿Y vos? ¿Estás aburrida sin mí?

—Supongamos —bostecé— Ahora mismo estoy leyendo unos de los libros que compramos ayer.

—Te recomiendo ir a pasear por el parque con tu golden retriever.

—De acuerdo, creo que suena bien una tarde caminar con Macho.

—Te dejo, seguiré con esto. Adiós

Le había hecho caso a Alexander en ir al parque central con Macho. Era mi otro amigo que me comprendía y me escuchaba. No habla pero te daba cariño y sabía cómo te sentías. Será por eso que dicen que tu verdadero amigo tiene cuatro patas y un gran corazón

—Sabes Macho, creo que me está empezando a gustar Alexander y eso que llevamos casi unos meses.

Miré a Macho sentándose en el poyo a mi lado.

—Tal vez a él le gusto o talvez no, pero quiero tener alguien a mi lado que sea como él —acaricio a Macho—. Cuando me refiero alguien como él, es porque quiero que sea Alexander. Es el único chico que tiene todo lo que yo quiero y lo que me gusta, el hombre perfecto no existe, solo en los libros y en las películas.

Alce la mirada y miré Alexander llegar al parque en su bicicleta. No sé en qué momento Macho se me había soltado de las manos y tuve que correr detrás él.

— ¡MACHO!

— ¡Hola Machito! —se baja de la bicicleta y se agacha para acariciarlo.

Llegué a ellos muy cansada de correr por tratar, ahora veo porque se me soltó de las manos

—Ya sé porque corrió.

—Soy amigo de todos los perros —sonríe.

— ¿Vienes saliendo?

—Sí, ya está todo listo. —Le pone la correa a Macho—. Listo para mañana. Cuando vayas, tu mente explotará de asombro.

—Eso espero —sonreí.

Noté que Alexander me miraba de arriba y abajo con una sonrisa.

— ¿Qué tanto me miras?

—No, nada —ríe— solo te miro y siento que hay como una conexión que nos une. Como que alguien me susurra y me hace gustar estar contigo.

— ¿No quieres estás conmigo?

—No, claro que si quiero, solo digo que siento que alguien me dice que me acerque más a ti.

—Ya somos dos. Es como si el viento me empuja hacia a ti —reí

—Es extraño, me pasa lo mismo. Los pelos se me ponen de punta y me da escalofríos.

—Bueno te veo mañana entonces.

—Igual, te voy a sorprender. Y mucho

Le sonreí y me fui con Macho a casa. Cuando llegué, ya estaba la cena lista. Quería cenar temprano porque quería irme dormir antes de las ocho para levantarme temprano mañana.

Al día siguiente, me alistaba formalmente con un pantalón de mezclilla y una camisa polo de color negra. Estaba lloviendo y mi mamá le toco llevarme al Museo de Guanacaste. Baje del auto con la sombrilla hasta llegar a la puerta. Pase primero por la exhibición de dibujos gráficos, Alexander había hecho dibujos de animales en peligro de extinción. Luego fui al salón de pintura, me fascinaron los cuadros de pintura de Alexander de las casas de adobe en la época de nuestros abuelos. Llegue al salón de fotografías, pero lo que no me esperaba, era que Alexander pusiera fotos tamaño poster de mí; eran fotos en donde salgo distraída, pensando y algunas en donde salía riendo.

Sentí asombro pero a la vez muy molesta de exhibirme de esa forma. Quise irme pero quise ir a la parte en donde estaban los dibujos. De lo peor, es que estaban los dibujos que les enseñé a Alexander el día que fuimos de picnic y decían hecho por mí como si estuviera participando. Nunca me sentí tan molesta y traicionada en mi vida, y lo peor, Alexander me dibujo para participar en la categoría de dibujo. Cuando ya iba a salir del museo, llego el juez para anunciar los ganadores y quise quedarme a ver quién sería el ganador.

— ¡Buenos días! —Sostiene el micrófono—. Ya terminamos de ver las obras de arte y de fotografía. En la categoría de fotografía y en pintura en primer lugar está... —lee la nota— ¡Alexander Vermoni!

Las personas empezaron aplaudir y Alexander pasó a decir unas palabras. Andaba con un pantalón de mezclilla, una camisa de manga corta de color celeste.

— ¡Gracias! Para mí es un honor ganar este premio con ocho años consecutivos y no lo hubiera logrado en fotografía por mi gran amiga Joisbell Francela.




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