Mi mamá se estacionó en McDonald's, cuando entramos estaba bastante lleno. Tenía que ser Lunes, los Lunes siempre está lleno todo. Por suerte, Alexander encontró una mesa a lado de la ventana, para mi mamá era perfecto porque así podía ver el carro de que no se lo tacharan, ya que han habido tantos robos últimamente.
Cuando estábamos haciendo fila para comprar nuestra comida, nos atendieron de primero por Alexander, ya que él también trabajaba aquí. Alexander saludaba al cajero con un saludo de manos y luego empezó a saludar de lejos a los demás ayudantes.
Alexander pidió una hamburguesa con papas y un refresco al igual mi mamá, yo pedí unas papas grandes y un refresco, yo no me podía decidir si me compraba un Milk Shake o un cono de helado, aunque es lo mismo porque el Milk Shake era un batido de helado. Entonces como no podía decidirme, me compré ambas, el batido sería de vainilla el cono sería de vainilla con caramelo —mis favoritos— adoraba la vainilla y la vainilla con caramelo.
—Qué barbaridad Francela, mucho dulce.
Alexander se pone a reír.
—Perdón mami, pero era una decisión muy difícil.
Me termino de comer el cono y le sonreí mientras empezaba a beber el Milk Shake.
—Me he dado cuenta, que los extranjeros han viajado mucho a París para ver un arte costarricense en el museo Louvre, tu arte Joisbell.
— ¿De verdad? ¿Por qué será?
—Porque es increíble ver tu arte sobre la antigüedad del país, pintaste increíbles cuadros sobre el pueblo de Costa Rica de antes, las casas de adobe de color blanco y azul, una señora amasando tortillas en la cocina de antes, el boyero con sus bueyes jalando la carreta ¿Quién no quiere ver eso?
—Concuerdo con Alexander, hija. ¿Quién no quisiera ver la cultura costarricense? Y más en el museo de París.
Sonreí mientras bebía mi refresco.
—Me siento tan orgullosa de mi misma, todo gracias a Alexander.
—A mí no me lo agradezcas, yo fui quien te impulsó a entrar al concurso.
Lo miré.
—Bueno, claro que... si no fuera por mí de inscribirte sin tu permiso, no hubieras ganado nunca.
—Eso es cierto —reí
—Debes que ir a París a ver tu arte, a concursar en la internacional y a que los turistas conozcan a la artista.
— ¡Ay!
— ¿Qué? no reniegues, dame razones del porque no quieres.
—Nunca he salido del país, me da miedo ir en avión, las películas y los famosos que se han estrellado en aviones me tienen traumada. Por lo tanto, no tengo pasaporte.
— ¡Que negativa! —reclama Alexander.
—Alexander ¿Quién le gustaría salir del hermoso país que está en el cuarto lugar de los más hermosos del mundo? Con más de doscientas playas, más de diez mil especies de plantas y árboles, una gran variedad de especies de fauna, con ciento veinte focos volcánicos incluyendo los nueves principales, siete provincias, ochenta y dos cantones y cuatrocientos ochenta y cinco distritos. Hay mucho por conocer, hasta incluso con cuatro tipos de energía.
Mi madre se sorprende de que tengo un control del registro del país. Alexander solo daba un suspiro con una sonrisa, se notaba que está contando hasta diez para tenerme paciencia y de tratar de ser lo más positivo posible.
—Mira, yo conozco casi toda Europa, como así me sé toda Costa Rica, me sé toda Europa, pero no conozco Francia, iré contigo, mi mamá nos puede llevar, ella conoce Francia.
— ¡Ay! No sé Alexander —me rasco la cabeza— viajar es tan complicado. Mami ayúdame.
Me volteé a verla, estaba toda contenta comiéndose la hamburguesa.
—Mmmm —pensó mientras bebía su refresco— No lo sé, Europa es tan caro, hasta incluso ir. Tendríamos que pensarlo. Además, no tenemos el dinero para ir.
—La verdad, me gustaría mucho Alexander, pero hay tantas escusas, que la verdad no sé.
—De acuerdo, ustedes me avisan y yo me encargaré de todo. Solo piensen bien las cosas.
Estaba ya llegando a mi casa, notaba a mi mamá no muy de acuerdo porque no tenemos suficiente dinero. No estaba molesta con la vida porque comprendo que cuando no se puede, no puede y punto. Le envié un mensaje a Alexander explicándole que recordara mi situación económica que no es muy buena en estos momentos que digamos. Desde entonces, es donde decidí saber que jamás viajaría al extranjero hasta que sea una adulta con un buen salario por mi trabajo. ¿Qué se supone que haga? Pues nada, seguir, concentrarme en mis estudios.
Podría usar el dinero que me dieron por la venta de mis cuadros, pero usé la mitad para pagar las deudas que teníamos como la cuenta en una pulpería, recibos de luz, cable, agua e internet, cuotas del colegio, la camisa de para quinto de colegio y un poco para pagar el marchamo y el Riteve del carro de mi mamá, incluso los impuestos que se pagan en Diciembre en la Municipalidad. La mitad lo tenía guardado para Alexander y lo que sobró ni si quiera alcanza para viajar a Europa
Mientras revisaba mi correo electrónico en mi computadora, había un correo muy peculiar y acaba de llegar. Decía así: