Llegó el sábado, a partir de ese día me iban dejar de gustar los fines de semana. A la una empezaba el club, pero a las doce y media del mediodía, mi mamá me fue a dejar a la Escuela Aplicación Alba Ocampo Alvarado, no puedo creer que me dejara tan temprano aquí. Sinceramente, extrañaba esta escuela, los pasillos, el lugar, y mientras caminaba recordaba todos los buenos momentos. Tiene unos cuantos cambios como unas de las paredes que habían dibujos de deporte, ahora es el escudo de la escuela que estaba pintado ahí. Entré al aula en donde fue mi aula de cuarto grado, la maestra que tuve en ese año era la mejor del mundo. Tuve tantos lindos recuerdos aquí, justamente aquí conocí a mis amigos que seguimos siendo compañeros hoy en día en el colegio.
El aula estaba abierta, había algunas personas allí de mi edad, personas que conocía solo por el Instagram y por el Facebook que estaban en otros colegios. Había vasos de plásticos con gaseosas y galletas por donde escoger, agarré un vaso de Coca-Cola y una galleta boquita. Alexander llega al rato, un minuto antes de la una, tomó un vaso de Fanta Naranja y unas galletas Oreon, se sentó a mi lado y me regaló una sonrisa.
—Yo estudié en esta escuela. Yo estuve en las secciones 4-5, 5-1 y 6-6. ¿En qué escuelas estuviste?
¿Cómo que Alexander estudió en esta escuela? ¿Cómo es que nunca lo vi? ¿Cómo no me conocía? Todos los alumnos de mí mismo grado de otras secciones me conocían y eran mis amigos. Incluso me conocía toda la escuela porque yo fui la portera del equipo femenino de futbol de la escuela. Más bien estoy en shok, sin comentarios de saber que él también estuvo aquí.
—Nunca te vi ni te noté. Tenés cara de que estuviste en escuelas privadas
— ¿Estuviste aquí?
—Todas las secciones me conocían porque era la portera del equipo femenino de futbol de la escuela.
—Y yo el goleador del equipo masculino.
— ¿Cómo no te noté? Yo me la pasaba mucho tiempo que los varones y mujeres.
—Yo también.
—Yo estuve en la secciones 4-2, 5-3 y 6-3.
— ¿Cómo no te note antes? Me hubiera encantado haberte conocido antes.
Coloco mi cabeza en su hombro mientras él me abrazaba y acariciaba mi espalda dándome consuelo.
A los minutos llegó el líder o guía del club, se notaba joven, se llamaba Miguel. Su historia era trágica y muy triste, sus padres murieron en un incendio cuando él tenía diez años y le tocó irse a vivir con su abuela. Cuando cumplió dieciocho años, su abuela falleció y ahora vivía con su tía. Luego comentó del porque hizo este club para jóvenes, que él quería ayudar a otros jóvenes que estén pasando por momentos difíciles y que con ayuda de este club, ayudarlos a salir adelante, que volvieran a ser felices y que disfrutaran su juventud.
—Estoy feliz de saber que estén aquí chicos, hoy tenemos a tres jóvenes nuevos, nos gustaría que se presentaran, del porque están aquí y su historia.
Alexander y yo nos miramos, me preguntaba quién era la tercera persona que vino.
—Vamos chicos, sin pena, aquí nadie se va a burlar, las damas de primero.
« No puede ser enserio »
—Me llamo Joisbell Francela, tengo dieciséis años, estoy aquí porque tengo "depresión sonriente", más que todo porque mi mamá me obligó.
Los demás jóvenes se ponen a reír, a lo mejor más de uno está aquí por lo mismo de que sus madres los obligan ir.
—Un resumen de mi vida, todo era perfecto hasta que en el 2016 falleció una tía, en el 2017 falleció mi bisabuela, en el 2018 mi abuelo y en el 2019 mi abuela, me golpeó más la muerte de mis abuelos, principalmente por la de mi abuela.
—Entendemos lo que estás pasando, Joisbell, también sé que es que fallezca una abuela que es como una segunda madre. Pero aquí te vamos ayudar. El siguiente.
Alexander alza una mano con una sonrisa y da una risita.
—Me llamo Alexander Vermoni Green, tengo dieciséis años, soy el novio de esta hermosa chica. Un mes antes de que muriera la abuela de esta chica, murió mi padre. En sexto de escuela mi ex novia tuvo aparatoso accidente automovilístico, quedó en coma, cuando despertó, me dio una sonrisa y murió. Pero luego conocí a esta chica que cada día me vuelve más loco de amor y estoy muy feliz con ella. Me gusta vivir la vida al máximo, estoy súper bien y feliz, pero no sé porque dicen que tengo que venir aquí porque yo estoy bien.
Sabias palabras de Alexander, por cada palabra que dice merece un premio Oscar. Miguel se veía contento por la actitud positiva de Alexander ¿quién no lo estaría?
—Todos dicen eso Alexander, pero no estamos bien. Es obvio que por dentro no lo estés.
¿Este quien se cree? Alexander está más bien que nunca, hasta incluso más que todo el mundo.
—Es tu turno, David ¿por qué no nos dices algo de ti?
Alza la mano un chico de la misma altura de Alexander, era de ojos cafés, cabello castaño, su cabello era hongo, o cabezas de coco como suelo decir yo. Pareciera que no es Liberia, ni mucho menos de Guanacaste, su piel era muy muy pálida, no tenía ni una sola parte de su piel broceada ni trigueña. David usaba oxigeno artificial, quien sabe que enfermedad tendrá.